domingo, 21 de agosto de 2011

Concordia en el recuerdo


Hacia fines de noviembre de 2009 se produjo una crecida de los ríos Paraná y Uruguay, que recibían la carga de las lluvias del norte, en zona brasileña. A lo que se sumaron las fuertes precipitaciones en Entre Ríos y las operaciones de la represa de Salto Grande que abrió sus puertas y empeoró la situación en la ciudad de Concordia.

Un informe del Servicio Meteorológico Nacional elaborado en base a las lluvias registradas hasta el 24 de noviembre de 2009 -y las estadísticas que lleva desde 1961- indicó que las ciudades de Monte Caseros, Paso de los Libres, Resistencia, Concordia y Reconquista, superaron su récord histórico.

Para los primeros días de diciembre de 2009 unas 14.000 personas continuaban afectadas por la crecida del río Uruguay, entre evacuados y autoevacuados. Fueron 10.000 solamente en Concordia, obviamente la ciudad más afectada, con una altura del río de 15,30 metros.

El tránsito se complicó en las rutas cerca de Victoria, donde el agua de lluvia sobrepasó la calzada en 20 centímetros. Como consecuencia de la inundación, un tramo de mil metros de vías quedó bajo agua en Concordia. En la zona del Delta, un 20 % de la población se vio inundada.

En el sur, la creciente trajo agua podrida cargada de pastos en descomposición, residuos y efluentes, lo que provocó problemas en el suministro de agua potable en Villa Paranacito. Los pobladores presentaron cuadros de diarrea y malestares intestinales.

Testimonios de los damnificados
Carmen Razzetto tenía 8 años cuando su papá por fin pudo terminar la casa que tanto le había costado construir. Corría el año 1959 y un mes después de haberla inaugurado debido a una crecida del río Uruguay tuvieron que irse a vivir a una lancha porque el agua llegaba literalmente hasta el techo. Recuerda Carmen con la indignación de una nena que en el '59 no la dejaban jugar con el agua: "Me tenían todo el día arriba del bote. Yo quería hacer otra cosa".

Cincuenta años después, es como si Carmen se hubiera mudado a esa misma casa: las habitaciones estaban vacías sin muebles ni adornos. No es casual: todos en el barrio El Puerto, en Concordia, hablan y rememoran inundaciones, crecidas y alturas a las que llegó el río.

Sergio Panciani gritaba desde el segundo piso de su casa que le manden ayuda. Pedía por él y por su hijo, Lucas, de 19 años, que sufre discapacidad mental. No había nadie. Su barrio y sus calles eran un páramo acuático. Sergio no quiso irse. Temía que le roben lo poco que le quedaba y, entonces, aguantaba como podía desde la atalaya de cemento.

Juan Francisco Magnin "Bichi" explicó: "Ayer andaban en un bote, tirando tiros para que nos asustáramos y nos fuéramos; ahí se meten y no te dejan nada; eso ya lo vivimos y, por eso, nadie quiere irse".

El agua y la inundación hicieron emerger el drama de miles de cientos de personas que se quedaron sin hogar. La impotencia y la tristeza flotan impasibles por las calles.

Fuentes:
Clarín 24, 29, 30/11/2009 y 03, 04/12/2009
La Nación 03/12/2009

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