Después de la Segunda Guerra Mundial, el programa de armas nucleares soviético se desarrolló en una treintena de ciudades secretas. Una de ellas era Tomsk-7, cuya existencia era secreto de Estado y no estaba localizada en los mapas. En 1949 la planta comenzó sus operaciones de reprocesamiento de combustible nuclear.
El 6 de abril de 1993 explotó un contenedor de sales de uranio, liberando una nube radiactiva que contaminó más de un millón de kilómetros cuadrados. Las autoridades soviéticas admitieron que se trató de un accidente de nivel 3 en la Escala Internacional de Accidentes Nucleares, que tiene un máximo de 7. Además de los trabajadores de la planta, el accidente puso en peligro a la ciudad de Tomsk, una de las más pobladas de Siberia.
Las investigaciones concluyeron que la causa del accidente resultó ser un error humano. Según informaron las autoridades rusas, al añadirse ácido al tanque de uranio durante el proceso de separación, se provocó la explosión.
La explosión de Tomsk-7, actualmente Seversk, fue el segundo desastre nuclear más importante después de Chernóbil y fue quedando en el olvido luego del accidente de Fukushima.
La explosión de Tomsk-7, actualmente Seversk, fue el segundo desastre nuclear más importante después de Chernóbil y fue quedando en el olvido luego del accidente de Fukushima.
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