lunes, 11 de abril de 2011

"Las centrales atómicas japonesas son las más seguras del mundo"


por Antonio Elio Brailovsky

El terremoto y tsunami que afectaron recientemente a Japón mostraron una realidad de facetas contrastantes. Por un lado el coraje y responsabilidad con que el pueblo japonés afrontó el desastre, dando innumerables ejemplos de solidaridad y organización.

Pero, simultáneamente, vimos los enormes niveles de negligencia con que los operadores nucleares actuaron ante los daños sufridos por la central de Fukushima, después de habernos hecho creer durante años que las centrales atómicas japonesas eran las más seguras del mundo.

Las causas de ese desastre son terriblemente sencillas: ahorraron dinero. En vez de construir una central atómica que resistiera la intensidad de terremoto y altura de tsunami que efectivamente ocurrieron, lo hicieron para una altura e intensidad mucho menores. Según cables diplomáticos obtenidos por WikiLeaks y difundidos por el diario británico "The Daily Telegraph", la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA) advirtió hace dos años al Gobierno de Japón del riesgo de que sus centrales nucleares no aguantarían terremotos de gran magnitud. La contestación de Tokio, informa EFE, fue comprometerse a mejorar el nivel de seguridad de todas sus centrales atómicas, y se creó un centro de respuesta rápida en la central de Fukushima, pero los documentos aseguran que el peor escenario que se estableció como hipótesis fue un terremoto de magnitud 7.

En cuanto a la ola del tsunami, primero se dijo que tenía 10 metros de altura, y después, en vista de que no podían explicar los destrozos, la elevaron a 15 metros.

Con lo que sabemos a posteriori, la catástrofe parecía anunciada. La empresa se había pasado años falsificando los datos de seguridad en sus informes al Gobierno, lo que significaba que todo era más frágil de lo que debería haber sido.

La empresa perdió varios días preciosos, en los cuales la situación empeoró, ya que no quería intervenir para no dañar objetos económicamente tan valiosos como son los reactores. Después no supieron qué hacer y todas las actuaciones son improvisadas.

Esto no es propio de Fukushima. En la mayor parte de los casos, los que operan instalaciones de alto riesgo están en condiciones de enfrentar eventos desfavorables pequeños. Cuando el evento supera la capacidad de respuesta se le echa la culpa a la naturaleza o a Dios, en vez de pensar en los que ahorraron dinero en medidas de seguridad. ¿Es que nunca vamos a aprender de aquellos que decidieron que el Titanic no necesitaba botes salvavidas para todos los que viajaban?

Algunos operadores nucleares ensayaron la torpe defensa de que la combinación de terremoto con tsunami los sorprendió, ya que no lo habían previsto. Sin embargo, un temblor de tierra en un área costera provoca necesariamente movimientos en el agua del mar. Japón tiene demasiada experiencia en tsunamis (la propia palabra es de origen japonés) como para que se pueda pasarlos por alto.

La ubicación de la central de Fukushima es el primer dato sobrecogedor. Está al borde del mar, lamida por el oleaje. Es decir, en el sitio más vulnerable a un evento como el que se produjo. ¿Por qué la empresa eligió la peor ubicación posible, la más peligrosa? ¿Por qué el Gobierno se lo permitió? No lo sabemos.

Para encontrar una comparación con el modo en que se obligó a trabajar a los llamados "héroes de Fukushima" tenemos que remontarnos a las primeras máquinas de vapor, en la Inglaterra del siglo XVIII. Operarios que se quemaron las piernas con agua radiactiva porque los mandaron a un sitio inundado llevando zapatos en vez de botas de seguridad. Trabajadores obligados a comer y beber (con el agua racionada) dentro de la zona radiactiva, teniendo que levantarse las mascarillas para hacerlo. También los obligaron a dormir sobre el piso radiactivo, envueltos en mantas de plomo. ¿Para qué sirve que alguien duerma en la zona radiactiva? ¿Cómo podría ayudar al avance de las tareas someterlos a una cantidad de radiación en un momento en el que no están trabajando?

La relación con los vecinos afectados fue cualquier cosa menos humanitaria. En el país más caro del mundo, la empresa que administra la central ofreció a los evacuados que perdieron sus viviendas, casi con certeza para siempre, una indemnización de 9 euros a cada persona.

