por Nora Bär
Aumento de lluvias en el centro y norte del país, incremento
de la duración y frecuencia de sequías en el Oeste y el Sur, multiplicación de
eventos climáticos extremos e incrementos en las enfermedades de los cultivos
de granos. Éstos son algunos de los efectos que ya se están haciendo sentir en
la Argentina y que podrían repetirse con intensidad creciente en los próximos
años o décadas, según el nuevo informe del Panel Intergubernamental de Cambio
Climático que se presentó ayer en Yokohama, Japón.
El trabajo pasa revista a todo el conocimiento reunido sobre
el tema, detalla las consecuencias del proceso en marcha y los escenarios
futuros para todo el planeta. Para la Argentina prevé cambios en las
precipitaciones, retroceso de los glaciares y caída de los rendimientos de la
producción agrícola.
"El gran hallazgo de este informe es la
conceptualización de la situación de riesgo. Nosotros puntualizamos que se debe
no sólo a los fenómenos climáticos adversos, sino a su combinación con la
vulnerabilidad y la exposición de las poblaciones", explica desde Yokohama
el argentino Vicente Barros, que copresidió el grupo responsable del estudio.
Para Barros, "La intersección de estos tres aspectos
genera el riesgo de impacto. Como [por ahora] no podemos cambiar la dinámica
climática, tenemos que actuar a través de la adaptación para incidir en la
vulnerabilidad y la exposición. Parece trivial, pero nadie lo estaba
planteando."
Otro punto muy importante es que el trabajo logra
identificar más de 120 impactos concretos atribuibles al cambio climático. En
lo que no tuvieron éxito, confiesa, es en cuantificar los costos de la
adaptación.
Aunque aclara que trataron de ser "lo más conservadores
posible", Barros subraya que "los riesgos se van a incrementar con
el aumento de los gases de efecto invernadero".
El calentamiento global es la elevación de las temperaturas
medias del planeta que se desencadena por la emisión de gases como el dióxido
de carbono, que se mantiene en la atmósfera durante un siglo.
El nuevo documento del IPCC, que analiza alrededor de 10.000
trabajos científicos y compila la información en una síntesis de 49 páginas
para líderes políticos y 32 volúmenes de estudios, fue aprobado después de
varios días de sesiones agotadoras por 309 autores principales de 70 países,
que a su vez solicitaron la ayuda de 436 autores contribuyentes y 1729
revisores.
"Hay distintos escenarios, según si es mayor o menor el
aumento de las emisiones -dice Barros, que venía de dirigir la maratónica
reunión final para acordar el texto del informe, que se prolongó desde las diez
de la mañana hasta las cinco de la tarde del día siguiente-. A más emisiones,
más riesgos... que no siempre se pueden neutralizar con adaptaciones. Si la
mitigación es más efectiva, los riesgos serán menores". Pero enseguida
subraya: "Cualquiera sea el escenario, ya hay impactos".
Las predicciones climáticas tienen mayor o menor robustez de
acuerdo con el número de estudios que corroboran los resultados, explica el
licenciado Osvaldo Girardin, de la Fundación Bariloche. "En la zona del
Comahue y de Cuyo está lloviendo menos -afirma-. Eso está bastante probado y es
probable que esa tendencia siga. En el Chaco y la zona pampeana llueve más. El
tema es saber si esto se va a profundizar en el futuro. Otro aspecto que hay
que tomar en cuenta es: ¿llueve parejo o se exacerban los fenómenos extremos?
Esto incide en el impacto que sufren las personas".
Para Ricardo Villalba, director del Instituto Argentino de
Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (Ianigla), este informe respalda
los anteriores. "Hay mayor cantidad de datos, más contribuciones
científicas y cada vez queda más claro el impacto en los sistemas naturales -comenta-. En los glaciares, este proceso es muy evidente. El IPCC lo define
como «de alta confianza»; quiere decir que hay consenso. En la Cordillera,
particularmente en Mendoza, hay retracción de los glaciares y disminución de
las precipitaciones de hasta un 50 %. La situación es crítica con sequías en el
norte de la Patagonia y tiene una incidencia muy marcada en la disponibilidad
de agua de la región".
Entre otros impactos, el especialista destaca las grandes
sequías e inundaciones. "Nos ha llamado enormemente la atención que las
sequías de 1998 en el norte de la Patagonia y ahora en El Calafate y El Chaltén
fueron tan marcadas que llevaron a la muerte de árboles que tenían 300 o 400
años -detalla el científico, cuyo instituto contribuyó con varios de los
estudios que integran el nuevo informe-. Quiere decir que el sistema climático
se está desplazando fuera de los rangos históricos".
Aunque todavía resta concluir el inventario de glaciares, se
estima que entre 1984 y 2004 hubo reducciones de entre el 10 % y el 20 % en la
mayoría de los cuerpos de hielo, fundamentalmente en los Andes centrales.
"Los glaciares son los grandes reguladores del ciclo hidrológico -dice
Villalba-. En años de gran precipitación, agrandan su masa, y la entregan
cuando hay menos nieve. Esa capacidad amortiguadora está desapareciendo como
consecuencia del cambio climático".
Los efectos del cambio climático serán heterogéneos. Los
riesgos serán grandes y chicos. Algunas regiones tendrán demasiada agua; otras,
no la suficiente. Y cualquier cambio en el clima aumentará la vulnerabilidad de
los más desprotegidos.
Pero el proceso es tan complejo que no todas sus
consecuencias son negativas, y tampoco dependen solamente de los factores
climáticos.
"El aumento de las precipitaciones multiplica la
frecuencia de inundaciones, pero también permitió la extensión de la frontera
agrícola hacia el Oeste y hacia el Norte, y el gran aumento de la producción
del campo -dice Girardin-. Cada vez se puede analizar menos el cambio climático
sin tener en cuenta las acciones humanas, ya que hay decisiones que exacerban
el impacto del clima".
En estos momentos, los mayores emisores de gases de
invernadero son China, Estados Unidos y la India, en ese orden. "Hay 35 o
40 países que emiten el 80 %. Nosotros no superamos más del 0,8 % del total
mundial -dice Girardin-. Pero aunque «hagamos todos los deberes», igual
tendremos que adaptarnos. Sin embargo, hay que desterrar la visión
catastrófica: parece que los dioses nos castigaran y no pudiéramos hacer nada.
Hay mucho que todavía se puede hacer para que el impacto sea el menor posible".
En este sentido, los especialistas coinciden en que el
trabajo es muy importante por su enfoque. "Es una estimación de las
consecuencias que se completará en mayo con una propuesta de las medidas de
respuesta -dice el embajador Raúl Estrada Oyuela, factótum del Protocolo de
Kyoto-. Los informes tienen que influir decisivamente para la negociación de
fin de año en Lima y de 2015 en París. En los años noventa se produjo un
informe que dio origen a la convención [de cambio climático]; en el 95, otro
nos permitió llegar al Protocolo de Kyoto. En 2007 se produjo otro informe que
no llegó a cuajar como hubiera debido en la reunión de Copenhague. Y ahora nos
estamos aproximando a la reunión de París, donde este informe debería ser
definitorio".
Del editor: por qué importa. El calentamiento global ya no
es algo que pasará en el futuro sino un fenómeno que está ocurriendo y al que
habrá que adaptarse.
Fuente:
Nora Bär, Por el cambio climático, habrá más inundaciones y sequías, 01/04/14, La Nación. Consultado 01/04/14.
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