Entrevista a Javier Rodríguez Pardo de la Unión de Asambleas Ciudadanas.
- ¿Cómo está hoy organizada la resistencia a la minería?
Podemos decir que en
la última década la gente participa, que no hay rincón por donde pase la
minería transnacional y la gente no se ponga de pie al ver la forma promiscua
con que desarrolla su actividad el extractivismo en general.
Son corporaciones de magnitud, muy grandes, para las que la
corrupción es la forma que tienen de transar económicamente. Esto es fácilmente
visibilizado por la población local en distintas provincias; eso permitió que nosotros
pudiéramos logar que en muchas de ellas, los parlamentos legislaran en contra
de esta minería hidroquímica a cielo abierto.
- ¿Cómo nació la
Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC)?
En un aspecto creo
que se debe fundamentalmente a los movimientos sociales que componen estas
mismas asambleas locales en distintas jurisdicciones y que están
interrelacionadas. Prácticamente lo que se discute en una se discute en el
resto, se sabe lo que ocurre en tierra del Fuego, o en Misiones o en Jujuy, Salta y Tucumán. Y finalmente se tomó la decisión de interrelacionar todas esas
asambleas en las luchas, de manera que haya una participación muy grande a
nivel nacional a través de la unión de las asambleas ciudadanas.
Para que esta unión sea operativa se decidió la formación de
asambleas regionales. En este momento son muy efectivas la Asamblea del Noroeste
Argentino, la del Litoral y fundamentalmente la Asamblea Patagónica
que abarca más de seis provincias del sur. Este regionalismo hace que tengan
una fuerte participación y una fuerte actividad en las problemáticas locales,
que no son solamente mineras. Por ejemplo, los agronegocios con respecto a la
soberanía alimentaria, los transgénicos, la defensa del bosque nativo, la
biodiversidad, la especulación inmobiliaria que está de moda sobre todo en toda
la costa y en el sur argentino.
- ¿Qué otras cuestiones se discuten?
Todo esto forma parte
de una lucha común, y en todas las asambleas hoy domina este debate. Proponen a
su vez, a nivel nacional de bases mayores la discusión de, por ejemplo, cuál es
el verdadero plan energético que debe tener nuestro país, que las decisiones
del gobierno no sean medidas unilaterales sino que se discutan con el pueblo, y
es así que todas estas acciones en la Argentina terminan casi interrelacionándose con
las luchas que tienen casi el mismo horizonte en América latina. Prácticamente
todo el continente latinoamericano y centroamericano, mesoamericano diríamos,
del famoso Plan Puebla-Panamá o del IRSA, hoy lucha en unidad. Todo se discute
desde México hacia abajo.
-Háganos una breve descripción del Plan Puebla-Panamá y el
proyecto IRSA
En el año 2000 se
reúnen los presidentes de Sudamérica en Brasilia, a pedido del Banco Mundial y
de los organismos internacionales, porque entienden que la mejor manera que
tienen las transnacionales de poder trabajar y operar en nuestro continente es
tener un marco legal y económico apropiado. Entonces trazaron proyectos para
que todos estos países cuenten con fibra óptica, con vías y ríos navegables, caminos
y puentes que unan el Atlántico con el Pacífico y comuniquen el norte de
América del Sur con el sur y Centroamérica. Esto fue el Proyecto IRSA,
Iniciativa para Infraestructura Regional Sudamericana.
El antecedente de esto es un proyecto similar, el Plan
Puebla-Panamá, para crear fuentes de energía porque la requieren las
transnacionales para poder operar.
Como se sabe, nosotros siempre hacemos hincapié en la
cantidad de energía que necesita una empresa minera para realizar el
extractivismo, porque una cosa es volar la montaña a pura dinamita pero después
hay que triturar la roca del tamaño de una pulgada, o del tamaño de dos micras,
lo que requiere mucha energía.
La energía está siendo subsidiada porque en el marco legal
los imperios del Norte han decidido lograr una suerte de legislación que les
permita operar libremente con subsidios y facilidades legislativas. Por
ejemplo, promiscuidad para extraer, con grandes impactos, porque la
megaminería, por ejemplo, destruye, contamina y elimina las economías
regionales, cosa que está acabadamente demostrada.
- Últimamente se habla mucho sobre el “fracking”.
Sí, el fracking es el punto. Este tema prueba que nuestro
discurso, aquél que comenzamos diciendo que ya no quedan minerales en el
planeta, como planteé en la charla que acabo de dar aquí para los estudiantes
de agronomía de Uruguay. Antes se obtenía un 5 % de cobre del mineral y ahora se
obtiene un 0,4; en menos de cien años se acabó el mineral por el consumo de los
países del norte. Cada habitante del Norte consume nada menos que diecinueve
toneladas de mineral por año. Si pensamos que se trata del 20 % de la población
mundial que consume más del 80 % de la energía del planeta, mientras que los
pueblos del Sur componemos el 80 % de la población mundial y consumimos menos
del 20 % vemos una enorme falta de equidad en esta relación. Esto es lo que
permite generar el desconcierto y estas luchas.
- Cuando éramos jóvenes, imponer la agenda democrática de la
defensa del sistema de derecho y que formara parte del discurso político
parecía un sueño. Hoy nadie se atrevería a cuestionar esto, ¿a usted le parece
posible instalar también en la agenda política la defensa del medioambiente?
Está tergiversado el
concepto medioambiental. La ecología social es lo que más se acerca al
pensamiento que llevan adelante estas movilizaciones, estos movimientos
sociales. Sí tienen que estar indefectiblemente dentro de esa agenda porque si
no es ignorarlos. Ignorar algo que existe y que se da inevitablemente en todas
las regiones. Desde que tengo conocimiento de nuestras luchas patagónicas en el
sur patagónico, -y puedo referirme al movimiento antinuclear de Chubut, la
defensa del bosque nativo y tantas otras-, la lucha es por la territorialidad.
Son territorios que están siendo devastados. Hay enajenación, hay destrucción
de territorios además de extranjerización de esas tierras.
Entonces la lucha es muy viable porque es además muy visible
para la gente que vive este tema. Quien transita por la Patagonia , así lo haga a
caballo, en un carromato, en una camioneta, en auto o como quiera, no puede
dejar de ver el millón de hectáreas de Benetton de pinos, ponderosa, de rápido
crecimiento, que tienen por objetivo servir de elementos de la energía para las
pasteras de celulosa.
Esto es tan visible, salvo para los que se encogen de
hombros. Por eso decimos muchas veces que nuestra preocupación mayor es
precisamente esta gente. Uno puede estar en contra o puede estar a favor de
estas luchas, pero lo terrible es darles la espalda, de alguna manera es
inmoral ignorar la presencia de esta lucha entre la política que impone el
imperialismo y las de los movimientos sociales.
Fuente:
Miguel Aguirre, "El 20 % de la población mundial consume más del 80 % de la energía del planeta", 19/01/13, ACTA La agencia de noticias de la CTA.
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