La carencia de
forestación en calles se repite en las principales localidades. No
hay planes relevantes para mitigar ese déficit, a pesar de las
advertencias sobre su importancia.
Pueden diferir
los porcentajes, pero entre las principales ciudades del interior
cordobés no hay ninguna que pueda mostrar un arbolado urbano con
alto desarrollo, que asegure la forestación adecuada sobre veredas y
espacios verdes.
Es una materia
pendiente y la carencia se agrava cuando los síntomas del cambio
climático hacen imperiosa la necesidad de sumar verde a los radios
urbanos.
Se repite la
escena: los vecinos son los responsables de tener arboladas sus
veredas, pero muchos no lo hacen. Los municipios dictan ordenanzas en
ese sentido, que luego no hacen cumplir. En las áreas céntricas,
los negocios argumentan (contra tendencias estéticas
internacionales) que los árboles tapan sus carteles y vidrieras. Y
en ninguna ciudad se observan planes masivos de forestación urbana,
con visión estratégica. Un relevamiento sobre varias de las
principales ciudades del interior muestra similares carencias.
Río Cuarto
En 2017, la
Municipalidad encomendó un censo de arbolado urbano a la Universidad
Nacional de Río Cuarto. Las primeras estimaciones apuntaron un alto
déficit del 35 por ciento. En la zona central, las veredas angostas
y los comercios que no quieren que el follaje tape sus carteles han
sido habituales obstáculos. En los barrios también se observan
desparejas carencias. Ahora, el Concejo Deliberante tiene consensuado
un proyecto que obligará a los frentistas con veredas de dos o más
metros de ancho a colocar árboles de determinadas especies y ser su
“custodio directo”.
Villa María
Los porcentajes
de arbolado urbano varían según los barrios, pero la mayor carencia
se percibe en el centro. Desde la Secretaría de Ambiente municipal,
estimaron que el déficit supera el 30 por ciento. En 2017 se
presentó una iniciativa para apadrinar árboles en el centro, pero
encontró cierta resistencia entre comerciantes.
Con la
Universidad Nacional de Villa María, el municipio iniciará este mes
un censo para precisar cuántos árboles hay, dónde y en qué
estado. Y se anuncia un intento por plantar variedades autóctonas,
que se adapten y sobrevivan.
San Francisco
Los adoquines y
el arbolado daban un marco característico a sus principales calles,
pero en los últimos años el verde se fue deteriorando y las
reposiciones necesitarán años para retomar aquel esplendor. Veredas
sin plantas, poda indiscriminada y extracción de árboles añejos
sin control son problemas reiterados.
Ernestina
Saravia, de la Asociación para el Medio Ambiente y su Dinámica
(Amad), indicó que “se cumple solamente con el 10 por ciento de
los árboles requeridos por metro cuadrado”. “Cada vez tenemos
más cemento y edificios de altura y menos árboles para
contrarrestar esa modificación del ambiente. Además, se colocan
especies exóticas, a las que les cuesta más adaptarse”, agregó.
El municipio
informó que en 2017 se plantaron mil ejemplares en los límites de
la ciudad y en el parque industrial y que para este año se planifica
una cifra similar. Para Amad, son números bajos para el déficit
existente.
Alta Gracia
Hace 10 años
rige una ordenanza que obliga a cada frentista a plantar árboles en
sus veredas, pero el acatamiento es bajo y los controles no se
acentúan. En las calles, la deforestación es evidente. La
Municipalidad inició tiempo atrás una campaña de pulmones verdes y
el más importante es el ubicado en el exbasural. Los principales
espacios verdes son el parque del Sierras Hotel, el García Lorca y
el predio Solares del Palmar. El último está en riesgo ya que se
construye allí un colegio y planean instalar los tribunales y la
sede de la Fiesta de Colectividades.
