El
Gobierno evalúa destinar la Planta Industrial de Agua Pesada a la
producción de fertilizantes. PIAP
está parada desde mayo debido a recortes presupuestarios y a la
falta de avances en la construcción de la cuarta central atómica. A
raíz de ello, el subsecretario de Energía Nuclear reconoció que
estudian reflotar un viejo proyecto para que la planta produzca urea.
por
Fernando Krakowiak
El
futuro de la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP) de la localidad
neuquina de Arroyito continúa siendo un interrogante. La firma
estatal interrumpió su producción en mayo del año pasado debido a
una parada técnica e inicialmente se había prometido que arrancaría
en agosto, pero eso no ocurrió porque siguen sin firmarse los
contratos con China para avanzar con Atucha III y porque la demanda
de agua pesada por parte de las otras tres centrales está
interrumpida en un contexto de desfinanciamiento generalizado del
sector nuclear. En marzo los trabajadores de PIAP cobraron su sueldo
en cuotas y el miércoles pasado la empresa todavía no tenía los
fondos para abonar los próximos salarios. En este contexto, el
subsecretario de Energía Nuclear, Julián Gadano, sorprendió al
anunciar que el gobierno está evaluando reflotar un viejo proyecto
para que la planta produzca fertilizantes para el campo.
PIAP
es controlada por la Empresa Neuquina de Servicios de Ingeniería
(ENSI), una sociedad entre la provincia de Neuquén (51 por ciento) y
la Comisión Nacional de Energía Atómica (49 por ciento). Allí se
produce el agua pesada que modera y refrigera la reacción nuclear en
centrales atómicas que utilizan uranio natural.
El
jefe de gabinete Marcos Peña, aseguró el miércoles 14 de marzo en
el Congreso que “no es cierto que el Estado Nacional haya desistido
de hacer aportes, ya que a través de la Comisión Nacional de
Energía Atómica está tramitando los fondos para que la planta
afronte sus gastos hasta que Nucleoeléctrica vuelva a comprar (agua
pesada), lo que se estima ocurrirá durante el primer semestre 2018”.
Sin embargo, en marzo el dinero apareció por goteo y hasta el
miércoles pasado no habían llegado las partidas para pagar los
próximos sueldos.
La
empresa produjo el año pasado un stock de 23 toneladas de agua
pesada que se los podría vender a la estatal Nucleoeléctrica, la
firma encargada de operar las tres centrales nucleares, y así salir
de esta delicada situación al menos por unos meses. El problema es
que Nucleoeléctrica no cuenta actualmente con recursos suficientes
para pagar esa producción porque también le recortaron los fondos y
tuvo sus tarifas congeladas hasta comienzos de marzo. Mientras la
incertidumbre continúa, Gadano aseguró al diario Río Negro el 23
de marzo que se está evaluando darle un “uso dual” a la planta
al destinarla también a la producción de fertilizantes.
Los
intentos de Neuquén para industrializar el gas a través de una
planta de fertilizantes se remontan hasta 1966 cuando, por gestión
del director de YPF doctor Oscar Albrieu, representante por Neuquén,
se firmó un convenio con el presidente del directorio de YPF,
Facundo Suárez, para realizar un estudio de factibilidad acerca del
aprovechamiento del gas venteado. Entonces se determinó que el
proyecto era factible porque entonces se quemaban o venteaban unos
tres millones de metros cúbicos de gas por día en distintos pozos
del yacimiento Plaza Huincul. Sin embargo, el golpe de Estado que
derrocó al presidente Arturo Illia frustró la iniciativa.
El
plan se reflotó a fines de la década del 70 de la mano del
descubrimiento del megayacimiento gasífero Loma La Lata. En 1983 se
constituyó una sociedad entre YPF y Neuquén para establecer una
fábrica de fertilizantes nitrogenados que se denominó Fertineu, al
borde de la Ruta N° 22 en el ingreso a Plaza Huincul. El presidente
Raúl Alfonsín incluso llegó a respaldar la iniciativa durante una
visita al municipio de Neuquén cuando les gritó “Ahora Fertineu”
a un grupo de trabajadores que agitaban una bandera con esa leyenda,
pero el proyecto no se concretó.
