jueves, 24 de mayo de 2012

Buenos Aires: acosada por la cíclica alternancia de las sequías e inundaciones

Florencio Molina Campos, "Después de la lluvia"

Las inundaciones que hoy afectan a varios distritos del noroeste y centro de la provincia de Buenos Aires, que se registran a pocos meses de que una persistente sequía afectara a vastas zonas del territorio bonaerense, corroboran, en primer término, la vigencia del ciclo de alternancias entre sequías e inundaciones -tal como lo advirtió a fines del siglo XIX el sabio Florentino Ameghino- y al mismo tiempo dejan en claro que el problema exige soluciones estructurales y de fondo, mediante el impulso y ejecución de una política hídrica integral.

Lo cierto es que se reunirán entidades del agro y representantes del gobierno bonaerense para evaluar los pedidos de declaración de emergencia motorizados por el campo en el marco de las complicaciones derivadas de las fuertes lluvias caídas, con inundaciones que según se estima afectaron a más de un millón de hectáreas.

De acuerdo a lo informado, los anegamientos se registran los partidos bonaerenses de Bolívar, Carlos Casares, Pehuajó, Trenque Lauquen, Rivadavia, Carlos Tejedor y Lincoln, entre otros que permanecen gravemente afectados por las inundaciones, mientras que algunas pequeñas localidades de esos distritos están virtualmente aisladas debido al agua que anega los caminos rurales.

Tras un verano en el que la sequía se convirtió en el principal dolor de cabeza para los productores bonaerenses, la llegada del otoño y las lluvias modificó esa situación. Pero en algunos distritos, las precipitaciones causaron inundaciones que ya afectan la actividad productiva, por lo que ahora se lanzaron reclamos para que la Provincia disponga declaraciones de emergencia que difieran el pago de impuestos para estas parcelas.

Está de más aludir a la necesidad coyuntural de que se atienda a la emergencia existente, aplicándose medidas que apunten a atenuar el impacto del exceso de lluvias que castiga a un vasto sector del campo bonaerense, no sólo aliviándose a los productores de aquellas cargas que, en estas condiciones, resultan extremadamente gravosas, sino acudiéndose en defensa de poblaciones y habitantes que se encuentran aislados por la virtual desaparición de los caminos.

Pero resulta imprescindible que la Provincia aborde integralmente el problema de la alternancia marcado por Ameghino y la postulación que el sabio formuló, en el sentido de que la Provincia debería habilitar lugares -grandes reservorios- en donde pueda guardarse el agua que sobra en algunas épocas para convertirla en riego, mediante canalizaciones secundarias, cuando llegan los tiempos de sequía.

Mientras no se apliquen políticas y medidas de fondo, los esforzados pobladores y productores agropecuarios -que actúan en el área más productiva y rentable para la Argentina- seguirán sometidos a los cambiantes caprichos de los climas, en una situación que podría resultar explicable en épocas muy pretéritas, pero no ahora, cuando el progreso científico y la adquisición de tecnologías permiten de sobra apuntalar la aplicación de metodologías superadoras de los ciclos climáticos.

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