En los últimos
tres años, la Municipalidad midió el nivel sonoro en más de 45
locales a partir de denuncias de vecinos. Más de 20 boliches
debieron hacer cambios, pero sólo hay tres multas en lo que va de
2018.
Mediciones,
control de obras de aislamiento acústico, intimaciones para hacer
refacciones, prohibición de utilizar el patio y hasta la clausura
figuran en el resumen municipal de verificación de los niveles
sonoros en más de 45 locales de la ciudad de Córdoba. Sin embargo,
no aparecen entre las infracciones sancionadas por el Tribunal de
Faltas durante 2016 y 2017 multas por incumplimiento de la norma de
ruidos molestos.
En 2018, la
Municipalidad informó que fueron tres las infracciones por “ruidos
excesivos en locales de espectáculos públicos que afectan a
vecinos”.
Para el oído de
cualquier humano, la diferencia entre un sonido y un ruido es simple.
El segundo causa molestia. No obstante, no se puede medir con
subjetividad, por lo que el municipio prevé un sistema de control de
los niveles acústicos basándose en las escalas previstas en la
ordenanza 12.208.
Escoltada por
tres locales nocturnos a sólo 50 metros de distancia del edificio
donde vive -en Mitre y General Paz, en las proximidades del
Centro-, las noches de Mercedes suelen pasar entre el ruido de la
música y la sensación de que en cualquier momento va a enloquecer,
imposibilitada de conciliar el sueño.
“El miércoles
a las cuatro de la mañana era imposible estar, no se podía dormir
por el ruido. Me voy a volver loca si sigue así. Nadie hace nada con
los volúmenes que mantienen estas personas en sus boliches”,
apuntó Mercedes.
“Con el
consorcio fuimos a Espectáculos Públicos y nos dijeron que yo tenía
que denunciar para que ellos actuaran, entonces nunca hicieron nada.
Deberían actuar de oficio y constatar que, si hay algo fuera de la
norma, se lo sancione. Yo no hago la presentación por miedo, porque
nos hemos quejado y recibimos amenazas”, agregó la mujer, que por
este mismo temor sólo se anima a dar su nombre de pila.
Como Mercedes,
muchos vecinos no se animan, no saben cómo o no quieren hacer la
denuncia, y sin este paso es más difícil que se llegue a una
solución.
Una vez detectado
el problema (denuncia de vecinos) debe fijarse un horario para poder
realizar dos mediciones desde el domicilio del denunciante: se toma
un registro de los decibeles tanto cuando el local denunciado está
cerrado como cuando está en funcionamiento, con el fin de establecer
los valores de esta diferencia.
“Establecido el
hecho de que el local incumple con los valores máximos permitidos,
se emplaza al titular, con apercibimiento de clausura, a efectuar un
informe acústico por un profesional acreditado y toda obra de
insonorización que sea necesaria para acotar los valores
transferidos a lo fijado en ordenanza”, explicaron desde la
Municipalidad.
Desde el Palacio
6 de Julio sostuvieron que existen dos grandes motivos que
explicarían la dificultad para obtener una medición fehaciente
dentro del boliche y la inexistencia de multas ante la falta.
Por un lado,
indican que, ante la llegada del vehículo oficial con los
inspectores, los responsables de los locales -advertidos del control
inminente- bajan la música, por lo que la medición se vuelve
infructuosa.
Aclaran, por otro
lado, que la violación en la regulación puede quedar englobada en
una infracción general relativa a medidas de seguridad e higiene.
“No hacemos
hincapié en la multa, sino en que se hagan las obras para que se
reduzcan los decibeles y que no se amplifique música en los patios.
El año pasado, hubo más de 20 establecimientos comerciales que
tuvieron que reacondicionar el local. Todos los fines de semana salen
cerca de 45 personas a controlar, y ahora incorporamos dos aparatos
de última generación para la medición de sonido a los dos que ya
había”, informaron.
Durante 2017,
debieron realizar importantes obras de reacondicionamiento de sus
instalaciones locales y salones como Distrikt, Santana Rock, Lennon,
Sala del Rey, la Bodeguita de Kike El Cubano, Fruta, Unplugged, Cayó
Makenssy y Villa Vistello.
Mientras tanto La
Barra Boliche, Loca Ella, Chic, Canario Negro, Club Buenos Aires, Jet
Lag, Pontevecchio y Bosque de Piedra debieron realizar nuevos
informes y tareas de mejoramiento.
Entre febrero de
2015 y septiembre de 2017, de los 45 bares o boliches donde se
realizaron mediciones, 25 tenían diferencias de decibeles entre el
sonido ambiente y el ruido en funcionamiento superiores a los
permitidos, al tiempo que seis estaban en regla. En los otros, los
datos brindados eran incompletos.
