Entrevista
realizada a la maestra rural Ana Zabaloy durante el 8° Encuentro de
Pueblos Fumigados de Buenos Aires: “Estamos en el ojo de la
tormenta y las escuelas están muy afectadas por este modelo”.
Fue durante el 8°
Encuentro de Pueblos Fumigados de Buenos Aires en San Andrés de
Giles en que el colectivo comunicacional Huerquén entrevistó a Ana
Zabaloy, docente y psicopedagoga, exdirectora de la Escuela N° 11 de
San Antonio de Areco e integrante de la Red de Docentes por la Vida
de la Provincia de Buenos Aires. Zabaloy viene desde el año 2012
denunciando la situación de las escuelas rurales fumigadas con
agrotóxicos, una situación que muestra el desprecio del agronegocio
por la vida y salud de miles de chicos, docentes y no docentes.
“¿Cómo
podemos naturalizar que parte de los millones de litros de
agrotóxicos que se usan en Argentina terminen sobre toboganes,
calesitas y subibajas, en bebederos y tanques de agua, en sus
cuerpitos que se abren a la vida?”, se pregunta Huerquén. “Quizá
para tratar de entender haya que buscar en la forma de mirar de
quienes sostienen este modelo de agronegocios, obnubilados por el
deseo de extensiones ininterrumpidas de commodities. Quizá en esos
delirios una escuela rural y un puñado de chicos estudiando sean un
estorbo más y, como si fueran otra “maleza” o “plaga” a
combatir, su destino sea ser fumigados”.
Agradecemos desde
Ecología y medioambiente al colectivo comunicacional Huerquén por
compartir con nosotros la entrevista realizada a la maestra de
escuelas fumigadas Ana Zabaloy.
¿Cuál es la
situación de las escuelas rurales en el marco de las fumigaciones?
Las escuelas
rurales de la provincia de Buenos Aires están sufriendo de manera
muy directa la problemática de las fumigaciones con agrotóxicos, y
uno lo ve cotidianamente en las historias que te cuentan los chicos,
en los problemas de salud que sufren ellos y sus padres, en las
mismas docentes y no docentes que trabajamos en esas escuelas. Las
docentes rurales somos testigos directos del costo humano de este
sistema basado en transgénicos y venenos. Estamos en el ojo de la
tormenta y las escuelas están muy fumigadas, muy afectadas por este
modelo. Y no sólo en la escuela los fumigan, ellos te cuentan como
son fumigados en sus casas cotidianamente. Esta es una realidad de
todas las escuelas de la provincia de Buenos Aires más allá de que
no todas denuncien. Hay excepciones, como por ejemplo una en San
Antonio de Areco que está rodeada de haras; y esa no es fumigada
porque estamos hablando de caballos de carrera que valen mucho, en
las otras escuelas hablamos de pibes nada más.
¿Podrías
contarnos qué te tocó vivir a vos personalmente?
A mí me pasó
llegar una mañana de junio a la escuela y en el campo pegado había
unas maquinarias, pero como uno está tan acostumbrado a verlas no me
llamó la atención. Al rato de entrar había mucho olor, que los
nenes identificaron que era el olor del veneno del mosquito (máquina
fumigadora). Veo por la ventana de la cocina que había una máquina
fumigando el campo pegado a la escuela. No había forma de
interceptarlo porque para eso había como que meterse debajo del ala.
En ese momento recibí un llamado así que salí de la escuela porque
dentro de la escuela solemos tener problemas de señal y a raíz de
eso aspiré accidentalmente lo que estaban usando para fumigar, que
resultó ser 24D, como sabemos: uno de los componentes del Agente
Naranja usado en Vietnam, el cual es muy neurotóxico así que yo me
volví a mi casa con la cara dormida lo que me duró un par de
semanas.
A partir de ese
acontecimiento los chicos y las familias empezaron a hablar de lo que
les pasaba a ellos con las fumigaciones cotidianamente; cómo
fumigaban sobre sus casas. Me ha pasado también que llegaban nenes
con dolores de cabeza y mareo porque en el camino mientras venían en
la motito con su mamá, un mosquito los fumigó. Otro nene que se
cruzó con un mosquito que se trasladaba por el camino y cuando llegó
a su casa tuvo que cambiarse toda la ropa por el olor a veneno que
tenía. O sea que el problema no es sólo cuando están desparramando
el veneno si no también cuando transitan por los caminos rurales.
Además ver la afección en la salud de mis alumnos: problemas
respiratorios, digestivos... Mamás que perdieron embarazos,
problemas de piel terribles, permanentes, que te cuentan que cuando
descuelgan la ropa de la soga la tienen que volver a lavar por el
olor a veneno. Una nena que tenía sangrados de nariz, que fue un
caso muy impactante porque es una familia que vino de Paraguay y yo
los vi llegar. Eran unos gorditos rozagantes, sanísimos, pura vida y
después de cuatro años de vivir en un establecimiento de cría de
ganado porcino donde fumigaban muchísimo con avionetas sobre el
techo de sus casitas, ver cómo se iba deteriorando su salud llegando
a tener una sinusitis crónica con sangrados de nariz, que me
hicieron salir un viernes a la noche porque me llamó la mamá
desesperada porque en el hospital no le habían dado bolilla. Y tenés
que intervenir para que los atiendan como se merecen, que es todo
otro tema. En los centros de salud no les dan bolilla, no lo asocian
a los agroquímicos por más que le digas que estás fumigado o que
hayas pasado por un episodio de que fumigaron tu casa y los nenes
hacen un cuadro respiratorio. Llegan al hospital y le dicen que "no
es por eso", que "es normal", que "es porque el
nene tiene problemas". Son casos que sacuden mucho.
