De las 12 áreas
protegidas, sólo tres tienen guardaparque y plan de manejo. ONG
buscan crear un corredor que resguarde el bosque nativo, clave para
evitar inundaciones.
por Lucas Viano
La explosión
demográfica en las Sierras Chicas se llevó puesto el bosque nativo.
Durante los últimos años, la falta de ecosistemas naturales trajo
como consecuencias períodos de sequías e inundaciones extremas y a
veces trágicas, como la ocurrida el 15 de febrero de 2015.
La respuesta
desde los municipios, presionados por la ciudadanía y por las
asociaciones civiles, fue crear reservas naturales que abarcan parte
del ejido pretendido por localidades como Villa Allende, Río
Ceballos, Mendiolaza, Unquillo y Saldán.
Sin embargo,
muchas de esas áreas protegidas sólo figuran en los papeles. En la
vertiente oriental de las Sierras Chicas hay 12 reservas que ocupan
más de 47 mil hectáreas.
De ellas, nueve
son municipales con las figuras de reserva hídrica o reserva
recreativa, incluida dentro de la ley provincial de áreas naturales
(6.964/83).
También están
la Reserva Hídrica Provincial La Quebrada y dos reservas naturales
de defensa (La Calera y Ascochinga) en terrenos militares,
administradas por Parques Nacionales.
De ellas sólo
tres tienen guardaparques designados y el mismo número presenta un
plan de manejo, una herramienta clave para limitar las actividades
que se pueden realizar y programar las acciones de protección.
Estas reservas se
encuentran en las cuencas hídricas de las que depende toda la región
para la provisión de agua y de otros servicios ecosistémicos,
además de albergar flora y fauna autóctona del Chaco Serrano.
Ante la falta de
protección, la mayor amenaza para ellas es la deforestación con
fines inmobiliarios. Pero también sufren los efectos de los
incendios, la presencia de basurales, la invasión de especies
exóticas, los emprendimientos mineros y las actividades recreativas,
como los circuitos de motocrós.
Además, hay
superposición entre muchas de las reservas ya que los ejidos urbanos
no están claros y existen zonas grises. Otro dato clave: sólo el 20
por ciento de las más de 47 mil hectáreas son terrenos fiscales.
Es decir, sin un
marco normativo claro, los dueños de esos predios tienen luz verde
para realizar loteos urbanos o cualquier otra actividad que elimine
el bosque nativo.
Los datos surgen
de un relevamiento realizado por la Coordinadora Ambiental y de
Derechos Humanos de las Sierras Chicas.
Integración y
protección
Este espacio,
integrado por 10 ONG, está trabajando desde 2012 para lograr una
integración y protección de las reservas en un corredor regional.
“Primero
tenemos que trabajar en un proceso de construcción y diálogo y
transformarlo en acciones en el territorio. Pero el paso siguiente
sería que el corredor tenga el aval de una ley provincial”,
explica
Cristian Schneider, en representación de la coordinadora.
El trabajo de la
coordinadora no se enfoca en el reclamo al Estado, sino que está
impulsando procesos participativos de ordenamiento territorial para
fortalecer la conciencia ambiental en toda la comunidad y también en
los funcionarios.
Ya realizó dos
talleres en los que participaron las ONG, la Administración de
Parques Nacionales, la Secretaría de Ambiente de la Provincia y
representantes de los municipios.
El desafío de
conservar el bosque nativo
Entre 1997 y 2008
se perdieron 4.330 hectáreas de bosque.
Desmonte. La tasa
anual de desmonte en las Sierras Chicas fue del 2,2 por ciento.
A futuro. En un
trabajo de maestría en Manejo de Vida Silvestre de la UNC, el
biólogo William Agudelo estimó que, en 2050, el remanente de bosque
nativo de las Sierras Chicas será de sólo 5.728 hectáreas, la
mitad de lo que había en 2009.
Causas. La
agricultura y el pastoreo de ganado son los factores más
determinantes en las proyecciones de pérdidas de bosque nativo a
futuro en especial en las zonas más llanas, donde no hay áreas
naturales protegidas. La ampliación del área urbana no será tan
fuerte, pero el incremento de la densidad poblacional incrementará
la presión de tala, señala Agudelo.
Documentos para
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Gráfico Áreas de riesgo (187.84 KB)
Los Manantiales,
buen caso de conservación
La Reserva
Natural Urbana San Martín cuenta con un plan de manejo y
guardaparque, y constituye el único remanente de bosque nativo en la
Capital.
La Reserva
Natural Urbana San Martín cuenta con un plan de manejo y
guardaparque, y constituye el único remanente de bosque nativo en la
Capital. En la misma situación está Los Manantiales, en Río
Ceballos, impulsada en 2008 por la asociación civil del mismo
nombre. Se trata del mejor ejemplo de conservación de la región
Esta área
protegida tiene 1.050 hectáreas, de las cuales cerca del 90 por
ciento está cubierto por ecosistemas nativos. “Hubo mucha
concientización de los vecinos y eso ayudó a que la reserva se
manejara de otra forma, por lo que se pudo detener la transformación
excesiva”, señala Schneider.
La ordenanza que
crea la reserva fija claramente lo que se puede hacer y no en los
predios privados que la componen. También otorga beneficios fiscales
a quienes utilicen energías alternativas o hagan un uso racional del
agua.
Schneider dice
que la reserva Los Quebrachitos, de Unquillo, es otro caso de un
marco normativo claro. Por su parte, desde la coordinadora impulsan
la creación de la Reserva Hídrica y Recreativa Natural Chavascate
para proteger la cuenca del arroyo Agua de Oro, en el norte de las
Sierras Chicas.
Fuentes:
Lucas Viano, Las reservas naturales en Sierras Chicas están desprotegidas, 05/09/16, La Voz del Interior. Consultado 05/09/16.
Los Manantiales, buen caso de conservación, 05/09/16, La Voz del Interior. Consultado 05/09/16.
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