Este
es un artículo de opinión de Martin Khor, director ejecutivo del
Centro Sur, una organización no gubernamental de países en
desarrollo, con sede en Ginebra.
por Martin Khor
Penang,
24 abr 2017 (IPS) - Al cumplirse los primeros 100 días de gobierno
de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, el sábado 29, es
hora de evaluar el impacto que ha tenido hasta ahora en el mundo, y
en especial en los países en desarrollo.
Es
demasiado pronto para sacar grandes conclusiones, pero lo que se ha
visto desde que asumió el 20 de enero hasta ahora es preocupante.
Trump
dijo que Estados Unidos no debía verse arrastrado a guerras de
otros, pero el 6 de este mes atacó a Siria, a pesar de que no había
pruebas contundentes que demostraran la responsabilidad del
presidente sirio Bashar al Assad en el uso de armas químicas.
Luego,
lanzó sobre un distrito muy poblado de Afganistán lo que se ha
calificado como la bomba no nuclear más grande.
Algunos
observadores opinaron que el fin de ese ataque fue mandar un mensaje
interno, pues nada aumenta tanto la popularidad del presidente o
prueba su fuerza como hacerle frente a un enemigo.
Quizá
sus acciones también estaban dirigidas al líder de Corea del Norte,
quién a su vez amenazó con responder con bombas convencionales o
nucleares en caso de un ataque estadounidense, y probablemente lo
dijo en serio. Y el propio Trump amenazó con bombardear sus
instalaciones nucleares.
Con
dos presidentes tan impredecibles, podríamos estar increíblemente
al borde de una guerra nuclear.
“Hay
miembros del círculo más cercano al presidente que creen que el
gobierno de Trump contempla seriamente dar el ‘primer golpe’
contra Corea del Norte. Pero si (el mandatario norcoreano) Kim Jong
Un llegó a la misma conclusión, podría disparar primero”,
comentó Gideon Rachman, del Financial Times.
Además,
observó que quizá el presidente estadounidense haya llegado a la
conclusión de que la alternativa militar es la forma de lograr
“ganar” la imagen que prometió a los votantes.
El
columnista de The New York Times, Nicholas Kristof, dijo que la peor
pesadilla es que Trump se embarre en una nueva guerra coreana. Puede
llegar a ocurrir si destruye un ensayo de misiles que Corea del Norte
esté por lanzar, pues ese país podría responder lanzando su
artillería contra Seúl, donde viven 25 millones de personas.
El
general Gary Luck, excomandante de las fuerzas estadounidenses en
Corea del Sur, estimó que una nueva guerra coreana podría dejar un
millón de víctimas y un billón (millón de millones) en daños,
mencionó Kristof.
Lejos
de las expectativas de dejar de ser el policía del mundo para poner
a “Estados Unidos primero”, el nuevo presidente podría pensar
que las guerras, o por lo menos el lanzamiento de misiles y bombas en
otros países, es “hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande”.
Eso
puede ser más fácil que ganar batallas internas como reemplazar la
política de la salud del expresidente Barack Obama o prohibir el
ingreso de ciudadanos y refugiados de siete países musulmanes,
iniciativas ya bloqueadas por la justicia.
El
mensaje de que hay grupos de personas o de países que no son
bienvenidos en Estados Unidos podría estar teniendo consecuencias;
los últimos informes muestran un declive en el turismo y una
disminución de solicitudes de estudiantes extranjeros para ingresar
en una universidad de ese país.
Otro
revés lo protagonizó la Organización del Tratado de Atlántico
Norte (OTAN), a la que Trump condenó por obsoleta, pero luego la
aplaudió por “ya no ser obsoleta”, para gran alivio de sus
aliados occidentales.
Otro
cambio de rumbo, aunque bienvenido, fue cuando Trump reconoció que
China al final no manipula su divisa, a pesar de que en la campaña
prometió que lo primero que haría al llegar a la Presidencia sería
registrarla como manipuladora, lo que implicaría elevar los
impuestos al ingreso de productos chinos.
Trump
sigue obsesionado con el déficit comercial de Estados Unidos y,
según él, China es el principal culpable, con 347.000 millones de
superávit comercial.
En
una cumbre bilateral realizada en Florida el 7 y 8 de este mes, los
dos países se pusieron de acuerdo sobre una propuesta del presidente
chino Xi Jinping de tener un plan de 100 días para aumentar las
exportaciones estadounidenses a China y así reducir el déficit
comercial.
En
materia comercial, Trump también le pidió a su secretario
(ministro) de Comercio, Wilbur Ross, un informe para dentro de 90
días sobre los déficits comerciales bilaterales para conocer sus
causas, ya sea por dumping (venta a pérdida), engaños, subsidios,
acuerdos de libre comercio, desajuste de la moneda o hasta normas
injustas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Entonces,
el presidente estadounidense podrá tomar medidas para corregir los
desequilibrios, indicó Ross.
En
los 100 primeros días de gobierno, Trump no cumplió con su amenaza
de imponer gravámenes adicionales a México y China. Pero sí la de
retirar a Estados Unidos del Acuerdo de Asociación Transpacífico
(TPPA), y está por verse si decía en serio lo de reformar el
Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
La
amenaza al sistema comercial puede venir de una reforma fiscal
preparada por líderes del gobernante Partido Republicano en el
Congreso legislativo. El documento original contiene un sistema de
“ajuste comercial” con el fin de imponer un gravamen de 20 por
ciento a las importaciones a Estados Unidos, a la vez que se exonera
de las tasas corporativas a las exportaciones.