¿Cuál fue la
actitud de las distintas instituciones del Estado ante los reclamos y
las denuncias?
En relación a
las instituciones del Estado, pasando por la misma Dirección General
de Escuela, inspectoras y otros compañeros docentes también, pasás
de la indiferencia a la complicidad. A nivel municipal, el Consejo
Escolar, el Consejo Deliberante, los gremios docentes... uno ve muy
poco acompañamiento. Es como que nadie se quiere meter con este
tema. Hay una mezcla de ignorancia, de miedo, de defender los
intereses económicos que se mueven detrás de esto. En los pueblos
agrícolas chicos está mucho este concepto de que “todos vivimos
del campo”, que no hay que meterse con el campo, y tampoco digas
nada que pueda molestar al otro.
Parece una pavada
pero esto en los pueblos chicos circula mucho. El que no tiene un
pariente, tiene el marido de la amiga, el que no vende tractores
vende agroquímicos, o tiene de clientes en su comercio a los tipos
que producen en el campo, entonces es difícil. Estas sociedades
reaccionan con indiferencia o con rechazo manifiesto. Las inspectoras
no se comprometen con la problemática, te reciben las notas pero en
general te impulsan a que te calles, a que no hagas mucho escándalo
público, a que no incluyas estas problemáticas por ejemplo en tus
discursos en la escuela. A mí me ha pasado que inaugurando el Jardín
recibí un llamado de la inspectora la noche anterior para que “por
favor” no hablara de las fumigaciones en el discurso de
inauguración. Son cosas muy fuertes porque son los chicos los que
están en riesgo. Los que ellas supuestamente tienen que defender.
Son sus escuelas... Así lo siento yo, son mis escuelas, son mis
chicos y sentís que para los otros no hay ese sentido de
pertenencia, que los pibes no importan, son apenas un número en la
matrícula. No sé, no llego mucho a entender esa lógica. Me cuesta
ponerme en esas cabezas.
¿Qué pasa con
los padres y las madres de los chicos de las escuelas fumigadas?
Es un tema
complicado porque ellos en general son personas que vienen del
interior del país y de países limítrofes como Paraguay del que se
ven muchos trabajadores rurales. Y ellos en estos lugares donde
trabajan tienen su hogar y su trabajo, entonces están bastante
entrampados en esto. Trabajar con ellos y hacer esto parte del
proyecto institucional tiene que ser uno de los ejes. Ayudarlos a
tomar conciencia, a conocer los riesgos de esto, pero a la vez
cuidándolos, no exponiéndolos mucho porque si ellos salen a
denunciar al otro día están sin casa y sin trabajo. Es todo un tema
porque es cuidarlos, denunciar por ellos, es pedir protección para
estos chicos y su familia pero tomando conciencia que ellos están
ahí en el lugar más complicado.
Se puede trabajar
mucho con las mamás porque en las escuelas rurales, con las
distancias que recorren para llegar, es común que se queden en la
escuela en el horario de clase. Entonces la cocina de mi escuela se
trasformó en un aula para las mamás con un pizarrón donde
trabajamos con recetas, hablamos de comida saludable, de soberanía
alimentaria, intercambio de semillas, qué se cultiva en las
provincias de donde ellas venían. Donde las mamás también veían
los videos que veían los chicos para investigar. Con los papás
cuesta más, porque ellos mientras tanto están allá, capaz subidos
a una máquina fumigando.
Es difícil pero
creo que vale la pena hacer ese trabajo. Y hay que instalar esta
temática en los Proyectos Institucionales de las Escuelas Rurales.
No podes hablar de “la germinación del poroto” cuando afuera por
la ventana ves como el campo queda devastado, y los chicos lo ven
porque te lo dicen.
Nosotros pusimos
como tema en la Feria de la Ciencia “La Biodiversidad en los
Ambientes Rurales” y ahí salió todo, a partir de lo que ellos
mismos veían. Uno de los nenes me decía: “¿Por qué no había
mariposas en la escuela?”, y otro, Toto, dijo: “Yo creo, seño,
que estos tiran para matar la isoca pero al final matan todo”.
Entonces a partir de una hipótesis de uno de los nenes que lo veía
en su entorno cotidiano, se generó toda una investigación. ¡Los
nenes la tienen re clara! Los chicos son sumamente inteligentes. Este
trabajo fue muy bueno. Lo haría una y mil veces y creo que hay que
replicarlo. La Red de Docentes por la Vida tiene que ver con esto,
con juntarnos las docentes de la provincia de Buenos Aires, que en
general, las que denunciamos esto en nuestros pueblos estamos muy
solas. Alguna tiene la suerte de tener alguna asamblea ambientalista
que las apoya y así poder sumarnos a denunciar esta situación, a
trabajar en nuestras comunidades, a alzar la voz frente a la
Dirección General de Escuelas, frente a los gremios. Unirnos porque
cuando estás sola, y a mí me pasó cuando comencé a denunciar esto
en 2012, no sabés para dónde salir, a quién pedirle ayuda y creo
que las redes de trabajo en comunidad son súper importantes, y
aspiramos a que la Red de Docentes por la Vida se fortalezca y haga
fuerza.
Fuente:
Agrotóxicos: “Las docentes rurales somos testigos directos del costo humano de este sistema”, 25/09/17, La Izquierda Diario. Consultado 25/09/17.
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