sábado, 4 de marzo de 2017

“Me parece también injusto y manipulador que el plutonio y el americio gocen de presunción de inocencia para aquellos que viven a muchos kilómetros”

José Herrera Plaza (Almería, 1955) cursó estudios de Economía en la Universidad de Valencia. Técnico Superior en Imagen y sonido, trabaja actualmente, como cámara operador, en Canal Sur TV. Desde 1985 ha seguido de cerca todo lo relacionado con el accidente nuclear de Palomares. En 2003 fue coautor y coorganizador del libro y exposición en el Centro Andaluz de Fotografía ”Operación Flecha Rota. Accidente nuclear en Palomares”. Posteriormente dirigió el largometraje documental homónimo (2007).

por Salvador López Arnal

Seguimos en el capítulo VII: “Resultas y reparaciones” apartado 7.4.: “Estudio epidemiológico”. Cito una frase: “Aquí en Palomares el dinero antes que la salud, y con esto esá to dicho”. En Palomares y en muchos más sitios por supuesto. ¿Quién la dijo?

JH.- Esa lapidaria frase tan descriptiva de la situación local fue pronunciada por una mujer mayor que manifestó su deseo de anonimato. Aunque es analfabeta, la vida puso a prueba sus aptitudes. Dotada de una aguda inteligencia, posee adicionalmente el sentido de la concreción y tino en sus afirmaciones.

Hay una gráfica que introduces en la página 259. ¿Nos la puedes explicar brevemente por favor?

JH.- Hablando de concreción, resulta increíble cómo se puede resumir un estudio epidemiológico, con un periodo tan dilatado, en una sola gráfica. En ella podemos ver en un amplio intervalo de tiempo las fluctuaciones de mortalidad por cáncer en Palomares y la población testigo de Guazamara. Semejantes hasta la fecha del accidente.

¿Qué papel jugó el juez de Paz de Cuevas de Almanzora?

JH.- Hemos visto anteriormente que, entre el 2º y 3º estudio comenzaron a aparecer unos inquietantes datos que podrían ser producto de una fluctuación momentánea, pero que obligaba moralmente a Pinilla a continuar, para comprobar si esa tendencia ascendente de mortalidad proseguía o no. Pero no le dejaron. Con la excusa de la Ley de Protección de Datos, el Juez de Paz de Cuevas del Almanzora le prohibió la entrada al Registro Mercantil, a pesar que llevaba 10 años trabajando con cifras anónimas. El estudio se tuvo que suspender por su arbitraria actitud.

¿Por qué ibais a presentar una denuncia ante el Consejo General del Poder Judicial?

JH.- Cuando estábamos preparando la producción del largometraje documental hablamos con el Dr. Pinilla para intentar desbloquear su estudio. Dedicaríamos una parte del presupuesto para obtener los datos del Registro desde 1994 hasta 2005. Cuando solicitamos permiso por escrito, con aval del Delegado provincial de Justicia, no nos respondieron. Cuando nos presentamos en el Registro, el Juez de Paz, Viudez Asensio, nos impidió oralmente -nunca por escrito- la entrada con las mismas excusas que al doctor, refrendadas por la jueza de Vera, según él. Tras unas consultas a profesionales constatamos que se estaban vulnerando varias leyes autonómicas y nacionales. Entonces procedimos a presentar una demanda al CGPJ. Una llamada previa del Delegado de Justicia a la jueza de Vera sirvió para allanar el camino. Según ella, jamás dio tal orden a Viudez Asensio. Conseguimos recopilar los datos necesarios que sirvieron para completar el estudio del Dr. Pinilla y presentarlos en exclusiva en el documental.

Esta fue una de las muchas vicisitudes por las que pasamos para conseguir realizar el largometraje. Alguien del equipo afirmó sagazmente que, si hubiésemos realizado un reportaje tipo “cómo se hizo” (making off), hubiese superado en interés al propio documental.

El Doctor Pinilla pudo finalmente completar el estudio. ¿Cuáles fueron sus principales conclusiones?

JH.- En palabras de su autor: no existe relación ninguna entre la caída de las bombas y las defunciones tumorales... no entre las radiaciones y los cánceres; eso no lo sé. Condicionamientos de la realidad obligaron que las variables del estudio fueran la caída de las bombas y el factor riesgo de vivir en Palomares, no un estudio personalizado de los fallecidos con la inclusión de otras variables (ocupación, domicilio, edad, etc). Ya vimos anteriormente que la zona urbana fue limpiada a fondo por el Jefe de Medicina y Protección de la JEN, doctor coronel Eduardo Ramos, a excepción de la Zona 3, que fue descontaminada fallidamente por los norteamericanos. De igual manera estos dejaron en sus campos más fértiles (parajes Natí y La Canal) elevadas cantidades de combustible nuclear enterrado mediante arado. Por lo tanto, no está expuesto de la misma manera un comerciante u hostelero de Palomares que los agricultores. En un estudio estimativo de dosis recibida, realizado por el equipo de Asunción Espinosa y algún miembro de ENUSA, presentado en un congreso de radioprotección en el 2000, concluyen que la dosis (total) recibida por un agricultor de Palomares es 1,3 veces superior a la de un habitante de Palomares (876 y 659 µ Sv/año). Según el CIEMAT para el periodo 1966-96 la diferencia entre el ámbito rural y urbano es de 5,68 veces superior, considerando el valor máximo en 1967 (54 µ Sv). Esto desde una óptica conservadora, pues tienen en cuenta los valores medios anuales en la resuspensión y no los máximos. Cuando los aerosoles campaban errantes al pairo de los fuertes vientos.

