lunes, 3 de julio de 2017

Una planta nuclear en Río Negro


por Miguel Ciliberto

Se ha instalado en los últimos días un tema que genera intranquilidad y preocupación en los ciudadanos de Río Negro. Tal es el del avance de un acuerdo entre los gobiernos nacional y provincial para la construcción de una central nuclear en territorio de la provincia.


En nuestro sistema representativo de gobierno, la gran mayoría de temas queda en mano de los representantes electos para ser resueltos y gestionados, pero dada la trascendencia extraordinaria del tema en consideración, de la repercusión en decenas de años que tendría sobre nosotros, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos una decisión de ese calibre, sumado al hecho de que sobre este tema no hay mandato ya que no se trató en la campaña de las elecciones anteriores, se debe convocar a los ciudadanos de Río Negro para que se expidan en consulta popular vinculante sobre si aceptan o no que se instale en la provincia una central nuclear para la producción de energía eléctrica.

Para ello creemos necesario arrojar un poco de luz, desde un aspecto técnico y económico sobre el tema, en un momento en el que algunas voces dicen que tenemos que construir nuevas centrales nucleares y aceptar sus riesgos como única manera de mantener el modelo de vida actual despilfarrador en el aspecto de consumo energético.

Así es que queremos señalar que existen métodos que ajustan mejor a las condiciones naturales de nuestra Patagonia, con ventajas de costos, limpieza y ausencia de riesgo.

Estas alternativas son las energías eólica y solar.

Con datos básicos podemos extraer una primera conclusión: con la misma inversión la energía eólica produce al año mucho más que la energía nuclear y con ventajas adicionales, puesto que la eólica además es inagotable.

Igual sucede con la energía solar fotovoltaica: se han obtenido resultados que nos permiten hacer comparaciones con la nuclear y la eólica y concluir que dado el costo actual de este tipo de energía debemos pensar en un sistema combinado de generación, que complemente los períodos sin sol o sin viento para compensar por ejemplo con la energía hidroeléctrica, o la mareomotriz.

El costo de mantenimiento de los parques solares es muy bajo y el del combustible es cero, por lo que las condiciones de competitividad de la fotovoltaica son excelentes.

Hablando de costos, la distancia desde el sitio de emplazamiento (Río Negro) al triángulo industrializado (Buenos Aires, Córdoba, Rosario) genera un “costo transporte”, que no tendría si la planta se instalara junto a las ya existentes. Por qué entonces instalarla en la Patagonia.

No tiene sentido entonces pensar en centrales que en los países desarrollados se están retirando de servicio y reemplazando por las que aquí mencionamos. Es como mandar una carta por correo común teniendo la computadora e internet a mano.

Como hemos dicho, no sólo es hoy desventajosa la producción de energía nuclear, sino que además tiene serios inconvenientes tales como el accidente en la planta nuclear de Fukushima. A pesar del alto nivel de sofisticación de los sistemas de seguridad de las centrales nucleares el componente humano siempre tiene importante repercusión. Ante un imprevisto o en la gestión de un accidente nuclear no se puede garantizar que las decisiones tomadas por los responsables sean siempre las más apropiadas. Tenemos dos buenos ejemplos en Chernóbil y en Fukushima.

Una dificultad importante es la difícil gestión de los residuos nucleares generados. Tardan muchísimos años en perder su radioactividad y peligrosidad.

Por otro lado, el terrorismo es una terrible y lamentable realidad que tiene en vilo a la sociedad mundial y que en nuestro país ha mostrado ya su dolorosa garra (Embajada de Israel y AMIA). La presencia de una central nuclear en nuestro territorio no hace sino generar una vulnerabilidad que hoy no tenemos.

Con todo ello, las conclusiones son obvias. La energía nuclear no es la mejor alternativa en la actualidad, puesto que resulta cara frente a otros sistemas de producción, produce residuos que hay que gestionar durante miles de años y, como sabemos, lleva consigo riesgos para la salud de las personas.

Luego del accidente nuclear de Fukushima, países desarrollados como Alemania, Bélgica, Suiza y Taiwán han anunciado su salida de la energía nuclear. Por ejemplo, Alemania ha anunciado su decisión de cerrar todas sus centrales nucleares a finales del 2022, Italia abandonó sus proyectos nucleares después de un referéndum en el que el 95% de los votantes rechazaron la energía nuclear, Suiza decidió desactivarlas una vez cumplida su vida útil y no construir nuevas centrales, Quebec cerró su central nuclear en Gentilly a finales del 2012 y el gobierno de Japón anunció una salida nuclear para el 2030.

Otros países siguen el mismo camino. Entonces, mientras que los países más poderosos del mundo muestran un movimiento hacia la era no nuclear, la Argentina, un país con graves asimetrías y carencias en su desarrollo y en plena crisis económica, va a invertir sumas colosales en ella.

Parece ignorarse que no hay energía nuclear sin riesgo. Riesgo de accidentes, de guardar durante miles de años los residuos radiactivos que genera, riesgo ante un posible atentado. En suma, aumenta el riesgo y el peligro para las personas y su salud y para el ambiente.

La producción frutícola, la ganadera, la pesca de nuestra provincia, tienen ya suficientes dificultades de comercialización. ¿Le agregaremos el estar cerca de una planta nuclear? ¿Convocaremos turismo a una región que hoy detenta con orgullo la marca Patagonia pura y natural si tenemos una planta nuclear?

Argentina, un país que arroja directamente las aguas contaminadas de las cloacas en los ríos y que no ha logrado depurar esa vergüenza ambiental que es el Riachuelo, difícilmente sea capaz de transportar y tratar meticulosamente los desechos radiactivos de altísimo riesgo.

Por último, y considerando que la planta en cuestión será de uranio enriquecido, no podemos dejar de mencionar, por potencial que sea, el uso que se le puede dar a los residuos nucleares en la industria militar. El primer uso que se le dio a la energía nuclear fue construir dos bombas nucleares que arrasaron Japón durante la Segunda Guerra Mundial. El riesgo de que en el futuro se vuelvan a utilizar armas nucleares siempre existirá.

Fuentes:
Miguel Ciliberto, Una planta nuclear en Río Negro, 03/07/17, El Patagónico. Consultado 03/07/17.
La obra de arte que ilustra esta entrada es "Nuclear Marsh" del artista Wolfang Ertl.

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