Los túneles de la antigüa mina están siendo extendidos para permitir que entre la maquinaria que trasladará a su lugar los desechos nucleares. Foto: Chris Baraniuk/ BBC Mundo |
Toma
casi cinco minutos en ascensor llegar a la base del pozo. El trayecto
hacia abajo es solemne y silencioso, sólo se escucha el gentil
rechinido de la jaula sobre sus ejes verticales. La luz de las
antorchas que cuelgan de nuestros cuellos oscila a medida que
descendemos.
por Chris
Baraniuk
En el
fondo, pasamos junto a viejas carretillas que se usaban para
transportar mineral de hierro a través de estos túneles sombríos
de color óxido.
La
mina Konrad en Salzgitter, en Alemania, produjo hierro durante más
de un siglo, de 1867 a 1976.
Con
el paso de los años su laberinto fue extendido hacia profundidades
de hasta 1.300 metros bajo el nivel de la superficie.
Pero
la mina abandonada ahora tiene un nuevo papel: uno que podría durar
cientos de miles de años.
Si
todo sale como está planeado, en cinco años los túneles de Konrad
se convertirán en el hogar de más de 300.000 metros cúbicos de
desechos radioactivos de las plantas nucleares alemanas, casi la
mitad de todos los desechos nucleares que el país ha producido.
Una
vez enterrado en el subsuelo, se dejará que el material se degrade
lentamente.
Pero
no todos están contentos con la idea. Los habitantes locales han
estado haciendo campaña contra los planes desde que éstos fueron
esbozados por primera vez en los 70, y desde entonces no se han dado
por vencidos.
El
problema de qué hacer con los derechos nucleares ha estado presente
desde que se encendieron los primeros reactores nucleares hace más
de 60 años.
Algunos
de los elementos radioactivos producidos en los reactores nucleares
tardan décadas en degradarse.
Otros
-como el plutonio-239, neptunio-237 y iodo-219- pueden resistir
durante miles de años. Muchos pensamos que enterrarlos en el suelo
profundo dentro de contenedores asegurados, es probablemente nuestra
mejor opción.
Finlandia
recientemente aprobó un plan para hacer esto en la isla de Olkiluoto
y Corea del Sur ya comenzó a enterrar desechos nucleares de algunas
de sus plantas nucleares en enormes almacenes subterráneos en
Gyeongju, en el sureste del país.
Pero
nadie sabe exactamente qué pasará con estos depósitos dentro de
miles de años.
Reacondicionamiento
El
geólogo Johannes Schneider detiene el vehículo en que viajamos -una
especie de camioneta descapotable- y sale de él.
En la
oscuridad nuestras antorchas iluminan una enorme máquina de minería.
"Actualmente
cortamos unos cuatro metros en 24 horas", dice Schneider.
"Después de dos metros, la máquina se detiene y entonces
tenemos que reforzar la roca. Los mineros colocan malla metálica en
la roca y la aseguran con tornillos".
A
pesar de la enorme red de túneles existentes, la mina será
extendida para almacenar los desechos.
Algunos
de los conductos están siendo alargados para que pueda entrar la
maquinaria que trasladará los residuos.
La
vieja mina también está siendo reacondicionada. Los mineros están
instalando nuevos sistemas de ventilación para mantener bajo control
al polvo rojizo que lo cubre todo.
La
mina tendrá también talleres subterráneos, donde la maquinaria que
se utilice allí abajo recibirá mantenimiento.
Schneider
también señala los baños, que degradarán otro tipo de desperdicio
allí mismo.
Para
lograr que la mina esté lista para el primer envío de desechos
nucleares en 2022, cientos de mineros están trabajando turnos de
siete horas bajo tierra.
Cada
trabajador lleva una antorcha y un botiquín de autorescate que le
abastecerá oxígeno durante una o dos horas durante una emergencia,
como un incendio.
Cuando
un grupo de trabajadores pasa junto a otro se dicen "Glück
auf!", un antiguo dicho minero alemán que significa, más o
menos, "buena suerte".
En la
entrada de los túneles hay un santuario de Santa Bárbara, que se
dice cuida de los mineros, artilleros y aquéllos que trabajan con
explosivos.
