“Ayer salvajes,
hoy nos dicen terroristas
Siempre
justificando su violencia con mentiras”
Canción “Nuevo
Cantar”, 2013, de Puel Kona
Medios de
comunicación, y periodistas, construyen al indígena como el enemigo
interno. Repiten el discurso del poder, sesgan la información y
avalan la violencia contra las comunidades. Diarios Perfil, Clarín y
Jornada. Los que durante doce años hicieron silencio, y hoy hablan.
El modelo extractivo y los derechos humanos.
por Darío Aranda
“Denuncian
vínculos de grupos mapuches con las FARC (Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia)”, tituló el diario Perfil el domingo
8 de enero en un extenso artículo, referido al conflicto del Lof
(comunidad) Resistencia Cushamen con la empresa Benetton. La nota,
firmada por Cecilia Moncalvo, acusa: “A medida que aparecen más
datos, la acción de (Facundo) Huala y su grupo puede ser leída como
el germen de una forma violenta de protestar y de hacer política.
Hay datos, como que en zonas limítrofes la Gendarmería envió más
personal, mientras que diputados chilenos y periodistas y productores
argentinos mencionan a las FARC colombianas como parte de la
financiación del grupo (…). Abre interrogantes sobre una zona
liberada previamente y de tráfico de armas de Argentina a Chile.
Facundo Jones Huala sería el nexo”.
La periodista no
cita en ningún momento la voz de la comunidad mapuche, pero se
excusa: “Perfil ha contactado en tres oportunidades diferentes por
mail y cuatro por teléfono a la RAM (Resistencia Ancestral Mapuche),
sin obtener respuesta”.
Detalle
importante: el Lof Resistencia Cushamen (cuyo lonko-autoridad es
Facundo Jones Huala) no forma parte de la organización RAM.
El artículo de
Moncalvo, que ameritó una detallada crítica del periodista de FM
Comunitaria Kalewche Pablo Quintana e incluso un comentario del
“defensor del lector” de Perfil, no aportó ninguna prueba sobre
la vinculación entre mapuches y FARC, sólo dichos de sectores
interesados (como la Sociedad Rural).
Dos días
después, el martes 10 de enero, hubo feroces represiones sobre el
Lof Mapuche. Una por la mañana (Gendarmería Nacional). Otra por la
tarde (policía de Chubut). El miércoles se produjo un tercer
operativo violento. Tres represiones en dos días. Una cacería de
mapuches. Una decena de presos. Otro tanto de heridos. Dos de
gravedad. La imagen de Fausto Jones Huala, con un balazo en el
cuello, recorrió el país.
Ante la violenta
represión se expidieron innumerables organizaciones sociales y de
derechos humanos. Nora Cortiñas (Madres de Plaza de Mayo Línea
Fundadora), Servicio de Paz y Justicia (Serpaj), Coordinadora contra
le Represión Policial e Institucional (Correpi) y Amnistía
Internacional, entre otras. Todas organizaciones críticas respecto a
la política represiva y de violación de derechos indígenas del
gobierno kirchnerista, volvieron a alzar la voz ante el nuevo
gobierno y su accionar también violento.
El diario
Jornada, de los más leídos de Chubut, llamó a la acción en su
editorial del 15 de enero: “Hasta que un juez del Poder Judicial de
Chubut no se ponga los pantalones largos, el conflicto con este
violento grupo mapuche persistirá”. El diario es conocido por sus
posturas antimapuches y pro-estancieros.
A la campaña
anti-indígena se sumó el diario Clarín, con un extenso artículo
anunciado en tapa el domingo 22 de enero y doble página interna.
“Facundo Jones Huala, el mapuche violento que le declaró la guerra
a la Argentina y Chile”, fue el título, firmado por Gonzalo
Sánchez. Cita en seis oportunidades voces oficiales del Ministerio
de Seguridad de Nación, Cancillería y Secretaría de Seguridad.
Todas voces en “off”, sin nombre ni apellido, que acusan al Lof
Cushamen de hechos tan insólitos como ajenos a la realidad. Según
Clarín:
-Los mapuches
están vinculados a grupos kurdos y a la ETA del país Vasco.
-Recibieron
financiamiento del kirchnerismo.
-Afirma que el
Lof Cushamen ocasionó incendios, secuestro de personas e intento de
asesinatos, entre otros hechos.
No se aporta
ninguna prueba de todos estos hechos. Sólo la opinión del
gobernador Mario Das Neves y voces en off.
Gonzalo Sánchez,
autor de la nota y editor del diario, repite lo de Cecilia Moncalvo
en Perfil: vincula al Lof Cushamen (y a Jones Huala) con la
organización Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), cuando la
comunidad nunca ha declarado ser parte de esa organización. Segunda
coincidencia: Sánchez no otorga ni una línea a la voz del Lof
Cushamen, ni de sus abogados, ni de las organizaciones de derechos
humanos que acompañan. Tercera coincidencia, casi una regla de los
diarios porteños, escriben sobre un hecho sin recorrer el
territorio, no van al lugar de los hechos. Periodismo de escritorio.
