Hace más de una
semana un tifón obligó a Corea del Norte a pedir ayuda a la
comunidad internacional. Cuatro días antes era su última prueba
nuclear.
por Darío Brenman
El pasado 8 de
septiembre los medios de comunicación informaron que Corea del Norte
volvió a desafiar al mundo con una quinta prueba nuclear, la segunda
de este año. La explosión, que provocó un terremoto de magnitud
5,3, fue "un éxito", según informó la televisión
estatal norcoreana. El ensayo es el más potente realizado hasta la
fecha por el país asiático. Corea del Sur, China y Estados Unidos
condenaron el hecho y solicitaron nuevas medidas de presión contra
el régimen de Kim Jong-Un.
Este país había
llevado a cabo cuatro pruebas nucleares hasta hoy: en 2006, 2009,
2013 y en enero de 2016. En esta última, el régimen liderado por
Kim Jong aseguró haber detonado con éxito una bomba de hidrógeno,
algo que los científicos de la comunidad internacional pusieron en
duda. El comunicado en la televisión norcoreana aseguró este
viernes que el país ya es capaz de montar cabezas nucleares en
misiles balísticos, pero no es la primera vez que los medios
estatales presumen de haber alcanzado este logro.
Cuatro días más
tarde de ese suceso, y a pesar de sus enormes gastos militares, un
tifón obligó a Corea del Norte a pedir ayuda a la comunidad
internacional a partir de un desastre natural que provocó 133
muertos, 400 desaparecidos y decenas de miles de desplazados.
La agencia
oficial KCNA reconoció que unas 140 mil personas están en una
situación límite. Vastas zonas permanecen cortadas y 600 mil
personas carecen de agua corriente. Por otro lado quedaron anegados
560 edificios públicos, 30 fábricas y unos 20 centros educativos,
según el comunicado de la KCNA. Los deslizamientos de tierras han
arrasado cosechas y hogares, y han provocado “graves sufrimientos y
dificultades”, según esta fuente.
El Comité
Central del Partido de los Trabajadores de Corea ordenó al Ejército
que se concentre en las tareas de rescate, e incluso redirigido hacia
las zonas más afectadas.
La cuenca del río
Tumen, fronterizo con China, concentra las áreas más castigadas. La
pobreza de los condados de Musan y Yonsa han agravado los efectos del
tifón. La ínfima calidad de construcción de los edificios explican
las escenas de destrucción masiva. Los deslizamientos en las zonas
rurales son habituales por la deforestación, ya que muchos
norcoreanos necesitan la madera para calentarse. Sus hogares deberán
ser reconstruidos con urgencia antes de que regresen las heladoras
temperaturas invernales.
Las cosechas
arrasadas dificultarán el objetivo de la autosuficiencia alimentaria
que pretende Pyongyang como “una bomba nuclear” contra los
enemigos. El objetivo ya parecía quimérico antes del tifón. La
población carece de la cantidad diaria de alimentos mínima, afirmó
la ONU meses atrás. Corea del Norte, que destina a Defensa buena
parte de su magro presupuesto, necesita de la ayuda internacional
para mitigar las crisis alimentarias o cortes eléctricos.
La desesperación
ha forzado a los orgullosos militares norcoreanos a pedir a las
organizaciones internacionales que ayuden a los afectados con sus
propios medios y personal y ahora planean una campaña internacional
para recabar donaciones. Las organizaciones con permiso para trabajar
en el hermético país (la ONU, UNICEF y varias europeas) padecen
cada vez más problemas para recaudar fondos por la acumulación de
desastres en el globo y los cíclicos desmanes del Gobierno.
"No es la
primera vez, pero es inusual que el Gobierno de Corea del Norte haga
un llamado público pidiendo ayuda", dice Bradley Williams,
profesor de relaciones internacionales en la Universidad de Hong
Kong.
La KCNA reportó
que el Comité Central del Partido de los Trabajadores de Corea (WPK)
envió una petición pública a los miembros del partido para reunir
esfuerzos para las operaciones de rescate para las personas en las
regiones más golpeadas. Según el reporte, el WPK incluso
redireccionó una movilización de 200 días para ayudar a las
víctimas de las inundaciones.
Williams le dijo
a CNN que las áreas afectadas por las inundaciones son conocidas por
ser particularmente pobres. El profesor sugiere que más de cuidar a
la gente en la zona, la preocupación del WPK es la perpetuidad del
régimen y si esto podría "alimentar el descontento social"
y provocar protestas.
La grave situación internacional que se enfrenta con la nueva provocación norcoreana, que ignora abiertamente al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y la reacción de todos sus vecinos, pone en evidencia que no parece haberse encontrado la tecla diplomática adecuada. Endurecer con más sanciones puede no ser la solución para influir en un gobierno perturbado. También sería una decisión moral complicada aumentar medidas que generen una hambruna de 20 millones de personas. El enfrentamiento militar sería otra catástrofe.
El dilema es de
los más serios que enfrenta la comunidad internacional. Las dos
coreas siguen oficialmente en estado de guerra en virtud que el
conflicto de 1950-1953 terminó en un armisticio y no con un tratado
de paz.
Es esperable que
las decisiones futuras pasen por mayores intentos diplomáticos,
aunque su éxito es al menos dudoso teniendo en cuenta el nivel de
conflictos regionales e internacionales, que incluyen los existentes
entre Estados Unidos y China que generan mayor tensión en la
península.
Fuente:
Darío Brenman, Un tifón azotó a Corea del Norte tras última prueba nuclear, 19/09/16, La Izquierda Diario.
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