Controles y
resultados
En uno de los
boliches controlados, hubo nueve mediciones que arrojaron decibeles
por encima del límite permitido, y aunque figuran intimaciones para
la realización de tres obras acústicas, el caso no aparece entre la
lista de irregularidades que fueron objeto de multa. El local
continúa funcionando en Nueva Córdoba.
Según la
ordenanza, durante la noche, en zonas residenciales, el máximo
incremento permitido del nivel sonoro ambiente es de cinco decibeles
ante la presencia de una fuente de ruido. En los sectores con perfil
tanto comercial como residencial, el permitido sube a siete.
Este número se
duplicó y se triplicó, tanto en Nueva Córdoba como en Güemes,
Cerro de las Rosas y boliches del Chateau, aunque el mayor salto se
dio en un salón de Villa Warcalde, donde se registraron 21 decibeles
de diferencia.
La misma
reglamentación indica que los picos sonoros en el interior de
cualquier espacio destinado a reuniones o a espectáculos no podrán
superar los 95 decibeles, aunque un proyecto pretende bajarlo a 85.
Sobre estas mediciones no se brindó información.
Arturo Maristany,
del Centro de Investigaciones Acústicas y Luminotécnicas (Cial) de
la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), explicó que los efectos
de los ruidos sobre las personas “pueden ser desde psicológicos
hasta físicos. Hasta los 70 decibeles son principalmente
psicológicos, problemas con el sueño, estrés, falta de
concentración”. “Después de estos, puede haber pérdida de
audición”, afirmó.
“El problema de
los ruidos no se soluciona con aislamiento de edificios, sino con
planeamiento urbano. Es necesario separar zonas industriales o de
boliches y residenciales, hospitalarias, y esto no se logra con una
calle de por medio”, sostuvo.
El arquitecto,
doctorado en ingeniería acústica, está desarrollando junto con el
grupo de trabajo un observatorio de ruidos. Para ello, recopila datos
desde hace más de un año con el fin de poder armar un mapa que
incluya todo tipo de sonidos dentro de la ciudad.
La salud
auditiva, una agresión subestimada en los ámbitos urbanos
"Si la
persona es habitué o trabaja en locales con sonidos altos, cabe
indicar una audiometría" sostiene el otorrinolaringólogo Oscar
Paoletti.
“Creo que no se
valora lo suficiente la salud auditiva ni el impacto que los ruidos
molestos tienen en ella”, afirma Oscar Paoletti, médico de staff
del servicio de Otorrinolaringología del sanatorio Allende.
Para el
profesional, los boliches o los locales de distintos rubros
comerciales que incluyan música a altos decibeles deberían estar
alejados de zonas residenciales. Y considera clave preservar así la
salud tanto de los vecinos como de las personas que van a disfrutar
de una comida.
“El oído
interno tiene células ciliadas, que son una especie de neuronas que
se encargan de la audición -explica el especialista-. Al igual
que las neuronas, una vez muertas, no se regeneran y manifiestan ese
daño con un zumbido o con pérdida auditiva”. “Cuando la
exposición a un ruido intenso se prolonga en el tiempo o cuando es
muy intenso de una sola vez, como la que se produce por la explosión
de una bomba, se produce un daño definitivo”, ilustra.
Recomendaciones
A la hora de dar
recomendaciones para cuidar la salud integral, Paoletti habla tanto
de medidas de prevención como de detección precoz. “Como primera
medida de higiene auditiva, hay que tratar de evitar la exposición a
sonidos de altos decibeles –dice–. Cuando hay un ruido que
incomoda o molesta, hay que evitar esos lugares y pedir que se baje
el volumen”. “Si a pesar de eso la persona es habitué, frecuenta
mucho esos lugares o trabaja en ellos, cabe indicar una audiometría”,
sugiere el otorrinolaringólogo.
Con respecto a la
política que debe llevar adelante un gobierno para cuidar este
aspecto de la salud de la población, apunta a la actualización de
las normativas y al modelo de los estándares relacionados con los
ámbitos laborales.
“Siempre confío
en la buena fe de los funcionarios, pero recomendaría que revisen la
norma de higiene industrial, que hablen con ingenieros y chequeen los
niveles de ruido que hay en la mayoría de los locales nocturnos que
tienen sonidos a altos decibeles”, señala el profesional. “Pueden
tomar al azar 10 lugares en zona norte, 10 en nueva córdoba, 10 en
barrio jardín. Si la muestra da una significativa toxicidad
auditiva, deben ser más estricto”, grafica Paoletti.
Es importante
recordar que la pérdida de audición es una discapacidad invisible y
generalmente progresiva y la consulta ante los primeros síntomas
suele ser tardía. Esto es habitual tanto en jóvenes como en adultos
mayores.
