Hace poco más de un año (el 12 de octubre de 2011) presenté
mi libro “El Mal-El Modelo K y la Barrick Gold. Amos y servidores en el saqueo de la Argentina ”. No era el momento
más oportuno: se sabía ya que Cristina Fernández de Kirchner iba a ganar por
aplastante mayoría once días después. Y el 23 de octubre se efectivizó el
aluvión de votos esperado o temido: el famoso 54 por ciento, que generó en la Presidenta y sus seguidores
la convicción de que todo era posible, que no había limites ni controles para
el poder administrador.
Algunos amigos me dijeron que era un error ponerse delante
de una locomotora que venía a 200 kilómetros por hora y dejaron de
frecuentarme. Mis colaboradores en el Congreso me dieron la espalda sin pudor.
En la calle, algún despistado insolente llegó a gritarme: “¿Qué le hiciste a
Cristina?”. Dos funcionarios o ex funcionarios: Aníbal Fernández y Rafael
Bielsa, amenazaron querellarme y luego no se atrevieron. La propia Barrick Gold
sacó un endeble comunicado firmado por un señor Giménez Zapiola, a quien invité
a debatir públicamente sin éxito.
Luego vino el silencio
Alguien más astuto que los alcahuetes de siempre bajó la
orden, tanto en el plano público como en el privado: “no le contesten”.
Y no me contestaron
Acudí ante la justicia y acusé por tráfico de influencias ala Presidenta ; al
Secretario de Minería, Jorge Mayoral; al Secretario de Hacienda, Juan Carlos
Pezzoa; al gobernador de San Juan José Luis Gioja; al senador César Ambrosio
Gioja y a otros funcionarios de menor rango.
Acudí ante la justicia y acusé por tráfico de influencias a
Silencio de radio.
Figuras egipcias ignorándome de perfil.
En reuniones internacionales de intelectuales progresistas
tuve que soportar cómo algunos sicofantes K (de los que eran antikirchneristas
cuando yo defendía al ignoto Néstor) me revoleaban por la cabeza el 54 por
ciento.
No faltó algún ex amigo mexicano que se atreviera a
provocarme: “me han dicho que te hiciste de derecha”. Un argenmex, colaborador
de La Jornada ,
llegó a recomendarme el Gerovital 3 de la doctora Aslan. En efecto, en aquellos
días de soberbia postelectoral sólo un viejo gagá podía atreverse a discutir el
carácter revolucionario, nacional, popular, democrático y progresista del
Modelo K. Sólo un socio minoritario de Mauricio Macri podía atreverse a ponerle
límites temporales y espaciales al gobierno de Cristina, santificado desde un
cielo de historieta por el Presidente Eternauta, el finado Néstor Kirchner.
A solamente un año de distancia, lo que podía parecer
ensañamiento crítico, crudeza verbal innecesaria o resentimiento de antiguo
aliado, se ha quedado corto ante los cuestionamientos masivos que recibe la
soberbia autoritaria de CFK y sus corifeos. Un verdadero aluvión de bronca, que
inquieta al crítico responsable cuando se toma en cuenta que el gobierno de
Cristina debe llegar hasta diciembre del 2015. Y se advierte que la monarquía saudita
de Olivos, en vez de dialogar o al menos escuchar, reacciona insultando a los
disidentes. Como acaba de hacer con la
CGT de Hugo Moyano y la CTA de Pablo Micheli, a quienes acusa de ser los
autores intelectuales de los violentos saqueos de los días 19 y 20 de
diciembre.
Antes había descalificado las grandes movilizaciones del 13
de setiembre y del 8 de noviembre, como expresiones golpistas, “destituyentes”,
sólo acompañadas por pequeños grupos de señoras gordas y caceroleras. Una
respuesta grosera de este estalinismo de cabotaje, frente a muchedumbres que se
contaron por cientos de miles de personas, incluyendo muchos ciudadanos que
votaron por Cristina y en menos de un año comenzaron a deshojar el mítico 54
por ciento.
Si esas dos grandes manifestaciones revelaron que la
paciencia de los sectores medios urbanos se había colmado, la primera huelga
general del 19 de noviembre -de singular acatamiento nacional- demostró que
gran parte de la clase trabajadora (mayoritariamente peronista) le reclamaba
con dureza a un gobierno de su mismo color. Nuevamente los exégetas del régimen salieron a negar la realidad: la
huelga había sido acatada de manera generalizada en todo el territorio nacional
porque los trabajadores no habían podido concurrir a sus puestos debido a la
intimidación de los piquetes. Ignorantes de la historia del movimiento obrero,
recién llegados al peronismo como son varios funcionarios procedentes de la UCD , entre los que destaca el
vicepresidente Amado Boudou, no saben que el piquete se usaba en las fábricas
cuando había fábricas y que se mudó a las calles cuando las fábricas cerraron.
