La fractura de la barrera Larsen C podría desencadenar unos efectos colaterales que tardarían décadas en manifestarse.
por Chen Zao, Christopher Watson y Matt Kings
Los icebergs que
se desprenden de la Antártida, incluso los más voluminosos, no
suelen preocupar a los glaciólogos. En cambio, el nacimiento
inminente de un nuevo iceberg gigante podría ser algo fuera de lo
común para el continente helado.
La barrera de
hielo Larsen C, la cuarta mayor de la Antártida, ha atraído la atención mundial en vísperas del “parto” de un iceberg
equivalente a la décima parte de su superficie, o lo que es lo
mismo, más o menos a la mitad de la superficie del área
metropolitana de Melbourne. Todavía es difícil predecir con precisión cuándo se va a soltar.
Pero lo que
debería llamar la atención no es el tamaño del iceberg. Estas
masas de hielo se desprenden constantemente, incluida alguna enorme
de vez en cuando, sin que haya por qué preocuparse. Los icebergs
solo tienen un mínimo efecto directo sobre el nivel del mar.
El “parto” en
sí no supondrá más que el nacimiento de otro gran iceberg, pero
entre los científicos existe el fundado temor de que toda la barrera
Larsen C pueda desestabilizarse y acabar rompiéndose, provocando
unos efectos colaterales que podrían tardar décadas en
manifestarse.
Las barreras de
hielo funcionan, básicamente, como el corcho de una botella. Los
glaciares fluyen de la tierra al mar, y el hielo que transportan
acaba absorbido por la barrera. La desaparición de esta hace que los
glaciares fluyan más deprisa, aumentando el ritmo al cual el hielo
se desplaza de la tierra al mar. Esto tiene una repercusión mucho
mayor sobre el nivel marino que el desgaje de los icebergs.
Si bien la
predicción de que la plataforma Larsen C puede desestabilizarse se
basa en parte en la física, también se apoya en las observaciones.
Utilizando imágenes aéreas y de satélite, los científicos han
logrado rastrear barreras pasadas muy similares. En algunos casos se
ha visto cómo retrocedían y se venían abajo.
La muerte de una
barrera de hielo
El colapso más espectacular de una barrera de hielo observado hasta el momento ha sido el de la imaginativamente llamada Larsen B, vecina de la Larsen C por el norte. En el año 2002, la plataforma entera se fracturó endocenas de icebergs en el transcurso de tan solo seis semanas. De manera casi inmediata, los glaciares que la alimentaban aceleraron su desplazamiento entre dos y seis veces, y hasta hoy siguen fluyendo más deprisa.
En nuestro nuevo
estudio, publicado en Earth and Planetar y Science Letters, hemos
atrasado el reloj todavía más para observar la barrera Wordie, en
la costa oeste de la península antártica meridional, que empezó a
retroceder en la década de 1960 y acabó desapareciendo en enero de 2017.
A lo largo de los
últimos 20 años, las observaciones han mostrado que el principal
glaciar que alimentaba la barrera Wordie, llamado glaciar Fleming, se
ha acelerado, y que su espesor ha disminuido. Comparado con los que
alimentan las barreras Larsen B y C, el glaciar Fleming es enorme.
Mide 80 kilómetros de longitud, 12 de anchura, y 600 metros de
grosor en el frente.
Utilizamos
fotografías aéreas históricas desde 1966 para crear un mapa
topográfico del glaciar Fleming y lo comparamos con las medidas
desde 2002 hasta 2015. Entre 1966 y 2015, el glaciar perdió al menos
100 metros de espesor cerca del frente. La tasa de adelgazamiento,
que es la tasa a la cual cambia la altura, aumentó rápidamente.
Después de 2008 ha multiplicado por más de dos la del periodo 2002
a 2008, y ha cuadruplicado la tasa media de 1966 a 2008.
Desde 2008, la
velocidad del flujo de hielo en el frente también ha aumentado más
de 400 metros al año. Es el mayor cambio de velociad de los últimos
años en cualquier glaciar de la Antártida. Todas estas variaciones
apuntan a que la causa es el colapso de la barrera de hielo.
Calculamos que,
desde 1966, el volumen total de hielo perdido por los glaciares que
alimentaban la barrera Wordie es de 179 kilómetros cúbicos, es
decir, 319 veces el volumen del puerto de Sydney. El peso de este
hielo que se desplaza de la tierra al mar ha hecho que el lecho de
roca que hay debajo de los glaciares se levante más de 50
milímetros.
Otro estudio
indica que este levantamiento podría haber ralentizado la retirada
del glaciar, pero está claro que la deformación del lecho de roca
no ha hecho que el desplazamiento del hielo haya dejado de
acelerarse. Al parecer, al glaciar Fleming le queda mucho antes de
que vuelva a un nuevo estado de estabilidad (en el que las
precipitaciones en forma de nieve que alimentan el glaciar igualen al
hielo que se vierte en el océano).
Cincuenta años
después de que empezase el colapso de la barrera Wordie, los
principales glaciares que la alimentan siguen adelgazando y fluyen
más deprisa que antes.
Aún no podemos
predecir las consecuencias del desprendimiento del nuevo glaciar de
la barrera Larsen C, pero si la plataforma empieza a retirarse o
colapsa, la historia nos dice que es probable que los glaciares
fluyan más deprisa, lo cual hará la subida del nivel de mar todavía
más inevitable.
Chen Zhao es
estudiante de doctorado de Ciencias Antárticas de la Universidad de
Tasmania.
Christopher
Watson es profesor de Ciencias Espaciales y Topográficas de la
Escuela del Suelo y los Alimentos de la Universidad de Tasmania.
Matt Kings es
catedrático de Ciencias Espaciales y Topográficas de la Escuela del
Suelo y los Alimentos de la Universidad de Tasmania.
Cláusula de
divulgación:
Chen Zhao es estudiante de doctorado de la Escuela del Suelo y los Alimentos de la Universidad de Tasmania. Recibe financiación del Programa de Formación de Investigadores del Gobierno Australiano.
Christopher
Watson recibe financiación del Consejo Australiano de Investigación
y delDepartamento de Medio Ambiente.
Matt King recibe
financiación del Consejo Australiano de Investigación y del
Departamento de Medio Ambiente.
Este artículo
fue publicado originalmente en inglés en la web The Conversation.
Traducción de
News Clips.
Fuente:
Chen Zao, Christopher Watson, Matt Kings, No se preocupepor el enorme iceberg antártico, sino por los glaciares que hay detrás de él, 24/07/17, El País. Consultado 25/07/17.
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