por Diego Marconetti
La primera vez fue en 1994. Desde entonces, en otras tres
oportunidades (1997, 2004 y 2006), se anunció la relocalización de la planta de
dióxido de uranio de Alta Córdoba. Esta es la quinta, y en 18 meses se sabrá si
también es la última.
Es que la
Municipalidad de Córdoba firmó ayer un convenio con la Comisión Nacional
de Energía Atómica (CNEA) y Dioxitek por el que la planta de procesamiento de
dióxido de uranio de Alta Córdoba debe trasladarse en ese lapso. El acuerdo
también implica el saneamiento del predio en el que se encuentran enterradas
57.600 toneladas de colas de uranio.
El acuerdo fue firmado por el intendente, Ramón Mestre, por
la presidenta de la CNEA ,
Norma Boero, y el titular de Dioxitek, Gustavo Navarro.
El 99 % de Dioxitek es propiedad de la Comisión Nacional
de Energía Atómica (CNEA) y el 1 %, de la Provincia de Mendoza. En
la planta de Rodríguez Peña al 3200 de barrio Alta Córdoba, elabora dióxido de
uranio, una materia prima que se utiliza para la elaboración del combustible de
las centrales nucleares del país. También se elaboran fuentes selladas de
cobalto 60, de diversos usos industriales y medicinales.
El viernes 29 de septiembre, la Municipalidad
clausuró las instalaciones de Dioxitek por violar la ordenanza 8.133 de uso de
suelo. Desde entonces la planta permanece cerrada.
El 25 de octubre pasado comenzó a destrabarse el conflicto,
luego de que el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, recibiera al
intendente Mestre. Además del tema Dioxitek, Mestre aprovechó la ocasión para
plantear el atraso de obras por más de 300 millones de pesos prometidas por la Nación a Córdoba, luego de
pedir audiencia durante seis meses.
Sobre el acuerdo, la secretaria de Ambiente del municipio,
Gabriela Faustinelli, explicó que se acordó un plazo de 18 meses para la
relocalización y traslado de la planta, con el compromiso de Dioxitek de
presentar informes trimestrales sobre el avance del proceso. Agregó que está
prevista una prórroga por seis meses en caso de que se evalúe necesaria.
El convenio también permitirá a Dioxitek levantar la
clausura y volver a elaborar el dióxido de uranio. “El convenio se remite a la Justicia Administrativa
de Faltas para que siga con la causa, y la planta tiene que cumplir con toda la
normativa de higiene y seguridad”, indicó la funcionaria.
“La clausura se va a levantar siempre y cuando haya
cumplimiento de la norma. Entiendo que los puntos que se habían marcado se
están cumplimentando, y no habría motivos para seguir con la medida”, agregó.
Sobre el destino que tendrá la planta y los tiempos de
construcción, Faustinelli consideró “prudencial” el plazo asignado. “Si ellos
asumieron este compromiso, es porque pueden cumplirlo”, dijo la titular de
Ambiente.
La última alternativa que se conoció era La Rioja , pero habían surgido
fuertes oposiciones a la radicación.
Este diario intentó contactarse con autoridades de Dioxitek,
pero no hubo respuesta. Desde que se inició el conflicto por la clausura, la
firma estatal se negó a brindar información al respecto.
Remediación. El acuerdo también incluye la remediación del
predio en el que hay enterradas 57.600 toneladas de residuos de colas de
uranio. “Se asume el compromiso de iniciar la tarea de evaluación de
alternativas, impacto ambiental, y después una planificación a largo plazo con
controles a lo largo de 20 años, una vez que se elija cuál es la técnica más
apropiada”, indicó Faustinelli.
Según el municipio, la CNEA se comprometió a materializar el Proyecto de
Restitución Ambiental de la
Minería del Uranio (Pramu) –que había sido anunciado en 2005–
financiado por el Banco Mundial. Allí está incluida la planta de Alta Córdoba y
la mina de uranio de Los Gigantes.
El conflicto
1982. Comienza a funcionar la planta de dióxido de uranio en
Alta Córdoba.
1985. Sancionan ordenanza que prohíbe este tipo de fábricas
en el ejido municipal.
1994. La
Municipalidad pide la relocalización de la planta.