Más legítimo, imposible. Calificarlo como un método subversivo, de clara
“intención política”, implica repetir lo que dijeron históricamente todos los funcionarios
represivos de las distintas dictaduras militares que asolaron a nuestro país,
cada vez que los dirigentes sindicales llamaban a un paro.
En su afán por tapar o desvirtuar todo aquello que
contradiga el relato oficial, los corifeos agregaron un argumento que se les
vuelve en contra: la CGT
de Moyano y la CTA
de Michelli son minoritarias y tienen su contrapartida mayoritaria en la CGT de los “Gordos”, donde
militan ex agentes de la dictadura militar como Gerardo Martínez de la UOCRA y en la CTA de Hugo Yasky, al que su
propio gremio docente ya no le hace caso. Lo endeble de esta “mayoría”
cuestionable y fugaz que esgrime el gobierno, se manifestó con claridad cuando la CGT pretendidamente
oficialista, que conduce el metalúrgico Antonio Caló, se solidarizó con Moyano
y Micheli, frente a las irresponsables acusaciones que los presentaron como
autores de los saqueos. Es que la
CGT de los Gordos está integrada por burócratas, pero no por
idiotas y los burócratas han entendido que sus bases acataron el paro dispuesto
por sus rivales porque los salarios están limados por una inflación cercana al 30 por ciento anual y acotados por
un gobierno que se niega a incrementarlos o a otorgar compensaciones.
Mientras la dirigencia sindical toma nota de la situación
que padece la clase obrera activa, con injustos gravámenes al salario como el
impuesto sobre las ganancias, la clase pasiva sigue soportando haberes mínimos
miserables que se ubican muy lejos del 82 por ciento móvil y violan, por tanto, el artículo 14 bis de la Constitución Nacional.
Cuatro millones de jubilados sobremueren con menos de dos mil pesos mensuales y
un millón aguarda que una acordada de la Corte Suprema
extienda el fallo Badaro y les otorguen aumentos sustanciales que les eviten la
clásica demanda contra el ANSES. En total hay 534.000 juicios promovidos por
jubilados, de los cuales 330 mil están activos. Este año hubo 90 mil demandas
nuevas, que en su gran mayoría son apeladas por el organismo que debería
proteger a los jubilados y en realidad hace tiempo esperando que se mueran.. La Presidenta , sacando a
luz su verdadera ideología, calificó como “caranchos” y “buitres” a los
que pretenden cobrar lo que les
pertenece después de haber trabajado toda una vida. Es curioso, porque su
propia madre le ganó un juicio al ANSES.
Para que el gobierno
quedara huérfano de apoyo social, faltaba solamente un sector de la sociedad:
los indigentes. Los expulsados por el neoliberalismo de los noventa, que
persisten en su terrible marginalidad a pesar de la tan cacareada integración
social de la que presume CFK. Y los condenados de la tierra, teledirigidos o
espontáneos (poco importa para lo que se pretende demostrar) también se
pusieron de manifiesto con feroces saqueos en 300 comercios de 40 ciudades, que
produjeron dos muertes en Rosario. La coincidencia de la irrupción con la fecha
histórica del 20 de diciembre, alentó la fabricación de teorías conspirativas,
como las evacuadas por el Jefe de Gabinete Juan Manuel Abal Medina y el
Secretario de Seguridad, teniente coronel médico Sergio Berni, atribuyendo a
Moyano y Michelli la responsabilidad por el asalto a los comercios y
supermercados.
Nadie en el universo
K, ni siquiera los filósofos bien retribuidos que forman la coraza intelectual
del modelo, se atrevieron a seguir el consejo de Hegel y pensar “en contra”.
Nadie pudo explicar como ese sector, protagonista y víctima del proyecto clientelar
del Frente para la
Victoria-PJ , hizo sonar la campana de alarma como lo suelen
hacer los desaparecidos sociales, con una violencia “vandálica” que los torna
inevitablemente visibles para los bien digeridos.