Los zumbidos y la
sensación de oídos tapados son malestares muy habituales luego de
una larga exposición a emisiones sonoras de altos decibeles -por
ejemplo, en un recital o local bailable- y constituyen síntomas
que ameritan una consulta al médico cuando no desaparecen.
Falta de
concientización sobre un mal frecuente
Según una
encuesta realizada en 2014 en el país, el 94 por ciento de los
argentinos opina que la población no está concientizada sobre la
importancia de evitar la generación de ruidos molestos.
Un proyecto para
bajar los decibeles
El principal
fundamento se basa en recomendaciones de la Organización Mundial de
la Salud sobre las posibles consecuencias perjudiciales derivadas de
la exposición a volúmenes sonoros muy elevados, como pérdida de
audición y acúfenos.
Los concejales
Lucas Balian y Héctor Carranza, de Juntos por Córdoba, presentaron
en el Concejo Deliberante un proyecto para modificar los límites que
establece la ordenanza de Ruidos Molestos para el interior de los
locales.
La iniciativa
propone modificar el artículo 29° de la ordenanza 12.208,
introduciendo una baja de 10 decibeles en el máximo permitido.
“Con
independencia de las restantes limitaciones de esta ordenanza, en el
interior de cualquier espacio abierto o cerrado destinado a
reuniones, espectáculos, audiciones musicales, confiterías
bailables o similares, los picos sonoros instantáneos no podrán
superar los 85,0 dBA en ningún punto del local destinado a la
presencia de público”, precisa el proyecto de modificación. El
artículo actualmente vigente establece ese límite en 95 decibeles.
El principal
fundamento del proyecto se basa en recomendaciones de la Organización
Mundial de la Salud (OMS) sobre las posibles consecuencias
perjudiciales derivadas de la exposición a volúmenes sonoros muy
elevados, como pérdida de audición y acúfenos.
“La OMS
establece que el nivel perjudicial de ruido es la exposición a más
de 85 decibelios (dB) durante ocho horas o 100 dB durante 15 minutos,
por eso consideramos necesario introducir la modificación a la
ordenanza que regula los ruidos molestos, en la que el máximo de
decibeles admitidos en cualquier espacio abierto o cerrado destinado
a reuniones, espectáculos, audiciones musicales, confiterías
bailables o similares, los picos sonoros instantáneos sea 85,0 dBA
en lugar de 95,0 dBa”, argumentaron los ediles.
Vivir sin poder
dormir
Entre las
irregularidades que denuncia el vecino, está la ubicación del
predio donde está emplazado el local, que se encuentra a escasos
metros de una clínica.
Alejandro Dalla
Lastra se cuenta entre los vecinos del Cerro de las Rosas que sufren
por la intensa actividad nocturna en la calle Luis de Tejeda. En su
caso, una cervecería se instaló en el terreno que colinda con el
suyo, y la música en horarios nocturnos no le permite descansar.
“Soy un hombre
de 80 años, jubilado, que ya no sabe a quién recurrir. He ido a
hablar con los encargados del local, fui al Centro de Participación
Comunal, hice las notas como me pidieron y hasta fui personalmente a
hablar con el funcionario de Espectáculos Públicos, pero anoche
(por un miércoles de unas semanas atrás), otra vez, la música no
dejaba dormir”, contó a este diario Dalla Lastra.
“Yo no tengo
problema con que haya bares, con los autos, con nada de eso. Sólo
pido que se respeten algunos límites, porque así no se puede
estar”, apuntó. Agregó que durante el verano, con más asistentes
que optan por estar en el patio del local, el problema se
intensifica.
“Les he
preguntado a otros vecinos que también lo sufren, pero nadie quiere
hacer público el descontento”, lamentó el vecino del Cerro. “La
última vez que yo lo hice, eran como las 4 de la mañana. Me vestí
y fui hasta la cervecería: sólo quedaban los empleados, con la
música fuertísima. Les pregunté, entonces, qué tenía que hacer
para que dejaran de molestar con la música. Es una falta de
respeto”, relata.
Entre las
irregularidades que denuncia, está la ubicación del predio donde
está emplazado el local, que se encuentra a escasos metros de una
clínica.
Consultados por
este diario, funcionarios de la Municipalidad precisaron que está
registrado el reclamo del vecino, y que próximamente se realizarán
las mediciones correspondientes para constatar si efectivamente el
volumen de la música del establecimiento que es motivo de la queja
del vecino está por encima de los decibeles permitidos.
Fuentes:
Oídos sordos a una ciudad cada vez más ruidosa, 19/06/18, La Voz del Interior.
La salud auditiva, una agresión subestimada en los ámbitos urbanos, 19/06/18, La Voz del Interior.
Un proyecto para bajar los decibeles, 19/06/18, La Voz del Interior.
Vivir sin poder dormir, 19/06/18, La Voz del Interior.
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