Raúl Montenegro
es un prestigioso biólogo, y apoya una ordenanza para prohibir el
glifosato en Córdoba. En la entrevista con Diario Nep, habló sobre
el efecto cancerígeno del producto y la idea de “demoler el
glifosato en las municipalidades”.
por Federico
Tártara
Raúl Montenegro,
tiene 69 años, es biólogo y profesor universitario de las
universidades de Córdoba, Buenos Aires y Mar del Plata, y también
realizó más de 40 documentales para televisión con temáticas
referidas al cuidado del medio ambiente y la sustentabilidad. En el
año 2004, recibió el premio “Nobel Alternativo”, en Suecia, y
también ha sido merecedor del galardón Global 500 de Naciones
Unidas.
En los últimos
días, presentó junto al concejal del bloque Vamos y también
periodista de C5N, Tomás Mendez, una ordenanza para prohibir el uso
del glifosato en todo el ejido de la ciudad de Córdoba.
“Argentina
consume más del 9 % de toda la producción mundial de glifosato, y es
el país donde se consumen más litros de glifosato por habitante a
nivel mundial. La utilización del glifosato se ha incrementado por
desconocimiento de su toxicidad real a nivel de agricultura familiar,
desmalezamiento de pequeñas superficies e incluso a nivel de
jardinería urbana por ser un producto de venta libre”, se
explicita en la normativa presentada.
La Cámara de
Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe) precisó que en el año
2012 se vendieron en la Argentina 182 millones de litros de glifosato
y que el 95 % de los campos que realizan siembra directa utiliza este
producto, que fue considerado “probable cancerígeno para seres
humanos” por la prestigiosa Agencia Internacional para la
Investigación sobre el Cáncer (IARC) de la Organización Mundial de
la Salud (OMS), luego de un exhaustivo trabajo de 17 especialistas
provenientes de 11 países.
Los datos de la
comercialización del glifosato dejaron de publicarse en el año
2012.
Este Miércoles,
los ministros de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao; de Ambiente,
Sergio Bergman; de Agroindustria, Miguel Etchevehere, y de Salud,
Adolfo Rubinstein ofrecieron una conferencia de prensa para presentar
un documento denominado “sobre buenas prácticas en materia de
aplicaciones de fitosanitarios”, aunque la principal crítica que
se les realizó fue que no consideraron “distancia de aplicación”,
cuestión que han reglamentado una decena de municipios del interior
del país, entre ellos Rosario.
¿Por qué
decidieron presentar esta ordenanza en Córdoba?
Primero, porque
existe una lucha muy despareja con las grandes corporaciones
vinculadas al actual modelo productivo, que tienen organismos
transgénicos y un uso muy importante asociado a los plaguicidas.
Entonces, la lucha contra algunos de sus productos de alto riesgo,
incluido los transgénicos, es muy despareja. Y el glifosato es uno
de los más emblemáticos, ya que es el más utilizado en los
cultivos y, también, porque el SENASA -el encargado de autorizar los
productos- tiene un mecanismo medieval de evaluación y favorece a
las grandes corporaciones. La idea es ir empezando a demoler el
glifosato en las municipalidades, dando pequeños pasos. En este
contexto ya fue aprobada una ordenanza semejante para la ciudad de
Rosario. Este proyecto tiene dos alternativas una de máxima y una de
mínima; la primera, que quede prohibido todo: almacenamiento,
transporte, uso. Y de mínima, que ya sería todo un logro, prohibir
el uso. Recordemos que cualquier persona puede usar el glifosato y de
hecho hay mucha gente que lo usa en los jardines.
El sentido de
esta ordenanza, de aprobarse, es que no se pueda usar en toda la
ciudad de Córdoba. Esta presentada por Tomas Méndez, uno de los
concejales, y nosotros estamos bastantes confiados, es difícil
oponerse a una normativa que está prohibiendo el uso de un producto
que la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer
(IARC) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo declaró como
probable cancerígeno humano.
¿El mayor
impacto es a través de las fumigaciones?
En realidad, el
glifosato, entra por varias vías: una de las más generales es a
través de la pulverización, tanto de las maquinas tipo mosquito,
como de los aviones. Pero el glifosato y el AMPA, que es un derivado,
están ingresando a través de los alimentos. Por ejemplo, nosotros
hemos hecho un estudio entre la Universidad Nacional de Córdoba y la
Universidad Nacional del Noreste de Chaco, y en todas las muestras de
orina que tomamos hay presencia de glifosato. Lo más probable es que
en un grupo de 10 o 20 personas seguramente la mayoría tengan
glifosato, y muchas de ellas, seguramente, nunca estuvieron en un
campo.
Hay una cuestión
que me parece terrible, y que me parece que no se tiene en cuenta, y
es que en la Argentina hace sólo dos años se puede hacer
identificación de glifosato en orina. Es decir que durante décadas
-porque en Argentina se empieza a utilizar antes de que se
formalizara el primer transgénico- se usaba sin que hubiera forma de
detectarlo: eso es de una gravedad institucional increíble.
¿Hay un mayor
grado de conciencia acerca del uso del glifosato? ¿Comienza a ganar
terreno la agroecología? ¿Qué pensas de las buenas prácticas
agrícolas?
Yo soy muy
escéptico. No veo que haya realmente un gran cambio, siguen
predominantes los que están a favor y hay una porción minoritaria
de los que practican la agroecología, y lo de las buenas prácticas
agrícolas es un cuento de hadas.
¿En la clase
política hay un cambio, hay una toma de conciencia acerca del
glifosato?
No, tampoco. Si
la ordenanza sale va a ser más por presión pública, que por
conciencia de los funcionarios.
¿Cómo analizas
el futuro del glifosato? ¿Pensas que se pueda prohíba a nivel
nacional?
Son pequeños
pasos, como este que hacemos en Córdoba. Creo que los pequeños
pasos terminan haciendo los grandes pasos: el productor que cambia,
la ordenanza, la gente que va tomando conciencia. El tema es el
tamaño de los enemigos, los malos de la película… pero igual
estas pequeñas cosas están produciendo cambios.
¿Cómo
definirías el glifosato?
Es un potencial
cancerígeno humano, con eso queda todo definido. Y para el SENASA es
un plaguicida inofensivo.
Fuente:
Federico Tártara, “Lo de las buenas prácticas agrícolas es un cuento de hadas”, 12/07/18, NEP Cooperativo. Consultado 16/07/18.
No hay comentarios:
Publicar un comentario