por Maximiliano Sbarbi Osuna
Desde una parte de la comunidad científica, como desde
varios sectores políticos mundiales, se ha repetido que la energía atómica es
la menos contaminante, la más económica y la más segura, ya que sólo fueron
tres las plantas accidentadas en toda la historia. Pero, ¿cómo es en realidad
el trasfondo del ámbito nuclear?
El mundo desarrollado y cada vez más los países emergentes
invierten en la construcción de nuevas plantas atómicas. Actualmente, existen
400 reactores en uso, mientras que se planean 60 más en los próximos años.
Pese a que Alemania va camino a desmantelar en 2020 sus
centrales atómicas, China, Irán, Francia y Estados Unidos siguen el sentido
inverso y aumentan su producción para evitar la dependencia de los cada vez más
costosos hidrocarburos.
¿Energía barata?
La construcción de una central con varios reactores no es
muy costosa si se tiene en cuenta la cantidad de años de vida útil y la
cantidad de energía generada.
Sin embargo, hay un elemento fundamental que se suele omitir en los informes sobre costos de la energía atómica, que es la indefectible participación del Estado en la construcción, mantenimiento y en el desmantelamiento seguro cuando la central ya se torna obsoleta.
Sin embargo, hay un elemento fundamental que se suele omitir en los informes sobre costos de la energía atómica, que es la indefectible participación del Estado en la construcción, mantenimiento y en el desmantelamiento seguro cuando la central ya se torna obsoleta.
Por ejemplo, en Francia, tres de las cuartas partes de la
energía eléctrica que se consume es de origen nuclear.
Esto sucede porque la poderosa empresa estatal, Areva, está
presente en Francia y en gran parte de Europa y domina gran parte del mercado
nuclear mundial. Es por eso que Francia no disminuye su inversión en centrales
atómicas.
Además, allí la energía nuclear es barata porque el costo
está amortizado, ya que los 58 reactores fueron construidos un cuarto de siglo
atrás.
¿Energía segura?
En la historia nuclear civil hubo tres accidentes. El
primero fue el de Three Mile Island, cerca de Pensilvania en 1979, el segundo
fue el de Chernobyl en la
Unión Soviética en 1986 y el tercero, el de Fukushima en
Japón en 2011.
De acuerdo con el Instituto Max Planck de Química de
Alemania, citado por el diario El País en un artículo de mayo pasado, “un
accidente nuclear catastrófico como los de Fukushima o Chernobyl puede
producirse en algún lugar del mundo una vez cada 10 o 20 años, lo que significa
una probabilidad 200 veces superior a las estimaciones realizadas en Estados
Unidos en 1990” .
El Instituto destaca además que si en Europa Occidental
llegase a producirse un accidente nuclear, alrededor de 28 millones de personas
se verían afectadas, por lo tanto el riesgo de accidente atómico es mayor de lo
calculado veinte años atrás.
Por otro lado, el Atmospheric Chemistry and Physics, una
publicación especializada en física, señala en su sitio web que solamente un 8 %
de las partículas contaminadas se alojan en el suelo en un radio de 50 kilómetros de
distancia del reactor accidentado, mientras que un 50 % supera un área de mil
kilómetros y casi un 25 % superará los dos mil kilómetros.
¿Energía limpia?
En caso de funcionamiento normal de las centrales, hecho que
ocurre en la enorme mayoría de los casos, la limpieza se garantiza si existe
una política de reciclaje adecuada.
Enterrar los desechos en una cámara sellada, a largo plazo
no se puede garantizar que no haya filtraciones.
Por eso, una planta de reciclaje sería lo adecuado, pero en
este caso se debe recurrir nuevamente al Estado, que es el que se hace cargo de
la limpieza de los residuos y del desmantelamiento de las plantas nucleares, ya
que una empresa privada no puede destinar recursos en esta etapa que aporta un
rédito nulo.
Asimismo, el reciclaje de los restos de uranio y plutonio
requiere de una gran inversión tecnológica para evitar que sean nocivos para el
medioambiente y la salud.
Según un informe de Greenpeace, el costo del proyecto del
depósito de desechos nucleares en la región francesa de Bure, estimado en
15.000 millones de euros, podría alcanzar los 35.000 millones, según nuevas
estimaciones.
Por otro lado, la extracción del uranio de algunas zonas del
planeta, por ejemplo Níger, se produce mediante la utilización de enormes
cantidades de agua, un recurso muy escaso en una de las zonas más áridas del
planeta.
Areva se encarga de la explotación de la materia prima en
esta nación africana, que sufre además la contaminación y sólo una parte de las
ganancias son invertidas en el país.
Es notorio cómo el lobby nuclear compite con los intereses
de otras fuentes de energía. Todas defienden sus ventajas para prevalecer sobre
las rivales, pero no quedan dudas de que la energía nuclear aunque esté bien
controlada y libre de accidentes, es una carga para los Estados y una ganancia
para los privados, o bien un instrumento de dominación política y económica en
el caso de la empresa francesa, además de una fuente de contaminación por el
inadecuado tratamiento de los residuos.
Fuente:
Observador Global.com, 14/06/12, ¿Por qué el mundo sigue apostando por la energía nuclear?. Consultado 14/06/12.
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