1995. Se acuerda el traslado. Se menciona Falda de Carmen
como destino probable.
1997. Se anuncia que la planta se trasladará en 1999, a Despeñaderos.
2004. Se intenta un traslado a San Rafael (Mendoza).
2006. Se anuncia que la Nación relocalizará Dioxitek.
2007. Se firma convenio con la UTN para elegir un lugar de
relocalización antes de 2011.
2012. Se cierra la planta.
Puntos de vista
Carmen Tallo (Vecina). "Vivo en el barrio desde 1955 y,
para mí, Dioxitek es una empresa como cualquiera. Los olores que había no me
molestan”.
Ángel Costero (Vecino). “Es perjudicial que siga funcionando
la planta. El fuerte olor a amoníaco que sale a la tardecita genera problemas
respiratorios”.
Enrique Bello (Vecino). “Años atrás me irritaba los ojos el
olor a amoníaco que salía de la planta. Luego no tuve problemas. Creo que
debería seguir operando”.
Johana Juliel (Vecina). “Muchos vecinos se quejan de
Dioxitek. Es increíble que la tengamos en el barrio un año y pico más. A mi
hijo le suele dar asma”.
Los vecinos, entre dos temores
por Diego Marconetti
Si uno visita la zona que rodea a la planta de Dioxitek de
Alta Córdoba, podrá encontrar dos temores comunes entre los vecinos. El primero
es sobre los efectos que pueda llegar a tener la fabricación de dióxido de
uranio a pocos metros de sus casas, y el segundo sobre el futuro que le puede
esperar al predio donde se encuentra la fábrica.
Si bien no hay estudios epidemiológicos que demuestren un
efecto real de la actividad sobre la salud de los pobladores, muchos vecinos
asocian casos de cáncer a la “Atómica”. Es común encontrar a una persona que
asegure que algún vecino padece esa enfermedad, y que la relacione directamente
con Dioxitek.
El otro temor también es generalizado, y lo sostienen
incluso en instituciones vecinales de la zona. Creen que si la firma abandona
el predio, será ocupado por una urbanización precaria.
Desde la
Municipalidad aseguran que el lugar se monitoreará por al
menos 20 años. Sucede que allí está el famoso “chichón”, donde están enterradas
sin ningún tipo de tratamiento ni cuidado especial 57.600 toneladas de colas de
uranio. Desde la CNEA
siempre se aseguró que son inocuas, pero agrupaciones ambientalistas sostienen
que sí hay radiactividad.
Además, en Córdoba hay un ejemplo de un asentamiento sobre
un terreno ambientalmente afectado. El barrio Nuestro Hogar IV, en el extremo
sur de la ciudad, se erige sobre un antiguo basural en el que hay todo tipo de
residuos, incluso hospitalarios.
56 mil toneladas de residuos de baja radiactividad
El material depositado en el “chichón” es tóxico en contacto
directo con el organismo, por lo que debe aislarse el sitio.
El depósito de la planta de Dioxitek contiene 56 mil
toneladas de materiales con radiactividad baja. Esto significa que no tienen
efectos al contacto con la piel, pero sí son peligrosos si se absorben por las
vías respiratorias o por la digestiva.
Se diferencia de la radiación que puede emitir una central
nuclear dañada, la cual recorre largas distancias, y el sitio contaminado por
esta debe aislarse con hormigón y plomo. La radiación puede dañar el ADN y
terminar en un cáncer.
A su vez, fueron detectados niveles de metales pesados por
encima de los valores guías para calidad de suelo que fija la Ley Nacional de
Residuos Peligrosos, 24.051.
Los expertos coinciden en que no hay que mudar los residuos,
sino contenerlos en el lugar y evitar así el transporte, una instancia crítica
y complicada desde la logística.
El objetivo de la remediación debe ser evitar que estos
materiales entren en contacto con el agua subterránea y el viento.
Fuentes:
Quinta promesa de erradicar Dioxitek de Alta Córdoba, 08/11/12, La Voz del Interior.
Los vecinos, entre dos temores, 08/11/12, La Voz del Interior.
56 mil toneladas de residuos de baja radiactividad, 08/11/12, La Voz del Interior.
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