José
Herrera Plaza (Almería, 1955) cursó estudios de Economía en la
Universidad de Valencia. Técnico Superior en Imagen y sonido,
trabaja actualmente, como cámara operador, en Canal Sur TV. Desde
1985 ha seguido de cerca todo lo relacionado con el accidente nuclear
de Palomares. En 2003 fue coautor y coorganizador del libro y
exposición en el Centro Andaluz de Fotografía ”Operación Flecha
Rota. Accidente nuclear en Palomares”. Posteriormente dirigió el
largometraje documental homónimo (2007).
por Salvador
López Arnal
Seguimos
en el capítulo VII: “Resultas y reparaciones” apartado 7.4.:
“Estudio epidemiológico”. Cito una frase: “Aquí en Palomares
el dinero antes que la salud, y con esto esá to dicho”. En
Palomares y en muchos más sitios por supuesto. ¿Quién la dijo?
JH.- Esa lapidaria frase tan descriptiva de la situación local fue pronunciada por una mujer mayor que manifestó su deseo de anonimato. Aunque es analfabeta, la vida puso a prueba sus aptitudes. Dotada de una aguda inteligencia, posee adicionalmente el sentido de la concreción y tino en sus afirmaciones.
Hay
una gráfica que introduces en la página 259. ¿Nos la puedes
explicar brevemente por favor?
JH.-
Hablando de concreción, resulta increíble cómo se puede resumir un
estudio epidemiológico, con un periodo tan dilatado, en una sola
gráfica. En ella podemos ver en un amplio intervalo de tiempo las
fluctuaciones de mortalidad por cáncer en Palomares y la población
testigo de Guazamara. Semejantes hasta la fecha del accidente.
¿Qué
papel jugó el juez de Paz de Cuevas de Almanzora?
JH.-
Hemos visto anteriormente que, entre el 2º y 3º estudio comenzaron
a aparecer unos inquietantes datos que podrían ser producto de una
fluctuación momentánea, pero que obligaba moralmente a Pinilla a
continuar, para comprobar si esa tendencia ascendente de mortalidad
proseguía o no. Pero no le dejaron. Con la excusa de la Ley de
Protección de Datos, el Juez de Paz de Cuevas del Almanzora le
prohibió la entrada al Registro Mercantil, a pesar que llevaba 10
años trabajando con cifras anónimas. El estudio se tuvo que
suspender por su arbitraria actitud.
¿Por
qué ibais a presentar una denuncia ante el Consejo General del Poder
Judicial?
JH.-
Cuando estábamos preparando la producción del largometraje
documental hablamos con el Dr. Pinilla para intentar desbloquear su
estudio. Dedicaríamos una parte del presupuesto para obtener los
datos del Registro desde 1994 hasta 2005. Cuando solicitamos permiso
por escrito, con aval del Delegado provincial de Justicia, no nos
respondieron. Cuando nos presentamos en el Registro, el Juez de Paz,
Viudez Asensio, nos impidió oralmente -nunca por escrito- la entrada
con las mismas excusas que al doctor, refrendadas por la jueza de
Vera, según él. Tras unas consultas a profesionales constatamos que
se estaban vulnerando varias leyes autonómicas y nacionales.
Entonces procedimos a presentar una demanda al CGPJ. Una llamada
previa del Delegado de Justicia a la jueza de Vera sirvió para
allanar el camino. Según ella, jamás dio tal orden a Viudez
Asensio. Conseguimos recopilar los datos necesarios que sirvieron
para completar el estudio del Dr. Pinilla y presentarlos en exclusiva
en el documental.
Esta
fue una de las muchas vicisitudes por las que pasamos para conseguir
realizar el largometraje. Alguien del equipo afirmó sagazmente que,
si hubiésemos realizado un reportaje tipo “cómo se hizo”
(making off), hubiese superado en interés al propio documental.
El
Doctor Pinilla pudo finalmente completar el estudio. ¿Cuáles fueron
sus principales conclusiones?
JH.-
En palabras de su autor: no existe relación ninguna entre la caída
de las bombas y las defunciones tumorales... no entre las radiaciones
y los cánceres; eso no lo sé. Condicionamientos de la realidad
obligaron que las variables del estudio fueran la caída de las
bombas y el factor riesgo de vivir en Palomares, no un estudio
personalizado de los fallecidos con la inclusión de otras variables
(ocupación, domicilio, edad, etc). Ya vimos anteriormente que la
zona urbana fue limpiada a fondo por el Jefe de Medicina y Protección
de la JEN, doctor coronel Eduardo Ramos, a excepción de la Zona 3,
que fue descontaminada fallidamente por los norteamericanos. De igual
manera estos dejaron en sus campos más fértiles (parajes Natí y La
Canal) elevadas cantidades de combustible nuclear enterrado mediante
arado. Por lo tanto, no está expuesto de la misma manera un
comerciante u hostelero de Palomares que los agricultores. En un
estudio estimativo de dosis recibida, realizado por el equipo de
Asunción Espinosa y algún miembro de ENUSA, presentado en un
congreso de radioprotección en el 2000, concluyen que la dosis
(total) recibida por un agricultor de Palomares es 1,3 veces superior
a la de un habitante de Palomares (876 y 659 µ Sv/año). Según el
CIEMAT para el periodo 1966-96 la diferencia entre el ámbito rural y
urbano es de 5,68 veces superior, considerando el valor máximo en
1967 (54 µ Sv). Esto desde una óptica conservadora, pues tienen en
cuenta los valores medios anuales en la resuspensión y no los
máximos. Cuando los aerosoles campaban errantes al pairo de los
fuertes vientos.
