Fue la mayor catástrofe ambiental de Brasil. Los trabajos para contener los daños continúan, pero las víctimas están desamparadas. Desde Mariana, en el este del país, informa Nadia Pontes.
por Nadia
Pontes
La catástrofe de
las represas de Bento Rodrigues se produjo al romperse la presa
perteneciente a una explotación de mineral de hierro perteneciente a
la compañía Samarco. En pocos minutos, un fango venenoso extendió
sus tentáculos, cubriendo el pueblo de Bento Rodrigues y llegando
en pocos días al río Doce, cuyas aguas quedaron emponzoñadas a lo
largo de varios kilómetros. El lodo llegó incluso al Atlántico,
donde desemboca el Doce.
Bento Rodrigues
es un barrio periférico de Mariana, una ciudad de apenas 60.000
habitantes en el estado brasileño de Minas Gerais. Las pocas casas
que aquí quedan en pie apenas tienen puertas y ventanas. La maleza
crece en los montes aledaños. El tono marrón del lodo aún impregna
la imagen del pueblo y sus alrededores. El fango inundó el pueblo el
pasado 5 de noviembre de 2015, dejando a su paso el mortal rastro de
19 víctimas.
Trabajo
contrarreloj
En las últimas
semanas, se ha hecho más intenso en el lugar el movimiento de
operarios maniobrando maquinaria pesada de la compañía minera
Samarco. Trabajan contrarreloj para concluir las obras de un nuevo
dique, llamado S4, una estructura cuya misión es impedir que los
residuos dispersos alcancen la cuenca del río Doce. Antes de que
llegue enero, el período lluvioso, los trabajos deben estar
concluidos.
La presa inundará
parte del valle que ocupaba Bento Rogrigues. "El lago se formará
en el área impactada”, dice a DW Eduardo Moreira, gerente de obras
de Samarco. "Desde el punto de vista técnico, es una
alternativa importante para mantener bajo control el sistema de
contención de desechos”, asegura, haciendo referencia a otras
intervenciones de emergencia. Las ruinas de una capilla construida en
1718 se mantendrán en su lugar, aunque José do Nascimento de Jesus,
guitarrista y líder de la comunidad religiosa de Bento Rodrigues, no
le encuentra mucho sentido, porque la gente no irá a misa en un
entorno lleno de barro.
Su esposa, Irene
de Jesus, cuenta que el agua de la nueva presa anegará el lugar
donde antes vivían. "Esperamos poder ir a vivir pronto a un
Bento Rodrigues nuevamente construido, para que podamos tener nuestra
propia casa y, tal vez, ser felices como antes”. Desde que esta
pareja perdió su vivienda y su comercio, vive en una casa alquilada,
como otras 334 familias afectadas. Ya se ha delimitado el terreno
donde se reconstruirá su barrio de nuevo, aunque la mudanza no será
posible hasta marzo de 2019.
De la minería a
la contención de daños
Un flujo
organizado de camiones recorre largas distancias entre los distintos
puntos que abarcan las obras de contención. Desde que la presa de
Fundão colapsó, Samarco no puede continuar con la explotación
minera y parece más una empresa de construcción civil. Tres mil
hombres contratados las 24 horas del día se turnan para rehacer
estructuras y elevar las barreras entre los residuos y el río
Gualaxo, que desemboca en el Doce.
Aun así, el
IBAMA, el Instituto Brasileño de medioambiente y energías naturales
y renovables, considera que el trabajo de contención de daños del
mayor desastre ambiental de Brasil es insuficiente. Samarco responde
que ha replantado el volumen acordado con las autoridades y que ha
reforzado su trabajo en este terreno. Pero el IBAMA considera que un
gran parte de ese trabajo debe ser realizado de nuevo lo antes
posible, pues con el comienzo del período de lluvias aumenta el
riesgo de que los restos venenosos se extiendan por el suelo y
alcancen otros ríos.
Hasta el momento,
Samarco ha despedido a 1.077 empleados. Para poder retomar sus
actividades mineras, la empresa solicitó el mes de febrero a la
Secretaría de Estado de Medioambiente y Desarrollo Sostenible una
licencia para arrojar residuos en la mina de Alegria Sul. En junio,
Samarco entregó un estudio sobre el impacto ambiental de esta
medida. "Queremos dejar claro que la excavación no tiene
ninguna conexión física con el sistema de las presas de Germano y
Fundão" asegura Samarco a Deutsche Welle. A José Nascimento no
le molesta que Samarco retome su actividad. "Sería bueno para
nosotros si volviera la explotación minera. Pero tendría que ser
todo transparente y seguro, para que nunca más vuelva a suceder una
tragedia similar a la nuestra”, dice. En el centro de Mariana, los
comerciantes y los taxistas se quejan de que no tienen clientes y de
que la situación es muy difícil. Incluso la administración
municipal está en aprietos, desde que faltan los aportes impositivos
de Samarco.
Solos y
desamparados
El fango venenoso
no solo alcanzó Bento Rodrigues, sino también otros pueblos, como
Paracatu de Baixo. Apenas ha cambiado nada desde la última vez que
DW estuvo en este lugar, hace seis meses. La iglesia sigue cerrada,
"pero los residuos se retiraron de su interior”, dice a DW
Vinícius Castilho, un arqueólogo que trata de salvar junto a su
equipo fragmentos de restos históricos de las zonas afectadas.
Cuando Divino
Isaías, de 66 años, volvió a su casa hace un año, su familia no
estaba allí. "Todos se fueron a Mariana”, relata. El fango no
anegó su terreno, pero muchos otros vecinos no tuvieron tanta
suerte. Paracatu de Baixo está hoy prácticamente vacío. "Yo
tengo las gallinas y el ganado, no puedo abandonarlo todo”, se
lamenta. "Esperaba que la gente del pueblo volviera y sigo
esperándolo”. También Antonio Geraldo de Oliveira, de 63 años y
vecino de Divino Isaías, decidió quedarse. "Todos se
marcharon. Hemos perdido contacto con otras personas. De Mariana no
viene nadie. Este pueblo es un desierto”, sentencia. Él mismo
retiró el lodo de su jardín para volver a plantar verdura. El lugar
que hace meses estaba anegado de lodo, ahora florece con lechugas,
tomates, cebollas y otros vegetales. Su esposa e hijos se marcharon a
la ciudad tras el desastre y no ha vuelto a verlos. Oliveira tiene
miedo cuando escucha ruidos extraños: "Desde hace 20 años
llevaba oyendo que la represa se iba a romper un día. Pero creo que
se aprende de los errores y que se puede hacer ahora un buen
trabajo”.
Autora: Nadia
Pontes desde Mariana, Brasil
Fuente:
Nadia Pontes, Mariana, Brasil: un año bajo el lodo, 05/11/16, Deutsche Welle. Consultado 05/11/16.
hola nadia yo trabajo en la empresa aysa con la limpieza del arroyo maldonado con estrictas medidas de seguridad botas de goma hasta la ingle, guantes de goma hasta el codo mascara para no inhalar ese olor putrefacto del arroyo saludos carlos
ResponderEliminarcarlos