De
aprobarse una ley de ese tipo, lloverán críticas del resto del
mundo, en muchos casos contra Estados Unidos en la OMC, así como es
de esperar que varios países tomen represalias. Es posible que por
la oposición interna, ese aspecto del ajuste comercial quede de lado
o, por lo menos, que se modifique considerablemente.
Mientras
la nueva política comercial de Estados Unidos toma forma, en sus
primeros 100 días como presidente, Trump instaló un aire de
proteccionismo.
Otro
de los asuntos delicados ha sido el impulso de Trump contra la
política de cambio climático de Obama. Propuso reducir el
presupuesto de la Agencia de Protección Ambiental en 31 por ciento y
eliminar los programas de investigación y prevención sobre este
fenómeno en todas las dependencias del gobierno federal.
La
Agencia de Protección Ambiental, ahora encabezada por un escéptico
en materia de cambio climático, ordenó revisar los estándares
respecto de la contaminación de caños de escape de vehículos y
revisar el Plan de Energía Limpia, que fue el centro de la política
de Obama para reducir las emisiones de dióxido de carbono.
El
plan hubiera llevado al cierre de cientos de plantas a carbón,
frenado la construcción de nuevas centrales y reemplazado las
existentes por granjas eólicas y solares.
“La
revocación de la política también señala que Trump no tiene
intenciones de cumplir los compromisos formales de Obama en el marco
del Acuerdo de París”, observó Coral Davenport en The New Times.
En el
marco del acuerdo climático, Estados Unidos se comprometió a
reducir los gases de efecto invernadero en 26 por ciento para 2025,
respecto de los volúmenes de 2005.
De
hecho, al parecer hay un debate interno en Estados Unidos sobre
retirarse o no del Acuerdo de París. Pero aun si se queda, la nueva
delegación podría desalentar o impedir que otros países avancen
hacia la adopción de nuevas medidas y acciones.
Hay
una gran preocupación por la intención de Trump de dejar de
contribuir con 3.000 millones de dólares el Fondo Verde para el
Clima, que asiste a los países en desarrollo en la realización de
proyectos de cambio climático.
Obama
transfirió los primeros 1.000 millones de dólares, pero el gobierno
de Trump no hará más pagos, a menos que el Congreso revoque la
decisión del presidente, lo que es muy poco probable.
Otro
aspecto negativo de los primeros 100 días de gobierno, en especial
para los países en desarrollo, es la intención de Trump de restar
importancia a la cooperación internacional y para el desarrollo.
En
marzo, Washington comunicó su propuesta de presupuesto con un gran
recorte de 28 por ciento, o 10.900 millones de dólares, para la ONU
y otras organizaciones internacionales, el Departamento de Estado
(cancillería) y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo
Internacional (Usaid), mientras que aumentó el presupuesto militar
en 54.000 millones de dólares.
Eso
coincidió con el llamado del coordinador de asuntos humanitarios de
la ONU, Stephen O’Brien, de inyectar de forma urgente los fondos
para hacer frente a la peor crisis humanitaria desde la Segunda
Guerra Mundial (1939-1945) y a una grave sequía que afecta a 38
millones de personas en 17 países africanos.
Trump
también propuso recortar el aporte de Estados Unidos al presupuesto
general de la ONU por un monto no especificado y pagar como mucho 25
por ciento del costo de las misiones de paz. Hasta ahora, ese se
hacía cargo de 22 por ciento del presupuesto de la ONU, de 5.400
millones de dólares, y de 28,5 por ciento de los recursos de las
misiones de paz, de 7.900 millones de dólares.
Además,
Washington recortará 650 millones de dólares en tres años al Banco
Mundial y a otras organizaciones multilaterales de crédito.
La
comunidad que trabaja en cuestiones de relaciones exteriores en
Estados Unidos está impactada con la miopía de Trump, y 121
generales y almirantes retirados urgieron al Congreso a seguir
destinando fondos a la diplomacia y la asistencia exterior como hasta
ahora porque lo consideraron fundamental como forma de prevenir
conflictos.
La
idea de Trump probablemente vaya a discutirse en el Congreso porque
hay muchas personas que abogan por la diplomacia, con preocupaciones
de índole humanitaria, pero habrá que esperar.
Por
último, el problema con la reducción de fondos, es que el enfoque
de Trump en materia de política exterior diluye el espíritu y el
sentido de la cooperación internacional.
Si
uno de los mayores emisores de gases contaminantes a la atmósfera
descree y cuestiona que el recalentamiento planetario sea el
resultado de la actividad humana, y que podría devastar a la Tierra,
y deja de comprometerse a tomar medidas locales y a ayudar al resto,
otros países podrían verse tentados o impulsados a hacer lo mismo.
El
mundo podría verse privado de la cooperación que tanto le urge para
salvarse del catastrófico recalentamiento.
Traducido
por Verónica Firme
Fuente:
Martin Khor, Primeros 100 días de Trump generan mucha preocupación, 24/04/17, Inter Press Service.
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