viernes, 7 de abril de 2017

El drama de Comodoro Rivadavia, en primera persona: "Parece que por acá hubiera pasado un terremoto"

Una periodista de La Nación en la ciudad patagónica relata cómo viven los comodorenses los efectos del temporal.

por Ana Tronfi

Comodoro Rivadavia. Mientras el temporal descarga sin piedad toda su furia, los comodorenses miramos con impotencia y desazón en lo que se convirtió nuestra ciudad: calles devastadas, "arroyos" de cauce improvisado y barro metidos adentro de las casas, falta de agua potable, la escuela de nuestros hijos funcionando como un centro de evacuación, amigos que piden ayuda desesperada a través de sus cuentas de Facebook mientras esperan que algún bote los rescate desde el techo de sus casas.

Parece que por acá hubiera pasado un terremoto.

Estamos acostumbrados al viento, no a esta lluvia imparable. Comodoro es árida, arcillosa e improvisada. Creció a principios del siglo XX a los tirones y al ritmo de los campamentos petroleros. El panorama no es muy diferente hoy: de un lado tenemos el mar, potente y dueño hoy de una sudestada que suma dramatismo al caos general, y del otro al cerro Chenque, ícono y emblema de la identidad local.

La inconclusa obra de aterrazamiento de este cerro alcanzó para atajar parte del barro, pero no para frenar el aluvión. Lo mismo pasó con los colapsados canales evacuadores, que desbordaron de agua en zonas como Kilómetro 3 y avenida Roca.

Comodoro vivió su época de "vacas gordas", con el precio del barril del petróleo por las nubes. Pero eso no achicó la desigualdad social ni apagó el reclamo por obras de infraestructura. Los pedidos incluyen un camino de circunvalación y un acueducto que garantice el abastecimiento de agua a su población sin cortes de suministro cada verano. Con el temporal, la crisis nos deja en carne viva.

Las calles y principales avenidas -como lo son los dos caminos alternativos que dan conectividad a las zonas norte y sur, y a Comodoro y Rada Tilly, ubicada 10 kilómetros al sur- están partidos al medio.

La greda hizo ceder el pavimento y dejó grietas de hasta 8 metros de ancho y 6 de profundidad. En la ruta 3, el cauce del arroyo La Mata -acostumbrado a la sequía- recobró impulso y socavó la mitad a pocos metros del cruce con ruta 26. Parece una venganza de la naturaleza.

En otra de esas grietas y hacia la zona sur espera ser rescatado el cuerpo sin vida de Luis Remolcoy, el hombre arrastrado por la corriente de un río de agua que no existía antes de esta lluvia. El primer fallecido del desastre.

Si hay algo que no falta acá son víctimas: en Comodoro hay amigos que dejaron sus casas con lo puesto y ya no podrán volver. Porque tienen adentro dos metros de agua o porque, sin mas vueltas, se las llevó el agua. Eso le pasó, por ejemplo a las 20 viviendas del barrio Don Bosco.

Las calles están desoladas: los chicos estarán sin clases hasta después de Semana Santa, hoy cerraron los bancos y los locales comerciales.

En el medio, las redes de voluntarios que asisten a los evacuados. Costará recuperarse. En el medio del agua y el barro es difícil pensar en el día después. Este temporal dejó rotas las calles, las casas, las escuelas y los corazones de quienes vivimos nuestra rutina en esta ciudad.

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