Río Tercero
Una estimación
planteada por la Comisión de Arbolado Urbano (integrada por
voluntarios y asesora del municipio) presume que faltan, sólo en
veredas, unos 11 mil árboles. Hernán Fuensalida, su referente,
explicó que ese número surgió de un relevamiento de 2008, que este
año se actualizaría. Hace 20 años, otro estudio determinó que a
la ciudad le faltaban 60 mil árboles, sumando espacios verdes y
cortinas forestales, sobre todo para una ciudad con perfil industrial
y producción química. No hubo planes intensivos de forestación y
la necesidad se mantiene.
Fuensalida
rescató que algunos loteos nuevos sumaron forestación adecuada. Y
planteó que a esta carencia no sólo contribuyen los gobiernos sin
programas, sino también “el desinterés de la gente”. El
frentista está obligado a tener plantas en veredas, pero el
incumplimiento es elevado.
Jesús María
Años atrás, el
Inta, la Sociedad Rural, el municipio y el Colegio Pío León
hicieron un relevamiento del arbolado urbano.
El trabajo arrojó
un faltante de unos 900 ejemplares en veredas. Las crecientes de 2015
provocaron la desaparición de cientos de ejemplares en los barrios
pegados al río. El municipio dice contar ahora con un mapa que
muestra la importante falta de arbolado en la periferia, en las
costas del río y en los nuevos loteos porque los ejemplares son muy
jóvenes. Anunció un plan para 2018 de plantación de dos mil
árboles en espacios verdes, que produce el vivero municipal.
Villa Dolores
El arbolado
público urbano es una asignatura pendiente, acentuada por su
ubicación en una región árida. En el centro, las veredas antiguas
y angostas hacen que casi no prospere la forestación. En algunos
barrios más nuevos la planificación previó plantaciones.
“Desde hace
décadas, no hay un área municipal que se encargue específicamente
del arbolado como política pública, existe una ordenanza, pero no
se cumple, no hay un inventario de árboles y no hay personal
capacitado”, señaló Marcela Ledesma, agrónoma especializada en
forestación.
El biólogo
Gerardo Coria, de la ONG Prevenir, coincide: “Es grande la carencia
y no se cuida lo que ya se tiene. Tampoco se involucra a los
vecinos”. Otro cuestionamiento es que lo poco que se foresta no
suma especies adecuadas.
Río Segundo
Según relevó la
ONG local Coamxa, falta el 45 por ciento de los árboles en la zona
urbana. “El déficit se nota más en la periferia. Hay que plantar
más árboles, especialmente nativos”, señaló Edgardo Cánepa, de
esa organización. Cánepa dijo que pese al esfuerzo de Coamxa, del
municipio y de algunas instituciones, en la zona urbana hay menos
árboles que hace 10 años.
Desde el
municipio reconocieron que faltan árboles, aunque destacaron que en
los últimos cinco años se plantaron más de 1.500. También
aseguran que se están jerarquizando espacios verdes: “Tenemos 14
hectáreas de ferrocarriles en el centro, un pulmón. Y llevamos
hechas 22 plazas”.
La Calera
El acelerado
crecimiento urbano de la última década no fue acompañado por
planes de arbolado al mismo ritmo. En las principales arterias se han
refuncionalizado espacios y se sumaron complejos comerciales, pero no
se avanzó en una mejora del verde en las veredas. El municipio
aseguró que trabaja ahora en varias plazas para mejorar esos
espacios.
En Sierras
Chicas, uno de los pocos casos de intervención en el arbolado urbano
fue en Río Ceballos, que una década atrás desarrolló un proyecto
de plantación de especies autóctonas al menos en varias cuadras de
la principal avenida, que hoy ofrecen una postal armónica entre
cemento y vegetación. En el resto de las ciudades del corredor, el
arbolado urbano no parece ocupar una prioridad.
Fuente:
Falta de arbolado, una constante en el interior provincial, 05/03/18, La Voz del Interior. Consultado 05/03/18.
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