por Manipadma
Jena
NAIROBI, 4 dic
2017 (IPS) - “La voluntad política es la clave del éxito en la
lucha contra la contaminación de los océanos”, indicó Erik
Solheim, director de ONU Medio Ambiente (OME), al frente de la
campaña contra la basura plástica de mares y océanos, la
escorrentía agrícola y los vertidos químicos, en diálogo con IPS.
“Se trata de
construir capacidades para una gobernanza fuerte y para fortalecer el
liderazgo político en estos asuntos”, subrayó Solheim, exministro
de Ambiente y Desarrollo Internacional de Noruega, días antes de la
Asamblea de OME, que comenzó este lunes 4 y se extenderá hasta el
miércoles 6, en su sede de Nairobi.
“Uno de los
grandes cambios ha sido comprender el tema (de la contaminación
marina) y darse cuenta que hay que hacer frente a un problema
extremadamente serio. Por eso comenzamos a ver varias iniciativas”,
indicó.
“A escala
comunitaria, hay equipos de limpieza que realmente hacen un trabajo
extraordinario llamando la atención sobre el problema”, indicó.
“También vemos
al sector privado tomar medidas serias. Por ejemplo, Dell cambia su
envasado. Ciertas cadenas nacionales e internacionales cambian sus
prácticas, por ejemplo, usando papel en vez de plástico o
eliminando sorbitos de plástico”, añadió.
“Luego está la
acción de gobiernos. Algunos países prohibieron los microplásticos
y otros las bolsas plásticas. Kenia, Ruanda y Bangladesh, por
ejemplo, son líderes reconocidos en la lucha contra la contaminación
plástica”, añadió.
“Eso apunta a
una mayor comprensión del problema de la basura marítima y a la
decisión de tomar medidas concretas. Por último, el problema está
río arriba. Necesitamos que la industria cambie. Necesitamos que la
gente ejerza su poder como consumidores”, indicó Solheim.
La “economía política de la contaminación es cuando grupos de presión
interesados se benefician externalizando los costos de producción y
descargando desperdicios no deseados al ambiente. Legisladores contra
el plástico se enfrentan a una industria plástica, que moverá unos
654.000 millones de dólares en 2020”, explicó Joachim
Spangenberg, del alemán Centro Helmholtz de Investigación para el
Ambiente.
Dow Chemicals, Du
Pont, BASF, ExxonMobil y Bayer son actores clave del sector, por
ejemplo.
Los gobernantes
tienen el poder de hacer frente a la “economía política” de la
contaminación, opinó.
Malos hábitos
alimentarios atentan contra posibles beneficios de los océanos
De seguir todo
igual, entre 2010 y 2030, la economía oceánica podría duplicar su
valor global a tres billones (millón de millones) y crear 40.000
millones de puestos trabajo, según un estudio de la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) de 2016.
El crecimiento de
la economía oceánica se debe a industrias tradicionales y
emergentes, alimentos marinos, energía, transporte, minerales,
medicamentos, turismo e innovaciones.
El impacto sobre
la salud oceánica reducirá sus posibilidades de crecimiento.
“Necesitamos
que los gobiernos hagan pagar a los contaminadores, y esforzarnos más
para reciclar, reutilizar y gestionar los desperdicios. La solución
es, primero, impedir que la basura termine en el océano”, subrayó
Solheim, en diálogo con IPS.
La contaminación
de los desperdicios plásticos en los océanos cuesta 8.000 millones
de dólares.
“La
contaminación por desperdicios plásticos vertidos en el océano le
cuesta al mundo por lo menos 8.000 millones de dólares al año, pero
es una estimación subestimada teniendo en cuenta las consecuencias
acumuladas a largo plazo”, dijo el director de OME.
Entre 4,8
millones y 12,7 millones de toneladas de desperdicios plásticos
llegan al océano cada año, 80 por ciento de las cuales procedentes
de fuentes terrestres a causa de la inadecuada gestión de la basura.
La producción de
plástico aumenta entre cuatro y cinco por ciento al año, según el
Instituto Worldwatch.
La contaminación
está en todas partes, aun en una diminuta isla inhabitada del océano
Pacífico, sin contacto humano, tenía 18 toneladas de plásticos, y
también se encontraron a unos 11 kilómetros de profundidad, el
punto más profundo del océano en la fosa de las Marianas, subrayó.
Distintas fuentes
terrestres vierten la mayor parte de desperdicios y contaminantes a
los océanos y las aguas costeras, la mayoría a través de los ríos.
La agricultura y la agroindustria, la pesca, la acuicultura, el
sector petrolero, las aguas vertidas, el empaquetado, las industrias
extractivas y farmacéuticas son las principales fuentes.
En las regiones
costeras, donde vive 37 por ciento de la población mundial, la
basura plástica puede ser responsable de atrofiar el desarrollo
neurológico, causar enfermedades cardíacas y renales, así como
cáncer, esterilidad y trastornos hormonales.
Algunas de las
consecuencias menos conocidas de la ingestión de microplásticos (de
menos de cinco milímetros) en las criaturas marinas puede afectar la
fertilidad femenina y hacer crecer tejido reproductivo en los peces
machos, causando su feminización.
Los químicos de
los plásticos causan trastornos de la tiroides en las ballenas,
cáncer de hígado y disfunciones endocrinas, señala el informe de
contaminación de OME de este año.
¿Por qué
demoran en aprobarse políticas contra los microplásticos?
“Se trata de
presentar la acción ambiental de forma positiva y constructiva.
Tenemos que dejar de verlo como un costo o un sacrificio, sino como
una oportunidad para la salud y beneficios para la economía y el
planeta”, explicó Solheim.
El gobierno de
Kenia prohibió hace poco las bolsas de plástico. “Inevitablemente,
hubo quejas de algunos fabricantes, pero tenemos que considerar los
beneficios de cambiar a un empaque más sostenible”, recordó.
“Existen
beneficios para el turismo, pues nadie quiere hacer un safari y ver
bolsas de plástico volando en la sabana o pasar las vacaciones en
playas llenas de plástico. También hay beneficios para la cadena
alimentaria”, añadió.
“Hacer frente a
la contaminación se ha asociado con un costo no deseado para la
industria y una desventaja para el crecimiento económico”,
reconoce Solheim en su “Visión para un planeta libre de
contaminación”, antes de la Asamblea de la OME.
“Pero ahora
está claro que el desarrollo sostenible es la única forma de
desarrollo que tiene sentido, incluso en términos financieros y
económicos”, añadió.
“Si no se toman
medidas, nos encaminamos hacia el último costo: la destrucción de
nuestros océanos. Es más barato prevenir la contaminación ahora
que limpiar en el futuro”, dijo a IPS.
Hacer que los
países miembros de la OME prioricen el tema de la basura plástica
en los océanos está en la agenda de la Asamblea de la organización,
en la que participan los jefes de Estado y de gobierno de los 193
estados miembro, ministros de Ambiente, gerentes de compañías,
científicos de la NASA, activistas y artistas con el fin de fijar
compromisos para la protección del ambiente.
Traducido por
Verónica Firme
Fuente:
Manipadma Jena, Políticas contra la basura plástica en los océanos, se buscan, 04/12/17, Inter Press Service.
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