Los vecinos de
este pueblo que lucha contra el predio de Cormecor transformó su
relación con la basura: del desinterés pasó a reciclar y crear
conciencia ambiental.
En Santa Ana
aprendieron, a la fuerza, que la basura es un problema que afecta a
todos y del que nadie se quiere hacer cargo. Lo primero que hicieron
fue elevar un amparo a la Justicia para que Cormecor rehaga el
informe de impacto ambiental y para frenar la instalación de la
planta de tratamiento de residuos del Gran Córdoba, que está
planeada para un predio cercano.
Pero no se
quedaron con eso: se convencieron de que es necesario educar y
concientizar a los vecinos para reducir la cantidad de basura que se
produce a diario. Que tenían que cambiar ellos.
Villa Parque
Santa Ana es un pueblo de casas bajas, calles de ripio y arboledas. A
partir de la ampliación del ejido urbano la zona comprende los
barrios Santa Ana, Mi Valle y los countries Campos de Virrey y
Melinca. Hay alrededor de 5.000 habitantes.
En estos tres
meses desde que inició el conflicto con Cormecor, se organizaron en
comisiones para informarse y generar acciones. Porque si bien no
están contentos con la instalación del megabasural, lo que más
critican es la falta de políticas para reducir la basura. “No hay
una campaña de cómo separar los residuos y de la importancia de no
tirar todo indiscriminadamente”, contó Eliana Lacombe. Por eso,
ellos decidieron tomar la posta.
Durante la noche
del miércoles, mientras algunos marchaban en Córdoba por la ley de
bosques, otros se quedaron a pintar contenedores de color verde,
amarillo y azul para colocarlos en tres plazas del municipio y
empezar a dividir la basura.
La idea surgió
un mes atrás al interior de los barrios privados cuando se enteraron
que se cortaba el servicio de recolección de residuos. En lugar de
horrorizarse le hicieron frente a la basura.
“De un día
para otro tuvimos que aprender a reciclar”, comentó Gisela.
Hicieron talleres
de compostaje, aprendieron a separar lo orgánico de lo inorgánico,
vidrios, metales, plásticos, cartones, papeles y polietileno y
consiguieron un reciclador que busca los materiales una vez por
semana. “Del total de la basura se logró recuperar un 70 por
ciento y el resto se mandó a enterramiento”, explicó Julieta una
de las encargadas de llevar adelante esta tarea.
Además,
elaboraron instructivos que se distribuyen en el pueblo y explican
cómo se preparan los diferentes materiales para ser reciclados, y
brindan recomendaciones para elegir qué clase de alimentos comprar,
según el envase en que estén presentados. En la noche del martes,
el biólogo Ricardo Suárez hizo un taller de reciclado en la cocina,
mientras preparaba milanesas con papas fritas y fideos con crema.
“Queremos que
Santa Ana sea un ejemplo”, dijo Eliana. Ella cree que la
posibilidad de estar cerca de un basural permite tomar dimensión de
la cantidad de basura que producimos, y su propuesta es que cada
comuna aprenda a hacerse cargo de la basura que produce y reducirla a
cero.
“Hay que
empezar por educar y reciclar en origen, y no sacarse los ojos para
ver a quién le tiramos la basura”, reflexionó.
Fuente:
Santa Ana, un pueblo cambiado por la basura, 31/12/16, Día a Día. Consultado 31/12/16.
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