Los especialistas nucleares
Ante el desastre, mientras la sociedad de todos los países señalaba el manejo desastroso de los operadores de Fukushima, muchos especialistas nucleares hicieron una cerrada defensa de esa central atómica:
"Cuando se produce el fenómeno, las medidas de seguridad funcionaron a la perfección" (Ing. Jorge Barón, Universidad Nacional de Cuyo, 10/4/2011.
El material radiactivo liberado a la atmósfera por la central de Fukushina "es ínfimo y no presenta peligros para la salud" (Rafael Grossi, Organización Internacional de Energía Atómica, Télam, 25/3/2011). Sobre la situación de los trabajadores: "Esta gente está siendo expuesta a la radiación, pero controlada", (Grossi, Cadena 3, 10/4/2011).
"No hemos visto que la situación se les esté yendo de las manos, sino todo lo contrario" (General Raúl Racana, de la Autoridad Regulatoria Nuclear, El Cronista Comercial, 17/3/2011).
Eduardo Gallego dice que la clave está en el nivel de este terremoto. "Para eso no se diseña", asegura, "nunca se diseña para lo imposible". "Si diseñáramos para un terremoto nivel 10 sería todo tan caro y tan imposible que no se podría construir. Hay que definir qué nivel de seguridad queremos". Es decir, que la central tiene que ser barata para poder vender energía en forma competitiva, aunque eso implique poner en riesgo las vidas de tanta gente.
"Las radiaciones a las que podría (sólo potencialmente) verse expuesta parte de la población, es equivalente a la causada por un par de radiografías". (Carlos Andrés Ortiz, Oberá on line, 22/3/2011.
"Actualmente, la situación de la central Fukushima está bajo control" (Ria Novosti, Moscú, 13/3/2011). Vean la fecha en la que lo dijeron, cuando todavía se podía mantener algún grado de secreto.
"Si quieres prever hasta la caída de un meteorito no puedes construir un reactor nuclear. En el mundo nuclear tenemos que aceptar un plus de irracionalidad: la gente acepta miles de muertos por el carbón pero ni uno por radiación". (Antoni Gurguí, Consejo de Seguridad Nuclear, España, El País, 6/4/2011). ¿Compartimos este punto de vista, teniendo en cuenta que los muertos los pone la sociedad?
Al respecto, Leonardo Moledo afirma que "lo que deja como enseñanza lo ocurrido en Japón no es que la generación de energía mediante centrales nucleares sea intrínsecamente peligrosa, sino que nunca se reforzarán bastante los sistemas de seguridad" (El Argentino, 17/3/2011). Pero si ningún sistema de seguridad va a dejarnos tranquilos, ¿para qué queremos ese tipo de energía?
Por más esfuerzos que hagamos, no hay manera de creerles, lo que nos lleva a otra cuestión. Si están dispuestos a decir cualquier cosa, para que nosotros sigamos creyendo en los proyectos nucleares, ¿qué calidad de información recibiremos cuando tengan un problema? Recordemos que en la mayor parte de los países (entre ellos Argentina), los administradores  nucleares se controlan a sí mismos.

En esta entrega, ustedes reciben:
Un informe periodístico publicado por el diario La Nación sobre las condiciones de trabajo infames a que se somete a quienes tratan de resolver los errores ajenos en dicha central atómica.
El informe de la bióloga y periodista Silvana Buján, que trató de conseguir datos sobre las condiciones de seguridad de las centrales atómicas argentinas, sin lograrlo. En Argentina se está construyendo una central atómica (Atucha II), sin realizar la evaluación de impacto ambiental que ordena la Ley General del Ambiente. Es altamente probable que no se hayan hecho las actualizaciones de diseño requeridas en el ámbito internacional después del desastre de Chernobyl.
El informe del profesor universitario Dr. Raúl Montenegro sobre los principales puntos débiles de la seguridad nuclear argentina. Entre ellos, la existencia de una central atómica (Embalse de Río III) en una zona con antecedentes de sismicidad.
A menudo, los artistas perciben aquellas situaciones que los científicos no se atreven a considerar como posibles. Akira Kurosawa, en uno de los episodios de su película "Sueños",  muestra el estallido de una central atómica que tiñe de rojo el Fujiyama. La actitud de los operadores de la central siniestrada nos recuerda a la del personaje de la película, que intenta mover la nube radiactiva agitando su campera.
La obra de arte que acompaña esta entrega es "La gran ola de Kanagawa", de Katsushika Hokusai, pintada en 1830 y tal vez la obra más famosa del arte japonés. Muestra dos barcas de pescadores que reciben el impacto de un maremoto, donde las salpicaduras de las olas han sido pintadas como garras. La altura de la ola ha sido estimada en 12 metros, de modo que el último tsunami no fue un hecho "imposible" sino que había antecedentes. Al fondo, el monte Fuji.
El recordatorio de mi libro "Buenos Aires, ciudad inundable", publicado por Kaicron y Le Monde Diplomatique. Si no lo en cuentran en librerías, el mail del editor es rivas@kaicron.com.ar o kaicron@kaicron.com.ar
Un gran abrazo a todos.

