martes, 4 de noviembre de 2014

"Me duele haber perdido los recuerdos de toda una vida"


Violento temporal. Lo dice un vecino de Luján al que se le inundó la casa y perdió fotos y objetos familiares. Ayer el río volvió a subir.

por Mariano Gavira

La imagen se repite: vecinos en bote, las veredas sumergidas en la inundación, las marcas negras en las paredes que no se llegan a limpiar porque la lluvia reaparece, la angustia de volver a empezar. Ayer en Luján convivía la bronca de los que perdieron todo y la desesperanza de quienes escuchaban que el río volvía a subir y amenazaba con arruinar todo. Una vez más.

Con la cabeza gacha como pidiendo perdón estaba Jorge Barrera (37) en la puerta de su casa, en el barrio de San Fermín. En el comedor de su casa el agua le llegaba a los tobillos y el río que crecía unos 8 centímetros por hora. Miraba aquello que la última crecida destruyó: tres sillas, otros muebles, una heladera vieja y oxidada, una tele de 14 pulgadas y dos colchones. Todo eso, que para él era todo, estaba aún allí, arruinado: “No nos podemos ir, la casa es lo único que nos queda”, dice Jorge, que vive ahí con su hijo de 14 años y con su papá de 67, a quien tuvieron que llevarlo en un camión de bomberos a la casa de un vecino que vive un poco más alto. “La tristeza que tengo no se me va a ir nunca. Mi mente siempre va a estar inundada”.

A pocas cuadras de ahí, sentado en un cajón de cerveza, en ojotas, cigarrillo en mano y con la tele prendida en un canal local, Raúl Rodríguez lo tomaba como algo natural. Hace 30 años que vive en el barrio. Muestra la marca que dejó el agua en su casa la semana pasada. Y ahora también señala hasta qué altura cree que llegará en las próximas horas, con la nueva crecida: “Es algo de nunca acabar, llega un momento que te acostrumbrás, sabés que si llueve esto se inunda, y nadie hace nada”, dice. A su lado Diego Saavedra, el yerno, relata que el jueves pasaron la noche en el techo porque el agua les llegaba hasta la cintura: “Es como dormir en el piso, el problema es la lluvia, nos mojamos un poco, pero si te tapas bien no lo sentís tanto”.

En la puerta de la Municipalidad unos 400 vecinos se juntaron para reclamar la ayuda que todavía no les llegó. En el barrio La Loma, Nicolás Fagani (34) no puede contener la bronca, desde su vereda a la que le desapareció el cordón, se tiene una vista hermosa de la Basílica, y para allí mira: “Yo quiero pensar que ella nos va a ayudar, que vamos a poder volver a empezar. Me duele haber perdido todo lo material, pero por lo que más sufro son por las fotos y los cajones con recuerdos de toda una vida”. Su mujer recuerda el momento en que el agua subió: “Fue muy rápido, no dio tiempo a nada. Tuvimos que subir a los dos perros a una parrilla que tenemos en el fondo, y a nuestro hijo de 4 años llevarlo hasta lo de mi mamá. El agua nos llegaba hasta el cuello y no había forma de frenarla, pusimos bolsas de arena en la puerta, usamos baldes, pero nada sirvió”, dice y completa: “Nos vamos a mudar, ya lo decidimos: acá no podemos vivir más”.

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Fuente:
Mariano Gavira, "Me duele haber perdido los recuerdos de toda una vida", 04/11/14, Clarín. Consultado 04/11/14.

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