En la
década del 90 la iniciativa resurgió una vez más, ya vinculada a
la planta PIAP, cuando el proyecto de Atucha II estaba paralizado y
el horizonte de la empresa era incierto. Era una manera de aprovechar
las dos líneas de producción de amoniaco, de 80 toneladas por hora
cada una, y los compresores centrífugos de alta presión con los que
cuenta la planta. Incluso se iniciaron conversaciones con la
canadiense Cominco Fertilizers, quien se había mostrado interesada
en invertir, pero el entonces gobernador neuquino Jorge Sobisch
propuso instalar la planta en Cutral Có para solucionar el problema
social que habían provocado los despidos de YPF. A Cominco
Fertilizers, luego denominada Agrium, esa propuesta no le cerraba
porque montar una planta nueva en Cutral Có era más costoso que
aprovechar la infraestructura de PIAP y la negociación fracasó ya
durante la gobernación de Felipe Sapag, dando lugar a las puebladas
de Cutral Có y Plaza Huincul en 1996. Finalmente los canadienses
instalaron Profertil cerca del puerto de Bahía Blanca.
Pese
a ello, la demanda de fertilizantes siguió creciendo y el proyecto
de una planta en Neuquén continuó en carpeta. En diciembre de 2010,
cuando la construcción de Atucha II estaba cerca de finalizar, ENSI
le encargó un estudio de factibilidad a la danesa Haldor Topsøe,
líder mundial de catalizadores para la producción de urea, para
comenzar a producir fertilizantes. La solicitud contemplaba que se
evaluaran tres opciones para producir un millón de toneladas anuales
de urea: 1) Montar una planta nueva separada de PIAP, 2) Montar una
planta nueva integrada a PIAP sin dejar de producir agua pesada, 3)
Montar una planta nueva integrada a PIAP dejando de producir agua
pesada. El estudio de factibilidad se terminó realizando en 2013 y
de allí surgió que montar una planta de producción de
fertilizantes separada de PIAP tendría un costo de 680 millones de
euros, mientras que si se la integraba a PIAP ese valor se reducía a
525 millones, un 25 por ciento menos.
Ese
estudio es el que reflotó el gobierno ahora para avanzar con el plan
de producción de fertilizantes, aprovechando también la creciente
producción de gas que se prevé que aporte Vaca Muerta. El gas es el
insumo clave. A través de un proceso catalítico se obtiene dióxido
de carbono e hidrógeno. El hidrógeno se mezcla con nitrógeno y se
obtiene el amoníaco que luego se mezcla con el dióxido de carbono
para obtener urea, la cual se destina a la producción agrícola de
cereales. A su vez, el agua pesada se obtendría del gas al pasar el
hidrógeno por las unidades de extracción de deuterio que tiene
PIAP, aunque Gadano dejó trascender también que la producción de
agua pesada tiene los días contados. “Cuando se termine de proveer
lo que necesita Nucleoeléctrica, se acabó la PIAP porque no hay más
demanda”, aseguró al diario Río Negro.
Desde
PIAP, en cambio, toman distancia de los dichos del subsecretario de
Energía Nuclear. “No habría más demanda si piensa que no se va a
producir más energía con las tres centrales nucleares que tenemos
ni construir una cuarta central. Todos los años es necesario
recambiar el uno por ciento del agua pesada que se utiliza en cada
central. Si además se construye Atucha III, estaríamos hablando de
unas 20 toneladas por año. En las paradas de mantenimiento siempre
se pierde agua pesada lo que demandaría otras 15 toneladas anuales.
Además, se pueden exportar pequeñas cantidades al mercado
internacional. Al año pueden sumar otras 15 toneladas. Esa demanda
de 50 toneladas anuales no justifica la existencia de la planta en
producción permanente, pero tampoco sería muy sustentable
desarmarla”, afirmó a PáginaI12 Marcelo Garro, secretario gremial
de la seccional Arroyito de la Asociación de Profesionales de la
Comisión Nacional de Energía Atómica y la Actividad Nuclear
(Apcnean).
Fuente:
Fernando Krakowiak fkrakowiak@pagina12.com.ar, De la industria nuclear a los cereales, 02/04/18, Página/12.
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