Ninguno de los escribas a sueldo del oficialismo alcanzó
siquiera a vincular el fenómeno con uno de sus disparadores más evidentes:
estas fiestas consumistas donde hasta Jesucristo cambia el pesebre por el
shoping. “¿Porqué ellos sí y nosotros no?”, propone el resentimiento causado
por la diferencia sideral de los ingresos que sigue imperando en la Argentina , tras casi una
década de crecimiento “asiático” y una caja de 500 mil millones de dólares, que
en vez de servir para reindustrializar el país, se licuaron en planes
asistencialistas, en un engorde proselitista de la planta del estado, en la
promoción de toda clase de ñoquis y paracaidistas. Algunos con la marca de
fábrica de La Cámpora
y sueldos verdaderamente orientales para los comisarios políticos que controlan
la televisión pública, Aerolíneas Argentinas, Repsol-YPF y cualquier otra de
las pseudonacionalizaciones que suelen decidirse -casualmente- cuando el vicepresidente Amado sufre algún revés en la
causa Ciccone.
Aumentadas y difundidas por el afán proselitista de
periodistas del extranjero vinculados a ciertas estratégicas embajadas
argentinas, esas “nacionalizaciones” presentan a la administración de CFK como
un gobierno “revolucionario” que libra una gesta antimperialista y no puede por
tanto ser cuestionado más que por la derecha conservadora y por algunos pocos
“camaradas de ruta de la derecha” procedentes de la ultraizquierda o, peor aún,
por “traidores al kirchnerismo”, como sería -a juicio de los corifeos- el autor
de esta nota.
Nada más alejado de la realidad que esa imagen idílica,
según la cual Cristina habría emulado a Lázaro Cárdenas en la nacionalización
del petróleo.
La verdad de la milanesa
La expropiación del 51 por ciento de las acciones de
YPF-Repsol, en manos de la corporación ibérica del mismo nombre, decidida por
el gobierno en abril de este año y ratificada por el Congreso el 3 de mayo
pasado, escondía un dato clave que anticipé en “El Mal”: el vínculo espurio de la Presidenta con el
megamillonario David Rockefeller, fundador del Council of the Americas y socio
mayoritario de José Alfredo “Joe” Martínez de Hoz, el superministro de la
última dictadura militar.
Detrás de esa medida “nacionalista” se ocultaba la decisión
de cambiar el imperialismo del chorizo cantimpalo por el verdadero
imperialismo: el que controla desde hace más de doscientos años Wall Street y la City de Londres.
El miércoles 19 de diciembre último, en Houston (Texas),
Miguel Gallucio (CEO de YPF) y Ali Moshiri (CEO de Chevron para América Latina)
cerraron un acuerdo por el cual se concede a esta última corporación el
“derecho exclusivo” para explotar las áreas “Loma de la Lata Norte ” y “Loma
Campana” en Neuquén. Chevron, donde
trabajaba la buena de Condoleezza Rice, invertirá inicialmente mil millones de
dólares para desarrollar cien pozos petrolíferos y gasíferos no convencionales.
Pero si avanzan los acuerdos -como avanzarán, ley antiterrorista mediante- YPF
le transferirá a Chevron dos áreas de 290 mil kilómetros cuadrados en la mítica Vaca Muerta, para obtener shale oil y
shale gas, mediante el temible fraking, una nueva tecnología extractiva mucho
más contaminante que la megaminería a cielo abierto.
Si la cosa prospera, a pesar de los incómodos ambientalistas
argentinos, que resisten heroicamente la represión en decenas de bastiones como
Famatina y Andalgalá y los aún más incómodos indígenas ecuatorianos, la
inversión de Chevron puede alcanzar los 15 mil millones de dólares.
En Ecuador, Chevron-Texaco ha sido condenada en segunda
instancia por causar gravísimos daños ambientales en una región de dos millones
de hectáreas. Entre otros cargos se comprobó que la corporación arrojó 64 mil
millones de litros de agua tóxica utilizada en la extracción de crudo a esteros
y ríos de la zona, afectando el territorio, los cultivos, los animales y la
vida de diversos pueblos originarios. La causa judicial fue promovida por 30
mil ecuatorianos amazónicos, entre los que se cuentan indígenas y colonos
organizados en la “Asamblea de Afectados por Texaco”.