Apilados
y sellados
Para
lograr la aprobación del gobierno, el proceso de llenar la mina con
material radioactivo tiene que se descrito con detalle.
Durante
el curso de unas cuantas décadas, trenes y camiones entregarán
desechos nucleares que han sido comprimidos y sellados en
contenedores especiales.
Los
contenedores serán trasladados bajo tierra a través de los pozos
existentes y después serán colocados en su última morada, en
alguno de los túneles, con máquinas operadas por humanos.
Los
contenedores serán apilados y sellados, cada 50 metros, por un muro
de concreto. El espacio entre estos muros será rellenado con más
concreto a medida que los túneles se vean gradualmente abarrotados
con desperdicios.
Por
casualidad, el año en que Konrad espera su primera entrega de
desechos es el quese espera que las últimas plantas nucleares de
Alemania sean clausuradas.
Desde
hace tiempo este país ha estado pensando en abandonar la energía
nuclear y el gobierno de Angela Merkel finalmente decidió hacerlo en
2011, después del accidente de Fukushima en Japón.
Aún
así, los desechos de las plantas desmanteladas, y el material
contaminado de los edificios que las componen, seguirá siendo
radioactivo durante miles de años.
Desde
mediados de los 70, la mina Konrad ha estado catalogada como
receptora potencial de desechos nucleares.
Pero
la licencia para almacenar dicho material no fue otorgada hasta 2007
y desde entonces ha habido retrasos.
Se
suponía que el almacenamiento ya tenía que haber empezado, pero ha
sido postergado casi 10 años. Una portavoz del gobierno explica que
esto se debe a que es necesario reconstruir algunos de los pozos para
hacerlos seguros.
Barriles
corroídos
El
retraso ha tenido efectos secundarios. En 2014, se descubrió que los
barriles de desechos nucleares que iban a ser enviados a Konrad y que
fueron almacenados temporalmente en una planta desmantelada, estaban
corroídos.
Éstos
fueron colocados en fosas con muros de concreto que no fueron
diseñadas para almacenamiento de largo plazo.
También
se ha ido incrementando el costo. Se calcula que la Oficina para la
Protección de Radiación de Alemania, una agencia gubernamental,
está gastando casi US$3.600 millones para convertir a Konrad en un
depósito y trasladar los desechos hasta allí.
Y más
retrasos podrían seguir aumentando esa cifra.
Se
eligió a Konrad en parte porque es una mina inusualmente seca,
gracias a una capa de barro de 400 metros de grosor que sella a la
mina del agua subterránea.
Uno
de los mayores temores sobre el almacenamiento subterráneo de
desechos radioactivos es que el agua que se filtra gradualmente
erosione los contenedores y que el material radioactivo se traslade
hacia la superficie.
Incluso
si este proceso toma miles de años, podría ser desastroso.
"Aquí
hay cierta humedad", admite Schneider, y señala una hilera de
brillantes estalactitas blancas. Pero éstas están formadas
principalmente de sal y explica que las soluciones salinas son menos
móviles que el agua dulce subterránea.
Los
que están involucrados en el proyecto creen que tomaría al menos
300.000 años para que esta humedad llegara hasta la superficie.
Para
entonces, los desechos radioactivos deberían ser inocuos.
Oposición
El
pueblo de Bleckenstedt está a unos dos minutos manejando desde la
entrada principal a Konrad.
A
ambos lados de la carretera y en los jardines de los pobladores hay
barriles de petróleo amarillo brillante, pintados para simular
recipientes de material radioactivo.
Esta
es una de las formas cómo algunos de los 600 residentes de la
localidad están demostrando su oposición a la transformación de la
mina vecina en un vertedero de desechos nucleares.
También
están desplegados letreros de marchas anti nucleares y un elaborado
mural pintado en la puerta de una granja que advierte sobre los
peligros de la radiación.
Uno
de los residentes está indignado porque compró un apartamento en el
pueblo hace una década, antes de que se otorgara la licencia para el
almacenamiento nuclear a Konrad.
Alega
que desde entonces el valor de su propiedad se ha reducido a una
tercera parte de su precio original. Cree que el gobierno alemán
debe compensar a los locales por el efecto del almacén en los
valores de las propiedades.