Antonio Elio Brailovsky


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El sacrificio de los "samuráis nucleares"

Revelan detalles sobre las condiciones en que trabajan los 400 técnicos de Fukushima I

Tokio. Los llaman los "héroes de Fukushima" o los "samuráis nucleares", pero hasta ahora era poco lo que se sabía sobre las sacrificadas condiciones en las que trabajan los técnicos en la dañada central atómica japonesa.

Ayer, las autoridades de la agencia de seguridad nuclear japonesa (NISA) revelaron algunos detalles sobre la peligrosa misión que realizan los operarios.

Según Kazuma Yokota, una de las autoridades de la NISA, en la planta de Fukushima I trabajan actualmente unas 400 personas. Además de los operadores de la Tokyo Electric Power (Tepco), la empresa que administra la planta, hay varios expertos contratados de otras compañías.

Los especialistas empiezan el día a las 6. Antes de ir a trabajar, para desayunar cada uno recibe 30 "galletas de supervivencia" y 180 mililitros de jugo de fruta, equivalente más o menos a un vaso, según la agencia de noticias Kyodo.

Los expertos no reciben un almuerzo. Hasta el 22 de marzo se les daba además una botella de 1,5 litros de agua mineral al día, pero, a partir del 23, empezaron a llegar más bienes a la central nuclear, y ahora los técnicos pueden pedir una botella adicional.

La jornada de los trabajadores es ardua: intentan estabilizar los reactores, extienden cables para restablecer la electricidad, despejan escombros y ponen en funcionamiento los sistemas de refrigeración, mientras los problemas de filtración se multiplican.

Los "héroes" regresan a sus hospedajes a eso de las 17, cuando empieza a oscurecer. "Están destrozados cuando terminan de trabajar", añadió Yokota.

La cena consiste en raciones magras de arroz precocido, listo para ser mezclado con agua caliente, y una lata con carne de pollo o pescado para cada uno. Los operarios sólo pueden comer alimentos empaquetados y se los deben meter rápidamente en la boca para evitar la radiación.

"No creo que estén suficientemente nutridos a través de la comida que reciben", dijo Yokota, según la revista Sankei Sports.

A las 20 se celebra una reunión en la que los expertos informan sobre su día de trabajo. Al final del encuentro, se estableció una especie de ritual: los trabajadores aplauden, y corean: "¡Gambaro![¡Sigamos adelante!]".

Los técnicos duermen en salas de conferencia y en los pasillos de la central. Antes de cubrirse con sus mantas habituales, se envuelven en paños de plomo para protegerse de la radiactividad.

El aire que rodea la planta está tan contaminado por la radiación que los trabajadores deben llevar máscaras, incluso cuando están en el interior de lo que se llama la sala segura, donde duermen y comen.

La mayoría de los expertos trabaja una semana hasta ser sustituidos. Los técnicos no pueden utilizar teléfonos celulares para hablar con sus familiares, ya que no tienen señal en la planta. "Los trabajadores dan lo mejor de sí, pero ni siquiera pueden hablar con sus familias", los elogió ayer Yokota.

Riesgos
Más de una docena de trabajadores resultaron heridos durante las tareas. De hecho, el jueves pasado dos trabajadores fueron hospitalizados luego de sufrir quemaduras en los pies y tobillos por estar en contacto con agua radiactiva.

El vocero del gobierno japonés, Yukio Edano, reconoció que podía hacerse más por los trabajadores, pero dijo que la prioridad tenía que ser impedir un desastre en la planta. "Hemos estado haciendo todo lo que pudimos por los trabajadores, pero no ha sido bastante, porque hemos puesto nuestra prioridad en la contención del accidente", añadió. Edano reconoció, además, que la rotación de los trabajadores no "era suficiente".

