Hace dos años asombraba la aparición del arroyo La Paraguaya. Ahora, constatan que han surgido otros en la misma región. El problema se acentúa porque se van uniendo cuencas. El cambio de uso del suelo, una clave.
Si los ríos y
arroyos son los que están dibujados de azul, los mapas del sur de
Córdoba ya no sirven. Cada año necesitan sumar más trazas
azuladas, por los nuevos cursos de agua que se van abriendo a fuerza
de tajos sobre la tierra.
Eso viene
pasando, al menos, en una amplia región del sudoeste de Córdoba,
entre Chaján y Vicuña Mackenna, en el departamento Río Cuarto.
Si alguien creía
que los ríos sólo eran marcas inmemoriales, que están allí desde
siempre, esta región es una evidencia de que no es así. Acá,
siguen naciendo.
Algunos hasta
tienen fecha de nacimiento. La Paraguaya, por ejemplo, es un arroyo
que todos vieron surgir el 25 de noviembre de 2015. Ese día, tras
varias lluvias intensas, se abrió paso por unos 20 kilómetros de
campos, en la zona de Chaján. Unos 30 años antes, los lugareños ya
habían visto un antecedente: algo más al este, había nacido de la
nada el arroyo que bautizaron Zelegua.
El Zelegua se une
al río Ají; y La Paraguaya, al río Chaján. Ambos agrandaron de
ese modo su cuenca y su caudal. Ahora, lo más nuevo, en un proceso
que no parece detenerse, es que se detectó que ambas cuencas se
están juntando.
No es un fenómeno
sólo cordobés: a escasa distancia, pero ya en la vecina provincia
de San Luis, se empezó a abrir en 1985 un río al que con pura
lógica llamaron “Nuevo”. En 2005, una intensa lluvia lo agrandó
tanto como para causar numerosos destrozos. Al Nuevo le siguieron
otros arroyos aparecidos en esa zona. Todo mapa de esta región luce,
así, desactualizado. Ya nada es como era hace apenas unas décadas.
La Paraguaya
En diciembre de
2016, La Voz produjo un informe especial sobre el nacimiento de La
Paraguaya. Por esos días, llevaba un año como curso de agua
permanente y amenazaba con cortar la ruta nacional 8, a la altura de
Chaján.
Ha transcurrido
más de un año, y a pesar de los recientes meses de notoria sequía,
se siguen abriendo más cauces que parten campos en dos y aumentan el
área afectada.
Lo dice mejor
Juan Manuel Cisneros, investigador y docente de la cátedra de Uso y
Manejo de Suelos, de la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC),
que lleva años investigando el fenómeno: “La cuenca se sigue
ampliando. Lo último que vimos es que ese caudal del Chaján que
sumó el aporte de La Paraguaya ahora se conecta con el del Ají, que
era la cuenca vecina. Se terminó de abrir meses atrás un canal, un
arroyo nuevo, que une a ambas y agrava el problema. En los últimos
meses, hubo sequía, pero cuando se den lluvias intensas esa unión
de caudales sumará riesgos. El Ají llevará más caudal y
comprometerá a más campos, pero también a la ruta nacional 7 y a
las áreas pobladas de Washington y Vicuña Mackenna”. El Ají,
tras pasar por la zona de Laboulaye, termina desaguando en el río
Cuarto, entre La Carlota y Canals, apunta Cisneros.
El más nuevo
El nuevo arroyo
detectado y que une ambas cuencas tiene unos 20 kilómetros. Hasta
hace un año, ni se veía. Se suma a los casi 20 kilómetros que en
2015 aparecieron y los lugareños llamaron La Paraguaya, por el
nombre del pequeño cerro donde el tajo se inició.
Un reciente
trabajo publicado por el Servicio de Conservación y Ordenamiento de
Suelos (Seciot) de la UNRC –que integran Cisneros y otros
investigadores– detalla que la cuenca de la que recogían aguas
esos arroyos era de 20 mil hectáreas, décadas atrás, y de 30 mil
hectáreas, hasta el año 2015, pero que hoy supera ya las 40 mil y
con una proyección de alcanzar las 60 mil hacia el año 2025.
En esa área se
van sumando arroyos y agigantando las cárcavas (grietas) por donde
avanzan.
“Desde el año
1924 hasta la actualidad, la cuenca incrementó su longitud de cauces
en un 617 por ciento: de 40 a 247 kilómetros”, describe ese
informe.
“Esa suma de
caudales puede generar riesgos, sobre todo donde llega el Ají, sobre
la ruta 7 y en poblaciones como Washington y Vicuña Mackenna. Ahí
está la Provincia reforzando ahora canales de desagües”, apunta
Cisneros.
José Corigliano,
un agrónomo del equipo que hizo su tesis sobre este fenómeno, dice
que “asombra que, aún con sequía y con las napas en baja, el
problema se mantenga”. Señala, además, “los grandes cambios que
se registraron con relación a un siglo atrás”.
“Se estima que,
de continuar esta tendencia, se producirá un crecimiento de la
longitud de cauces de un 45 por ciento más, y del área de aporte de
un 110 por ciento, lo que pondría en riesgo ecosistemas de alto
valor ambiental, como así también áreas productivas e
infraestructuras rural y urbana”, manifiesta el informe del equipo
de la UNRC.
