por
Henry Fountain
Menos
de un año después de uno de los fenómenos de El Niño más fuertes
que se hayan registrado, los meteorólogos ven una posibilidad
creciente de que pueda comenzar otro este año.
Todavía
no se sabe qué tan fuerte podría ser El Niño nuevo, pero incluso
uno leve podría afectar los patrones climáticos en todo el mundo.
Entre los efectos potenciales están condiciones más húmedas en el
sur de Estados Unidos, incluyendo el sur de California; un
medio-oeste más seco, y sequía en partes de América del Sur,
África y Asia.
El
Niño también puede influir en las temperaturas mundiales que ya
están aumentando debido a las emisiones de gases de efecto
invernadero. El Niño de 2015-16, que fue muy fuerte, contribuyó a
que esos años fueran los dos más calientes que se hayan registrado.
El
fenómeno de El Niño ocurre cuando el agua tibia en el Pacífico
ecuatorial se desplaza, creando una inmensa zona cálida en el
Pacífico central y oriental. Esto añade calor y humedad al aire,
con lo cual se libera energía que afecta los vientos de gran
altitud, conocidos como corrientes de chorro, que rodean el planeta.
Durante
el evento 2015-16, las temperaturas del agua superficial en el
Pacífico se elevaron hasta cuatro grados Fahrenheit por encima de lo
normal. El calor se disipó gradualmente y el océano se enfrió más
de lo normal, una condición conocida como La Niña, que persistió
durante gran parte del año pasado.
En su
pronóstico más reciente, publicado el jueves, científicos de la
Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, así como de otras
organizaciones, dijeron que las condiciones eran neutrales, con
temperaturas normales en la superficie del mar. Pero hubo un 50 por
ciento de probabilidades de un Niño en la segunda mitad del año,
señalaron.
Mike
Halpert, director adjunto del Centro de Predicción del Clima de la
Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos,
en College Park, Maryland, dijo que desde que los científicos del
clima han estado estudiando el fenómeno un cambio de El Niño a La
Niña y de regreso a El Niño en tan poco tiempo -cerca de tres
años- ha ocurrido solo una vez, en la década de 1960.
Los
pronósticos de El Niño se basan en modelos computacionales del
clima mundial. Halpert dijo que esos modelos estaban en oposición a
las condiciones que observaban los meteorólogos.
“Si
observas el estado actual del océano y la atmósfera, realmente no
se parece a lo que normalmente esperamos ver cuando se acerca El
Niño”, dijo. “Esto nos ha confundido un poco”.
La
fuerza de El Niño está relacionada con la magnitud de los cambios
en las temperaturas del agua. Halpert afirmó que era demasiado
pronto para decir cómo resultaría este nuevo Niño, si es que
ocurre. “Pero la historia nos diría que no veríamos dos eventos
fuertes en tres años”, dijo.
Los
patrones climáticos -el calor en el noroeste del Pacífico es otro
de ellos- tienden a repetirse en diferentes años de El Niño. Sin
embargo, no hay garantía de que incluso un Niño fuerte tenga un
resultado esperado y específico.
Sin
embargo, los patrones generalmente recurrentes, junto con un mejor
pronóstico, pueden ayudar a los gobiernos y otras organizaciones a
prepararse. Dan Osgood, investigador del Instituto Internacional de
Investigación sobre el Clima y la Sociedad en la Universidad de
Columbia, dijo que la experiencia reciente de El Niño fuerte -que
en África causó sequías en algunas zonas y lluvias excesivas en
otras- mostró la efectividad de la planificación.
“Una
de las cosas más interesantes que resultaron del ciclo pasado es que
la gente está más enfocada en predecir lo que sucederá”, dijo.
Indicó
que el nuevo pronóstico debería establecer más planificación en
movimiento. “Se trata de organizarse para que no te atrape
desprevenido”, aseveró.
Fuente:
Henry Fountain, El Niño podría volver muy pronto, 19/04/17, The New York Times.
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