¿Alguien ha criticado el estudio? ¿Por qué en tu opinión?

JH.- El estudio se ha criticado únicamente cuando el factor riesgo de vivir en Palomares se dispara con respecto a la población testigo (1985-96). Un ejemplo lo tenemos cuando el Dr. Pinilla es invitado a Londres para dar una conferencia en mayo de 1987 sobre sus investigaciones epidemiológicas en la British Nuclear Energy Society. En ambas orillas los nervios estaban al mismo nivel que sus conciencias. Entonces se movilizan desde los Estados Unidos la doctora Shirley Fry (Oak Ridge Associates Universities) y desde el CIEMAT el farmacéutico Emilio Iranzo y el Dr. Francisco de Los Santos, que acuden a Londres a costa del eario público para intentar desprestigiar públicamente los datos obtenidos hasta el momento, muy poco halagüeños con la historia oficial. Una vez finalizada la conferencia y las intervenciones hostiles, la doctora Fry notifica por conferencia telefónica al coordinador norteamericano del Proyecto Indalo, Chester Richmond. Le informa que ha manifestado a Pinilla y a toda la audiencia que su estudio es inválido y sin apoyo para las conclusiones. Paradójicamente, a partir de este momento aparecerán en algunos de los informes del CIEMAT al Departamento de Energía norteamericano, ausentes de toda metodología científica, los datos anuales de mortalidad por cáncer y su comparativa con la media nacional, probablemente extraídos del trabajo del Dr. Pinilla.

Cuando en 2005 las conclusiones finales han sido negativas y por tanto de acorde con la historia oficial, ya no era menester seguir siendo quisquillosos con la metodología ni con otros vulnerables flancos del estudio. No hubo crítica alguna, ni se volvió a cuestionar lo reducido de la población estudiada y su poca representatividad. El cese de las hostilidades, del cuestionamiento científico, paradójica y soterradamente servía para validar las conclusiones y el trabajo anteriormente denostado. Sorpresas nos da la vida.

¿Qué propuso un Laboratorio de California? ¿Por qué no se le ha hecho caso?

JH.- La propuesta partió hace 10 años de uno de los laboratorios nacionales más importante de los Estados Unidos y del mundo: el Lawrence Livermore de California. Dos de sus científicos, Hamilton y Brown propusieron, con las nuevas técnicas analíticas ultrasensibles de espectometría de masas con acelerador, un estudio del plutonio depositado internamente en los agricultores y vecinos de Palomares. Un avanzado sistema que ya se dispone en España desde 2006 en el Centro Nacional de Aceleradores. El Dr. Pinilla sostiene que lo único beneficioso en ciencia es la verdad, sea la que sea. Pero, ¿realmente nos interesa conocer la verdad?. Idealismo versus pragmatismo. Creo que únicamente cuando coincide con nuestros intereses u objetivos, si no es así no nos la planteamos, o nos inventamos otra, que para eso está la impostura con la infinitud de su catálogo.

¿Existe o no existe en tu opinión una relación causal bombas-cáncer?

JH.- En un tema tan delicado como este no resulta baladí conjeturar. Lanzar hipótesis en uno u otro sentido puede ser perjudicial para los vecinos; las únicas víctimas de los sucios manejos en décadas de los Gobiernos de los Estados Unidos y de España. Pero sí merece la pena reflexionar al respecto, aunque lo ideal para responder a tu pregunta es realizar un estudio epidemiológico que relacione otras variables (mortandad cáncer-radiactividad). Ese lugar no difiere de otros lugares patrios. Se nace, vive y muere de manera idéntica, sometido al mismo ascenso de patologías oncológicas que el resto del país. La diferencia está que, mientras permanezca la contaminación de actínidos en las 41 h. aledañas a la pedanía, se mantendrá la oscura sombra de la sospecha. De hecho en Palomares están muy polarizadas las convicciones. Como dice el refrán, cada uno según le ha ido en la feria. Quien ha perdido a un ser querido por un cáncer galopante suele tener una opinión contraria a aquellos que no han sufrido tal trauma. Por eso me parece también injusto y manipulador que el plutonio y americio gocen de presunción de inocencia para aquellos que viven, ellos y sus familias, a muchos kilómetros. Desde hace décadas se repite más que el Bolero de Ravel, que no se ha podido hallar, o demostrar relación entre los cánceres habidos en la zona y la contaminación radiactiva. Ante tal sesgo yo apostillo: tampoco nadie ha podido demostrar que no haya relación. Las dos únicas salidas ante esta controvertida duda es a) un estudio epidemiológico completo y b) la descontaminación total y efectiva de la zona, no la que quieren volver a realizar los dos Gobiernos de marras.

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