La sentencia en Ecuador tuvo una consecuencia judicial
impensada en Argentina, donde el juez civil Adrián Elcuj Miranda se solidarizó
con la condena en Ecuador y dispuso un embargo sobre bienes y créditos de
Chevron Argentina SA hasta alcanzar la suma de 19.552 millones de dólares. (Los
activos de Chevron Argentina están valuados en dos mil millones de dólares). La
filial argentina argumenta (obviamente) que no tiene nada que ver con
Chevron-Texaco de Ecuador y que esta terminó sus operaciones en aquel país en
1990. Es sugestivo que, pese al embargo, se avanzara hasta el acuerdo entre
Gallucio y el jefe latinoamericano de Chevron. Las presiones en Argentina para
que el embargo no se aplique ya están a la orden del día: el gobernador de
Neuquén, Jorge Sapag y el secretario general del sindicato petrolero de la
zona, Guillermo Pereyra, ya se presentaron en la causa como “Amicus curiae”.
Que no significa amigos de la guita, sino apoyos al querellado.
El presidente ecuatoriano Rafael Correa visitó la Argentina el 4 de
diciembre último y abogó ante CFK para que se cumpla el embargo. Como
respuesta, su aliada envió a Gallucio a Houston para cerrar un primer acuerdo
con Chevron.
Ahora bien: ¿qué es Chevron?. Wikipedia lo revela sin
ambages: “Es una empresa petrolera estadounidense constituida en 1911 en
California, tras la disolución del trust (“Corpo”) Standard Oil, bajo el nombre
Standard Oil of California. En un período de más de cuarenta años, John D.
Rockefeller llevó a la
Standard Oil a ser la compañía más grande del mundo por mucho
tiempo”.
En “El Mal” dejé plasmada y hasta fotografiada la amistad
entre Cristina y David Rockefeller. Tanto The Americas Society como el Council
of the Americas, los dos poderosos lobbies de inversión y saqueo fundados por
el petrobanquero han actuado como plataformas de apoyo a la mandataria
argentina, a pesar de todas sus nacionalizaciones (tanto las genuinas como las
falsas). En ese foro, regenteado por Susan Segal (amiga personal de la
mandataria argentina y alta ejecutiva del Grupo Rockefeller) Cristina muestra
una cara menos “nacional y popular”. El 26 de setiembre de 2007 dijo en el gran
salón del hotel neoyorquino Waldorf Astoria: “Este país que hoy ofrecemos
gustosos a todos los que vengan a invertir, con la concepción y la comprensión,
por parte de quienes estamos allá que la rentabilidad no es un pecado, que
ganar dinero no es pecaminoso”.
En ese escenario, el 22 de setiembre de 2008, tuvo lugar el
afectuoso encuentro que ilustra esta nota: Cristina, emocionada, admirativa,
toma con sus dos manos la diestra de David Rockefeller, el banquero que apoyó
los golpes militares de los generales Juan Carlos Onganía y Jorge Rafael
Videla.
De nuevo en el Council, en setiembre de 2010, “la presidenta
entusiasmó a la audiencia cuando informó que se usarían reservas del Banco
Central para pagar deuda” (El Mal-Editorial Planeta, octubre de 2011). Los
empresarios -reunidos por Rockefeller y el genocida John Dimitri Negroponte (capo del Council of the
Americas)- la aplaudieron a rabiar.
Un alto ejecutivo de JPMorgan recordó que la economía
argentina había crecido 8,5 por ciento. El representante de Monsanto, Jesús
Madrazo Yris, salió eufórico del encuentro: “Es tranquilizador que en la Argentina se impulsen
reglas claras y transparentes para inversores”.
Pero la más elocuente fue la propia Presidenta: “Es la
primera vez desde que me entrevisto con empresarios que veo este cambio de
actitud. Obviamente ha tenido que ver la reestructuración de la deuda: cuando
uno paga lo que debe te miran más lindo”.
¿Quién traiciona? ¿Quién le hace el juego a la derecha? Los
críticos, los opositores, los presuntos agentes de Héctor Magnetto, o la máxima
e indiscutida autoridad del Proyecto. Más allá del saqueo practicado por las
megamineras en los Andes, las semillas transgénicas en nuestros campos o el
fraking en la profundidad de nuestras rocas, otras señales desnudan la índole
reaccionaria de este gobierno: el congelamiento de salarios y jubilaciones, el
impuestazo inflacionario, el aumento de las tarifas, son apenas algunas de las
expresiones de un “ajuste” que no se quiere hacer explícito, pero aprieta como
los que se practican sin falsos rubores.
Dale tu mano a David, dale que te hará bien.
Buenos Aires, 25 de diciembre de 2012.
Fuente:
Miguel Bonasso, El discreto encanto de Rockefeller, 25/12/12, El Mal. Consultado 28/12/12.
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