La exposición a
la radiación es peligrosa. Evidentemente ante un escape radiactivo,
y qué decir de un accidente nuclear, el peligro es una realidad.
Este fin de semana hemos recordado el 6º aniversario del comienzo
del desastre nuclear en Fukushima, y a la industria nuclear le gusta
hablar de víctimas mortales directas e inmediatas, como si no
conocieran los efectos de la radiación, como si no supieran que la
realidad es mucho más compleja. Pues bien, los impactos van incluso
más allá de decenas de miles de muertes y centenares de miles de
personas que sufren consecuencias en la salud.
Hay tres asuntos
básicos que ayudan a entender el problema. En primer lugar las
consecuencias derivadas de la exposición a la radiación, no sólo
son inmediatas y no sólo son exponenciales. En segundo lugar, la
dosis y el tiempo de exposición a la radiación son los dos factores
que fundamentales a tener en cuenta; y por lo tanto aunque vaya
decayendo la dosis radiactiva, el tiempo de exposición va
aumentando. En tercer lugar un accidente nuclear es mucho más que un escape radioactivo, implica estrés postraumático específico,
implica desplazamiento prolongado, implica un futuro incierto y todo
ello impacta en la salud pública de manera muy grave.
Pero hablemos de
números. En agosto de 2014 se publicaba el informe del comité de
investigación sanitaria de la prefectura de Fukushima, que indicaba
que en Japón por cada 100.000 personas 1,7 desarrollan cáncer, en
Fukushima llegan a 30. Pero es evidente que muchas de las afecciones
en la salud en Fukushima están por llegar. Lo que estamos viendo en
Chernóbil ahora, es lo que posiblemente veremos en Fukushima dentro
de 25 años.
Chernóbil. Según
un detallado informe de 2006, veinte años después del comienzo del
desastre, concluye que ya se habrían producido 200.000 víctimas
mortales por culpa de Chernóbil en las tres repúblicas
ex-soviéticas a causa de Chernóbil. En 2016, y a pesar de las
dificultades para obtener estimaciones fiables de las dosis, el
científico bielorruso Malko (uno de los autores del informe
mencionado anteriormente) predice el exceso de más de 90.000 muertes
por cáncer en su estudio en 2006, y más de 115.000 en un estudio más reciente. Esto contrasta con la predicción de la OMS de 9.000 muertes adicionales atribuibles a Chernóbil.
Dicho esto, la
confirmación de los impactos de Chernóbil es complicada debido a la
falta de datos completos y fiables. Mientras que se considera a
1.800.000 personas como supervivientes de Chernóbil, sólamente se
estudian las dosis de exposición a largo plazo de 131.450
supervivientes, poco sabremos del 1.668.000 restantes. La
reconstrucción de las dosis no se ha llevado a cabo para 44.000
personas que participaron en los trabajos de limpieza recibiendo
dosis agudas de radiación y que luego fueron a vivir a zonas
contaminadas. El análisis de la literatura examinada muestra que
desde 2005 no ha habido una actualización de la estimación de las
dosis en las personas supervivientes. Esta situación derivada de las
carencias en los estudios de exposición a la radiación, es la
estrategia favorita del lobby nuclear “lo que no se investiga no se
conoce y lo que no se conoce, no existe”.
No hay dosis
segura de radiación. Las dosis de radiación deben mantenerse lo más
bajo posible. Las mujeres y la infancia son mucho más sensibles que
sus homólogos varones y adultos. El límite internacionalmente
aceptado que se establece para público es de 1 millisievert al año.
Este se suma a la radiación de fondo o natural (procede de
materiales radiactivos existentes en la Tierra o generados por los
rayos cósmicos), cuyo promedio global es de 2,4 milisieverts al año.
Esto no quiere
decir que la radiación natural sea segura, quiere decir que no
debemos incrementarla más de 1 milisiervet. Para los trabajadores
nucleares este límite es de 20 milisieverts por año, y este es el
nuevo límite que ha establecido en Japón para el público en
general, que para que nos hagamos una idea es comparable a realizar
1.000 radiografias de torax al año.
Los efectos que
la gente puede sufrir de la exposición a dosis bajas de radiación
sólo se hacen visibles después de años; en lugar de tratar de
ocultar el impacto se debería poner más énfasis en la protección
de los miles de personas que siguen viviendo en las zonas
contaminadas, y en asegurar su exposición a la radiación sea lo más
baja posible.
Entrada de blog
por: Raquel Montón
Responsable de la
campaña antinuclear de @greenpeace_esp #NuclearesNo
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Fuentes:
Raquel Montón, La contaminación radiactiva mata, 13/03/17, Greenpeace España.
La obra de arte que ilustra esta entrada es "9085 (Fukushima)", del artista Patrick Becker.
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