jueves, 26 de febrero de 2015

La vida en un centro de evacuados de la Capital

Tras la lluviade ayer, 108 personas, entre madres y niños, fueron evacuadas y trasladadas al Polideportivo General Paz. Provienen de diferentes barrios.

por German Pandolfi

Para los chicos es como un juego: se corretean entre sí, van y vienen tras una pelota, y se entretienen con lo que encuentran en el playón deportivo que los cobijará durante un tiempo.

Para sus madres es un momento de desesperación, es estar en el mismo lugar (con casi nada) donde estuvieron hace poco por la misma razón: inundaciones. Es convivir con otros que también sufren cuando llueve y deben ser evacuados. Es dormir junto a extraños en habitaciones gigantes. Es hacer cola para conseguir jabón y toallón para ducharse. Es esperar una digna ración de comida. Es aguardar que un periodista se acerque para abalanzarse y contarle sus penurias. Es estar expectante de que alguien les dé respuesta a sus necesidades.

Así es la situación en el Polideportivo General Paz, donde ayer fueron trasladadas 108 personas de distintos barrios de la ciudad de Córdoba, damnificadas por el desborde de canales o el anegamiento de precarias viviendas (o carpas, en los casos extremos), tras la copiosa lluvia que se abatió en la víspera.

Al polideportivo municipal fueron llegando humildes familias, desde la mañana y hasta que cayera la tarde. No hay varones adultos; se quedaron a cuidar lo poco que tienen en sus casas. “Si las abandonan, corremos el riesgo de que nos roben”, replican a coro tres mujeres.

Grandezas y miserias en estos días difíciles

por Alejandro Mareco

Son días complicados para ser cordobés y ejercer esa condición en estas latitudes originales. La lluvia nos ha montado un febrero estremecido de agua y zozobra, pero sobre todo de tragedia y temor.

Hace 10 días, la inundación desgarró algunos de nuestros paisajes y lugares más queridos y dejó abiertas las puertas de la muerte y de la desolación.

Aún estamos tratando de entender lo que pasó: más allá de la inusitada violencia con la que se expresó la naturaleza, ¿qué dejamos de hacer? ¿Qué hicimos? ¿Qué hacemos para ayudar a que tanta destrucción sea posible?

De tantas cosas inciertas que no han quedado, acaso lo más cierto de todo es el dolor. Por eso ayer, cuando otra vez la lluvia regresó a la provincia (repartiendo naufragios en más direcciones) y otra vez con una abundancia enloquecida, tal vez el primer sentimiento que nos acorraló el pecho fue la angustia.

Sierras Chicas: está vigente un protocolo de alerta máxima

Se adoptó ese esquema de acción y prevención ante la incertidumbre y la sensación de indefensión que padecen los damnificados por el último temporal.

por Héctor Brondo

En Sierras Chicas, las súplicas que al unísono se elevan al cielo no pueden aún con la porfía de la lluvia.

Desde la tormenta fatídica de hace 12 días, los nubarrones recorren la atmósfera como un mal presagio que de vez en cuando descargan su bagallo de agua maldita sobre ese territorio de desolación.

La incertidumbre embarga el ánimo de todos y la sensación de indefensión de los damnificados hizo que quienes se ocupan de la prevención y de la contención de las víctimas, adoptaran el protocolo que corresponde a la hipótesis de alerta máxima de catástrofe.

Rodrigo Cuba es el coordinador de la Cruz Roja en la franja más afectada por el aluvión del 15 de febrero, que se cobró la vida de 8 personas y destrozó miles de casas y sueños.

German Pandolfi, La vida en un centro de evacuados de la Capital, 26/02/15, La Voz del Interior. Consultado 26/02/15.
Alejandro Mareco, Grandezas y miserias en estos días difíciles, 26/02/15, La Voz del Interior. Consultado 26/02/15.
Héctor Brondo, Sierras Chicas: está vigente un protocolo de alerta máxima, 26/02/15, La Voz del Interior. Consultado 26/02/15.

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