¿Alguien
ha criticado el estudio? ¿Por qué en tu opinión?
JH.-
El estudio se ha criticado únicamente cuando el factor riesgo de
vivir en Palomares se dispara con respecto a la población testigo
(1985-96). Un ejemplo lo tenemos cuando el Dr. Pinilla es invitado a
Londres para dar una conferencia en mayo de 1987 sobre sus
investigaciones epidemiológicas en la British Nuclear Energy
Society. En ambas orillas los nervios estaban al mismo nivel que sus
conciencias. Entonces se movilizan desde los Estados Unidos la doctora Shirley
Fry (Oak Ridge Associates Universities) y desde el CIEMAT el
farmacéutico Emilio Iranzo y el Dr. Francisco de Los Santos, que
acuden a Londres a costa del eario público para intentar
desprestigiar públicamente los datos obtenidos hasta el momento, muy
poco halagüeños con la historia oficial. Una vez finalizada la
conferencia y las intervenciones hostiles, la doctora Fry notifica
por conferencia telefónica al coordinador norteamericano del
Proyecto Indalo, Chester Richmond. Le informa que ha manifestado a
Pinilla y a toda la audiencia que su estudio es inválido y sin apoyo
para las conclusiones. Paradójicamente, a partir de este momento
aparecerán en algunos de los informes del CIEMAT al Departamento de
Energía norteamericano, ausentes de toda metodología científica,
los datos anuales de mortalidad por cáncer y su comparativa con la
media nacional, probablemente extraídos del trabajo del Dr. Pinilla.
Cuando
en 2005 las conclusiones finales han sido negativas y por tanto de
acorde con la historia oficial, ya no era menester seguir siendo
quisquillosos con la metodología ni con otros vulnerables flancos
del estudio. No hubo crítica alguna, ni se volvió a cuestionar lo
reducido de la población estudiada y su poca representatividad. El
cese de las hostilidades, del cuestionamiento científico, paradójica
y soterradamente servía para validar las conclusiones y el trabajo
anteriormente denostado. Sorpresas nos da la vida.
¿Qué
propuso un Laboratorio de California? ¿Por qué no se le ha hecho
caso?
JH.-
La propuesta partió hace 10 años de uno de los laboratorios
nacionales más importante de los Estados Unidos y del mundo: el Lawrence
Livermore de California. Dos de sus científicos, Hamilton y Brown
propusieron, con las nuevas técnicas analíticas ultrasensibles de
espectometría de masas con acelerador, un estudio del plutonio
depositado internamente en los agricultores y vecinos de Palomares.
Un avanzado sistema que ya se dispone en España desde 2006 en el
Centro Nacional de Aceleradores. El Dr. Pinilla sostiene que lo único
beneficioso en ciencia es la verdad, sea la que sea. Pero, ¿realmente
nos interesa conocer la verdad?. Idealismo versus pragmatismo. Creo
que únicamente cuando coincide con nuestros intereses u objetivos,
si no es así no nos la planteamos, o nos inventamos otra, que para
eso está la impostura con la infinitud de su catálogo.
¿Existe
o no existe en tu opinión una relación causal bombas-cáncer?
JH.-
En un tema tan delicado como este no resulta baladí conjeturar.
Lanzar hipótesis en uno u otro sentido puede ser perjudicial para
los vecinos; las únicas víctimas de los sucios manejos en décadas
de los Gobiernos de los Estados Unidos y de España. Pero sí merece la pena
reflexionar al respecto, aunque lo ideal para responder a tu pregunta
es realizar un estudio epidemiológico que relacione otras variables
(mortandad cáncer-radiactividad). Ese lugar no difiere de otros
lugares patrios. Se nace, vive y muere de manera idéntica, sometido
al mismo ascenso de patologías oncológicas que el resto del país.
La diferencia está que, mientras permanezca la contaminación de
actínidos en las 41 h. aledañas a la pedanía, se mantendrá la
oscura sombra de la sospecha. De hecho en Palomares están muy
polarizadas las convicciones. Como dice el refrán, cada uno según
le ha ido en la feria. Quien ha perdido a un ser querido por un
cáncer galopante suele tener una opinión contraria a aquellos que
no han sufrido tal trauma. Por eso me parece también injusto y
manipulador que el plutonio y americio gocen de presunción de
inocencia para aquellos que viven, ellos y sus familias, a muchos
kilómetros. Desde hace décadas se repite más que el Bolero de
Ravel, que no se ha podido hallar, o demostrar relación entre los
cánceres habidos en la zona y la contaminación radiactiva. Ante tal
sesgo yo apostillo: tampoco nadie ha podido demostrar que no haya
relación. Las dos únicas salidas ante esta controvertida duda es a)
un estudio epidemiológico completo y b) la descontaminación total y
efectiva de la zona, no la que quieren volver a realizar los dos
Gobiernos de marras.
Fuente:
Salvador López Arnal, “Me parece también injusto y manipulador que el plutonio y el americio gocen de presunción de inocencia para aquellos que viven a muchos kilómetros”, 01/03/17, Rebelión.
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