El gobierno de
Laos tenía un objetivo marcado para 2020: convertirse en la "batería
del Sudeste Asiático".
Para conseguirlo,
este pequeño país que no llega a los siete millones de habitantes
se embarcó en una carrera por construir represas a lo largo de su
territorio. En 2017, ya contaba con 46 centrales de energía
hidroeléctrica y 54 proyectos similares en construcción.
La meta era tener
100 plantas operativas con una capacidad de 28.000 megavatios en
2020, según la agencia de noticias estatal, y aprovechar su
situación geográfica para comercializar esta energía con sus
países vecinos.
La madrugada del
martes, el proyecto sufrió un duro revés cuando una de estas
represas colapsó e inundó varias aldeas, dejando un saldo de 26
muertos, más de un centenar de desaparecidos y más de 6.000
personas desplazadas.
Energía de
exportación
La represa que se
derrumbó formaba parte del proyecto de energía hidroeléctrica de
los ríos Xe-Pian y Xe-Namnoy, valorado en US$1.000 millones según
el diario británico The Guardian. Empezó a construirse en 2014 y
aún no estaba finalizado.
Financiado por el
consorcio PNPC (conformado por la compañía energética de Laos, la
de Tailandia y dos empresas de Corea del Sur), los planes incluían
el desarrollo de una serie de represas, reservorios y acueductos que
sumaban una capacidad de 410 megavatios.
Estaba previsto
que el proyecto entrara en funcionamiento en 2019 y que produjera
1.879 gigavatios anuales. De estos, el 90 % se exportaría a Tailandia
y el 10% restante se vendería a la red eléctrica local.
PNPC iba a tener
la concesión de la planta durante 27 años y luego le iba a
transferir la gestión al gobierno de Laos, según los acuerdos
firmados.
Este es solo un
ejemplo del negocio energético que quería extender el gobierno y
que ya tiene bastante avanzado: en la actualidad dos terceras partes
de su energía hidroeléctrica se comercializa en el extranjero y la
electricidad suma casi 30 % del total de las exportaciones laosianas.
Combatir la
pobreza
El gobierno de
Laos ve en la energía hidroeléctrica una forma de combatir la
pobreza en la que vive casi uno de cada cuatro laosianos, según los
datos del Banco Asiático de Desarrollo. Estos lo sitúan como el
segundo país del Sudeste Asiático con más habitantes por debajo de
la línea nacional de pobreza, solo superado por Myanmar.
Aunque, según
esta misma institución, sus salarios son tan bajos que el 22,7 % de
la población laosiana con empleo tenía en 2012 una capacidad de
compra menor a US$1,90 diarios. En Myanmar, en cambio, esta cifra se
situaba en el 6,4 % (datos de 2015).
La mayor parte de
los laosianos trabaja en el sector agrario.
Pero el país
tiene muy buenas condiciones para la producción de energía
hidroeléctrica y, al menos hasta antes del accidente, se esperaba
que este sector se convirtiera en el motor de su economía durante la
próxima década.
En los últimos
10 años, el crecimiento del PIB de Laos se mantuvo en un promedio
del 7,8 % y, aproximadamente, un tercio de esta mejora se debió a su
potencial hidroeléctrico, junto a la explotación de sus recursos
minerales y forestales, según el Banco Mundial (BM).
El BM preveía
que el crecimiento del PIB de Laos se moderara este año antes de
"dispararse" en 2019-2020 "basado en un aumento de la
generación de energía y el crecimiento de las oportunidades en los
sectores que no implican recursos gracias a una integración regional
más cercana y reformas para mejorar el clima comercial".
Geografía
propicia
Laos tiene una
geografía propicia para el sector hidroeléctrico porque se
encuentra en una región lluviosa: tiene un promedio anual de
precipitaciones alto y un terreno montañoso que permite mantener el
agua en movimiento, generando así energía.
Además, como
apunta en su página web la Asociación Internacional Hidroeléctrica
(IHA por sus siglas en inglés), su necesidad de electricidad no es
muy grande ya que registra una densidad poblacional baja.
A esto se suma la
posición estratégica de Laos, que si bien no linda con el mar,
comparte fronteras con cinco países (China, Myanmar, Tailandia,
Vietnam y Camboya) y está recorrido prácticamente en su totalidad
por el río Mekong, que se encuentra entre los 10 más largos del
mundo y está lleno de rápidos y cascadas.
Hasta 1993, Laos
apenas tenía cuatro de estas plantas operativas. Ese año, el país
abrió el sector a la inversión extranjera según la IHA, que
asegura que su principal cliente es Tailandia, un país cuya demanda
de energía no deja de crecer, seguido de Vietnam y, en menor medida,
Camboya.
Impacto
medioambiental
Pero los planes
del gobierno laosiano no han estado exentos de críticas.
El río Mekong
sirve de sustento a millones de personas en los seis países que
recorre (China, Myanmar, Tailandia, Laos, Camboya y Vietnam), así
que las interrupciones y desviaciones de su flujo tienen un impacto
en las comunidades aledañas.
No solo los
activistas medioambientales advirtieron de esto, también lo hizo en
su informe de 2010 la Comisión del Río Mekong, integrada por varios
países de la región, que estudió tres proyectos de represas en la
parte baja de este río.
Si bien la
Comisión admitió que estos aportarían más energía y beneficios
económicos a la zona, concluyó que alterarían de manera drástica
el flujo del río, lo que perjudicaría la pesca, la agricultura y la
biodiversidad y podría causar la extinción de especies como el pez
gato de Mekong y el delfín del río Irawady.
Ahora, la
tragedia ha demostrado otro de los riesgos potenciales de los
ambiciosos planes del gobierno.
Según le dijo a
la BBC Maureen Harris, de la ONG Ríos Internacionales, el colapso de
la represa "genera preguntas extremadamente serias sobre la
proyección de represas y su gestión" y debería hacer que se
revisen otros proyectos similares.
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