Cuidar las rutas
El intendente de
Chaján, Ricardo Reynoso, insiste desde hace más de un año en la
necesidad de que Vialidad Nacional refuerce la ruta 8, en el punto
donde cruza el nuevo cauce de La Paraguaya. “Estuvo siempre activo,
a pesar de tanta sequía; sólo un par de meses se secó, pero con la
primera lluvia volvió a tener agua”, señala.
“Nuestro temor
es que con una lluvia fuerte destruya la ruta 8 y nos deje aislados.
No se hicieron las obras de alcantarillas, ni un puente, ni las
defensas; y seguimos reclamando. La Nación está repavimentado la 8,
pero en ese punto crítico no previeron protecciones”, acota. “En
los campos nos dicen que se siguen abriendo arroyos, es como que
surgen otros brazos”, agrega Reynoso.
Para ver el
contraste, vale recordar cuando ocurrió el nacimiento de La
Paraguaya. En aquel momento, el intendente contaba: “Los técnicos
de Vialidad le dicen ‘río bebé’, porque su cauce aún es
cambiante, puede que no sea el definitivo ya que demanda varias
décadas para estabilizarse”.
De dónde sale
El agua que crea
nuevos arroyos no nace en puntos precisos, sino que va sumando
vertientes que brotan del suelo, desde las napas. En esta zona, por
el tipo de suelos frágiles y sueltos, ese excedente mal conducido
genera cauces que se abren paso por los campos.
Las causas que
explican un fenómeno que sorprende
Entre las razones
naturales, citan la incidencia de los años lluviosos que recargan
las napas subterráneas, de las que “brota” el agua excedente.
También remarcan que se trata de suelos frágiles, arenosos, que
resultan fácilmente erosionables ante cualquier corriente de agua.
Causas naturales
sumadas a otras provocadas por el hombre. Ese es el resumen que
trazan José Manuel Cisneros y José Corigliano, agrónomos e
investigadores de un instituto de la Universidad Nacional de Río
Cuarto dedicado al estudio de suelos rurales, para explicar las
razones de esa rareza de que se abran nuevos arroyos en el mapa del
sudoeste cordobés.
Entre las razones
naturales, citan la incidencia de los años lluviosos que recargan
las napas subterráneas, de las que “brota” el agua excedente.
También remarcan que se trata de suelos frágiles, arenosos, que
resultan fácilmente erosionables ante cualquier corriente de agua.
Entre las
provocadas, Corigliano apunta que “el proceso de erosión se
acelera porque esos suelos están más compactados por el tipo de uso
agrícola que se les dio en las últimas décadas”. Cita que
“pasaron de estar durante siglos cubiertos de montes y pastizales a
un empleo predominantemente ganadero, y, tras el retiro de la
ganadería en los últimos años, al predominio de cultivos y, por lo
general, sólo de verano, práctica rural que consume menos agua y
que compacta los suelos. Así, con menos cobertura vegetal permanente
son tierras aún más fácilmente erosionables”.
Cisneros agrega
que a eso se suman acciones como “canalizaciones de campos mal
hechas o bordos que conducen el agua de modo incorrecto, lo que
acentúa el problema”.
“Acá se
extrapoló el modelo productivo de las mejores zonas agrícolas de
llanura a esta área que es más bien marginal, por su tipo de suelo.
Y no es ni puede ser lo mismo”, grafica Cisneros.
Microembalses
rurales para retener aguas: un paliativo
En 2017 se
construyeron varios microembalses, con el fin de que retuvieran agua
tras las lluvias y redujeran los caudales de arroyos.
Tras el
sorpresivo nacimiento del arroyo La Paraguaya en 2015 y otras
evidencias de la erosión sobre los suelos de esa región del
sudoeste cordobés, la Provincia anunció algunas obras para mitigar
los problemas.
En 2017 se
construyeron varios microembalses, con el fin de que retuvieran agua
tras las lluvias y redujeran los caudales de arroyos. El intendente
de Chaján, Ricardo Reynoso, marca que “la Provincia hizo varios
sobre la cuenca original del río Chaján, que están funcionando
bien, y ahora anunció otros para la zona donde nace La Paraguaya”.
El agrónomo José
Cisneros opina que “los microdiques sirven como un paliativo, una
ayuda, pero con eso solo no alcanza”.
El subsecretario
de Recursos Hídricos de la Provincia, Edgar Castelló, señala que
hace un año que se planificaron una veintena de microembalses de
retención para esa región. Pero admite que hace falta algo más que
obras de ingeniería: “Hay que avanzar también en un cambio de
criterio de los productores respecto al uso que le dan al suelo
rural”.
Fuentes:
Siguen naciendo nuevos ríos en el sudoeste cordobés, 10/04/18, La Voz del Interior. Consultado 10/04/18.
Las causas que explican un fenómeno que sorprende, 10/04/18, La Voz del Interior. Consultado 10/04/18.
Microembalses rurales para retener aguas: un paliativo, 10/04/18, La Voz del Interior. Consultado 10/04/18.
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