Tampoco señalan
los derechos vigentes (en numerosas leyes) que protegen a los pueblos
indígenas y, mucho menos, dan cuenta de las denuncias que recaen
sobre la empresa Benetton, contraparte en el conflicto y con enorme
poder de lobby en el poder político, judicial y mediático.
Los artículos
periodísticos citados no pasarían la aprobación en primer año de
periodismo de ninguna facultad. Serían rechazados por tendenciosos,
sesgados y antiperiodísticos.
Hipocresías.
Comunicadores, intelectuales, artistas y políticos no dudaban en
echar sospechas sobre el líder qom Félix Díaz de Formosa y, al
mismo tiempo, silenciar las atrocidades del gobierno feudal de Gildo
Insfrán. Figuras radiales afines al kirchnerismo relativizaban el
reclamo qom y hasta hacían entrevistas condescendientes a Insfrán.
En el “mejor de los casos”, se llamaban a silencio ante la
violación de derechos. El periodismo afín al kirchnerismo apoyó
fervientemente la explotación petrolera en Vaca Muerta, aunque allí
se violaban derechos indígenas y también se reprimía (y se
reprime). Con el macrismo en el poder, esos mismos periodistas,
intelectuales y artistas se horrorizan y repudian la violencia que
sufren los mapuches.
Lo mismo sucede
en sentido inverso. Medios y personalidades que denunciaban el
accionar de Insfrán (y la complicidad del kirchnerismo) hoy hacen
silencio o, incluso, legitiman la violencia contra los mapuches.
Responsabilidades.
Ya se sabe lo que son los grandes medios de comunicación. Sus
intereses políticos y económicos. Sus posturas editoriales, sus
amplias coberturas oportunistas y sus silencios cómplices. Pero urge
discutir las responsabilidades individuales dentro del periodismo.
“Nadie les pide tanto”, resumió una colega en referencia a una
opereta mediática orquestada durante el kirchnerismo, ejecutada por
editores y un periodista. Dicho de otro modo: nadie es obligado a
escribir mentiras. Siempre se puede decir que no. ¿Tiene costos?
Quizá sí, pero también tiene costos altos escribir mentiras.
La nota de Perfil
fue escrita por Cecilia Moncalvo. La de Clarín por Gonzalo Sánchez.
No se puede
alegar obediencia debida para escribir falsedades, omitir hechos,
silenciar voces, proteger al poder y justificar represiones.
Amplios sectores
de la sociedad argentina se pueden conmover ante la miseria
planificada (por el poder) que sufren los pueblos originarios del
Salta, Chaco, Misiones o Formosa, con incluso niños muertos por
desnutrición. Hasta pueden “ser solidarios” y recolectar
donaciones. Pero no toleran cuando los pueblos indígenas se paran
como sujetos de derechos, políticos y sociales, y exigen lo que les
corresponde: territorio y reparación ante el genocidio sobre el que
se funda el estado moderno argentino. Queda en evidencia el lado
racista de sectores de la sociedad y, en consonancia, una larga fila
de periodistas que actúa en consecuencia: llama terroristas a los
mapuches, acusa (sin pruebas) de crímenes, legitima represiones.
El fondo. La
Campaña del Desierto tuvo como objetivo principal apropiarse del
territorio, entregarlo a sectores del poder e incluirlos al mercado
capitalista. El genocidio de la última dictadura cívico-militar
también estuvo motivada por la imposición violenta de un modelo
económico-político (graficada como nadie por Rodolfo Walsh en la
Carta a la Junta Militar).
En el Siglo XXI,
un nuevo capítulo de violencia-empresas-gobiernos-medios de
comunicación se desarrolla en manos de mineras, petroleras,
multinacionales del agro, pasteras, empresarios locales y grandes
compañías constructoras (de represas, rutas). Los pueblos indígenas
(y también campesinos y asambleas socioambientales) son grandes
escollos para la avanzada territorial.
Medios de
comunicación, y periodistas puntuales, son parte fundamental del
entramado de legitimación del modelo.
Isabel Huala,
madre de Facundo y parte del Lof Cushamen, resumió: “Nos culpan de
terroristas, nos identificaron con el ISIS y la ETA, nos acusan de
causar incendios y de golpear animales, todo un circo para ocultar
que hay un Estado Nacional y Provincial que nos persigue, con un
poder político que nos quiere desaparecer”.
Fuente:
Darío Aranda, Cuando el periodismo legitima represiones, 23/01/17, Darío Aranda. Consultado 25/01/17.
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