martes, 7 de abril de 2015

"Todas las noches miramos el techo, a ver cuándo se cae"


En Villa Animí, una familia subsiste en una casa dañada por inundaciones. Con ingresos exiguos, aún reclaman la ayuda estatal.

Pisos agrietados que las obligan a improvisar una tardía rayuela, techos que amenazan con desplomarse hasta desnudar del todo al cielo, paredes que oscilan con ritmo imperceptible, humedades que dibujan manchas ideales para un test.

Un improvisado paneo permite conocer el estado de la casa en que viven Sandra Reynal, Graciela Rodríguez y su pequeña hija, de sólo seis años.

Desde hace ya 50 días, tal estado apenas admite un inventario. La primera de las inundaciones que castigara a la provincia de Córdoba en febrero, ocurrida tras el temporal del 15 de dicho mes, arrasó con los escasos bienes materiales con que contaban.

Su casa, como otras de Villa Animí, como miles del corredor de las Sierras Chicas, padecieron las consecuencias de aquel temporal.

Cumplida la primera semana del mes de abril, esperan alguna respuesta que les permita mitigar el dolor.

Por el momento, tal respuesta no ha llegado de quienes ellas esperaban: el Estado. Por el contrario, afirman que muchas de las explicaciones brindadas llegaron a la antesala del ridículo.

"Es muy difícil vivir así, sabiendo que se te va a caer todo. Pero la respuesta del arquitecto fue `No se te va a caer el techo entero, se va a caer de a pedazos´. 
No se puede vivir así", balbucea Graciela.

A su lado, Sandra recuerda que el antiguo trayecto del canal, que a pocos metros suena tranquilo, fue alterado para conducirlo a una laguna. "Ahora entra a la casa. Todo se convierte en un río, que lleva mucha fuerza", afirma.

"La casa está inhabitable. Todas las noches nos dormimos mirando en qué momento se cae el techo o se hunde el piso. La casa presentaba falencias, pero a consecuencia de las inundaciones hay movimientos de muros, pisos que ceden y una cámara séptica que no trabaja", sintetiza Graciela.

Mientras esperan, cuentan centavos con forzada disciplina. Graciela aporta 600 pesos mensuales que le pagan por la limpieza de una guardería; Sandra hace dulces y teje muñecos con el mismo esmero.

Ambas saben que ni ese esfuerzo las puede poner a resguardo ante una nueva catástrofe.

"Sólo nos trajeron una heladera, una cocina y un lavarropas, que se volverán a perder en la próxima lluvia", lamenta Sandra.

Fuente:
"Todas las noches miramos el techo, a ver cuándo se cae", 07/04/15, cba24n.com.ar. Consultado 07/04/15.

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