viernes, 15 de julio de 2016

Un plan para el sudeste cordobés

Sin solución. Campos inundados en Las Varillas, donde pasan los meses y el agua no cede. Foto: Asociación Productores de Las Varillas

La situación ha sido calificada como “desesperante”. Y no hay visos de exageración. Hay campos que llevan tres años bajo el agua, y las inusuales lluvias de este invierno no hicieron más que agravar el cuadro, que ya había alcanzado un pico dramático durante el verano pasado.

Los productores rurales del sudeste cordobés necesitan con urgencia que los gobiernos de nuestra provincia y de Santa Fe, junto con la Nación, definan un plan hídrico integral, así como un programa de reparación de las inundaciones que afectan a la región. El trabajo conjunto sería lo ideal, pero por una cuestión de jurisdicción, quien primero debería llegar en su auxilio es el Gobierno de Córdoba.

La situación ha sido calificada como “desesperante”. Y no hay visos de exageración. Hay campos que llevan tres años bajo el agua, y las inusuales lluvias de este invierno no hicieron más que agravar el cuadro, que ya había alcanzado un pico dramático durante el verano pasado.

Estamos hablando de unos tres millones de hectáreas anegadas en los departamentos San Justo, Río Segundo, Unión, San Martín, Marcos Juárez y Tercero Arriba. Cien hectáreas equivalen a un kilómetro cuadrado. La ciudad de Córdoba tiene 576 kilómetros cuadrados. Lo inundado representa unas 50 veces el tamaño de la ciudad capital.

En términos económicos, se estima una pérdida de casi 7.000 millones de pesos. Los productores aseguran que las obras necesarias para prevenir inundaciones de esta magnitud cuestan alrededor del uno por ciento de esa cifra. Por supuesto, el Estado les ha cobrado un porcentaje muy superior al uno por ciento en impuestos. De hecho, la agricultura fue la rama productiva que más enfrentó a la política económica del kirchnerismo a partir de 2008, por los altos niveles de retenciones. Lo que están pidiendo, entonces, es que una mínima parte de sus impuestos vuelva en obras de infraestructura a la región, para que ellos puedan recuperar sus campos, ponerlos a producir y transportar sus productos a los correspondientes mercados.

Lo último no es un tema menor. El sudeste tiene importantes rutas de comunicación cortadas por el agua desde hace meses. Por ejemplo, la ruta 12, entre Corral de Bustos y Cavanagh, y la ruta 3, entre Canals y Wenceslao Escalante. En esos casos, como es lógico, no sólo se resiente la actividad económica, sino la vida cotidiana de todos los habitantes. No hay caminos alternativos o están igualmente inundados. ¿Cómo se vive y se trabaja en esas condiciones? ¿Cómo se conservan la calma y la esperanza si no se recibe una propuesta razonable, en tiempo y forma, por parte de las autoridades?

A mediados del siglo XIX, Domingo Sarmiento ya sabía que un factor indispensable para estimular la agricultura y la ganadería era contar con buenas y numerosas rutas para sacar “los frutos del país” y llevarlos de manera segura a todas partes. Un siglo y medio después, el sudeste cordobés se pregunta cuándo llegará la civilización hasta ellos.

Fuente:
Un plan para el sudeste cordobés, 15/07/16, La Voz del Interior.

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