Otra
residente me dice que está preocupada por si ocurre algo malo en la
mina. "Hemos visto lo que ocurrió en Asse", dice.
Asse
II, a sólo 25 km de distancia, es el nombre de otra antigua mina, y
quizás el mayor percance de desechos nucleares de la historia de
Alemania.
Es
hogar de 126.000 barriles de material radioactivo que fueron
desechados allí y apilados descuidadamente entre 1967 y 1978.
Algunos
años después se descubrió que una salmuera radioactiva se estaba
filtrando de la mina y el hecho se hizo público en 2008.
Nadie
sabe exactamente qué hacer con el problema. En teoría, los desechos
de Asse II podrían ser trasladados a un nuevo depósito, dice la
portavoz de Konrad.
Pero
la actual licencia de Konrad no incluye esa posibilidad.
Rosemarie
Streich, quien ha vivido en Bleckenstedt toda su vida, me invita a su
casa.
Está
en sus 80 años y recuerda haberse unido a protestas contra Konrad en
los 1970. Todavía hoy sigue asistiendo a manifestaciones.
"Obviamente,
soy consciente de que esto tiene que ser almacenado en alguna parte y
quizás tiene que ser aquí", dice. "Pero el problema es
cómo surgió".
Transparencia
No
siente que los que están detrás del proyecto han sido siempre
transparentes con los residentes sobre los riesgos involucrados. Pero
piensa que las protestas han tenido un efecto para retrasar el
proyecto.
Esa
también es la opinión de Ludwig Wasmus, un agricultor local, y
Ursula Schonberger, un activista político.
Wasmus
nació aquí y rápidamente se volvió parte del movimiento anti
Konrad. "Fue algo natural", dice.
Schonberger
es originario de Múnich pero ha estado tomando parte en
manifestaciones anti nucleares durante 35 años. Hoy, su hija está
con ella. "La próxima generación", dice.
Wasmus
y Schonberger son miembros de un comité que se opone al almacén de
Konrad que fue fundado después del desastre nuclear de Chernóbil.
En 2017 es su 30º aniversario.
La
organización ahora tiene un pequeño edificio en Bleckenstedt que
sirve como lugar de reuniones y centro de información anti nuclear.
Las
paredes están cubiertas con folletos y afiches, incluido uno con una
fotografía de un montón de barriles de Asse II mal apilados.
Ambos
piensan que se les ha impuesto Konrad sin consultarlos.
"Si
inspeccionamos todos los distintos sitios y concluimos que Konrad es
en realidad en lugar más seguro, no tendría problemas en estar de
acuerdo con eso", dice Schonberger.
El
problema es que todo ha sido presentado como hecho, dice Wasmus.
"Ellos simplemente eligieron este lugar, eso es todo".
Otro
almacén
Una
de sus preocupaciones es que Alemania tiene muchos más desechos
nucleares de lo que puede almacenarse en Konrad, lo cual sugiere que
tendrá que encontrarse otro lugar para mantener el resto.
"Tendremos
dos regiones contaminadas", afirma Schonberger. "Esto no
tiene sentido".
"El
movimiento continuará", dice Wasmus. "Aún creemos que
podemos evitar el almacén de Konrad".
Las
autoridades alemanas, sin embargo, se mantienen firmes en su plan.
Todos, incluidos los manifestantes, están de acuerdo en que algo
debe hacerse para almacenar los desechos nucleares a largo plazo.
Pero
guardarlos bajo la superficie significa lograr la aceptación de
quienes viven cerca.
En
Reino Unido, por ejemplo, hay una batalla continua y hasta ahora no
se han aprobado depósitos.
Debajo
de Bleckenstedt, los mineros continúan su trabajo. Los túneles de
Konrad, que se extienden por kilómetros bajo la superficie, pronto
recibirán una enorme porción de desechos nucleares alemanes.
El
único signo visible de qué se encuentra allí son las instalaciones
de alta seguridad sobre la superficie, y los barriles de petróleo
amarillos.
Fuente:
Chris Baraniuk, Por qué Alemania quiere sepultar la mitad de sus residuos nucleares en una mina abandonada a 1.300 metros de profundidad, 08/03/17, BBC Mundo.
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