Agencias AFP, DPA, EFE y Reuters

Exterior, Domingo 10.04.2011

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RENACE
RED NACIONAL DE ACCION ECOLOGISTA
De la Argentina
21 marzo 2011

BIOS Argentina reenvía

Rarezas nucleares en Argentina

“…Que el mar está agonizando,
que no hay quien confíe en su hermano,
que la tierra cayó en manos de unos locos con carnet.
Que el mundo es de peaje y experimental…”
 Juan Manuel Serrat

Hace apenas cuatro años, una investigación periodística del diario Perfil revelaba que el diseño de la central nuclear Atucha II era anterior al desastre de Chernobyl y no cumplía con las normas de seguridad que se asumieron en el mundo desde 1986. Una reformulación del proyecto tendría un valor superior a 700 millones de dólares.  Atucha II fue diseñada en los 70 y se comenzó a construir en 1980. Paralizada entre 1984 y 1992, y desde 1994 hasta la presidencia Kirchner. Su diseño no contempló, por ejemplo, qué sucedería si uno de los conductos de combustible radiactivo se rompiera enteramente. Apenas si tiene en cuenta un daño del 10 % de la superficie, uno de los aspectos que han actualizado a la normativa internacional. El diseño original fue realizado por Siemens, que ha abandonado hace años el mundo nuclear. Y Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NaSa) no tiene antecedentes como para realizar un rediseño.

Hoy, el gobierno, no habla del tema.

En el informe del diario Perfil se reproducen declaraciones off the record de técnicos de CNEA: “Así como está diseñada, Atucha II no podría funcionar ni en Canadá, ni en Alemania, ni en los EE.UU”. “El principal (problema) es el extrañísimo sistema de apagado: comienza a apagarse pero luego se inicia de nuevo... es muy raro, como un freno que frena pero sólo un poco”. “Otro problema es que, en vez de cambiar el sistema, siguen avanzando (en la construcción). Las autoridades de la CNEA y de NaSa convencieron al Gobierno de que se puede seguir construyendo así, pero lo cierto es que muchos profesionales ya advertimos de este problema. Además, se nos presiona laboralmente para que dejemos de hablar del tema”. Nicolás Riga, responsable en la ARN para la licencia de Atucha II, aseguró: “Deberán buscar a alguien competente para que lo haga. Si no, nosotros o en última instancia la IAEA impediremos que comience a funcionar”.

En diciembre de 2007 el director de la Agencia Internacional de Energía Atómica visitó Argentina y solicitó que su organismo verifique la seguridad de la central atómica. El Presidente en persona le dijo que si. Pero… no se realizó jamás. Por ello, el 10 de enero de 2008, Tomihiro Taniguchi, director general del Departamento de Seguridad Nuclear de la IAEA, le dirigió una carta firmada por el director general de IAEA, Mohamed El-Baradei al embajador argentino en Viena, Eugenio María Curia, para solicitar al Gobierno argentino que acceda a la visita de expertos en seguridad a revisar Atucha II, para adecuarla al inciso 6 del art. III del Estatuto de IAEA, que señala “proteger la salud y reducir al mínimo el peligro para la vida y la propiedad”.

Nuevamente el diario Perfil publicaba un reportaje realizado a Raúl Racana, titular de la Autoridad Regulatoria Nuclear, en referencia a por qué el gobierno nacional nada respondía a los pedidos de la IAEA. Entre otras declaraciones puede leerse que Racana señala la “obsesividad que tienen por controlarnos”, “La gente que está en la IAEA no nos termina de gustar”.  “Uno no tiene por qué andar difundiendo a todo el mundo el esfuerzo tecnológico que hace. No podemos permitir que miren todo lo que se les dé la gana.” “¿por qué me van a venir a ver a mí y no a los reactores brasileños?”

Desde hace tantos años, desde BIOS nos preguntamos:
¿Por qué no se asumió esa auditoría externa de Atucha II ante la IAEA?     
¿Se han actualizado los diseños de los sistemas de seguridad? Qué empresa lo ha hecho si acaso se ha hecho?
¿Es posible que la IAEA no apruebe la puesta en funcionamiento de Atucha II?
¿Hay diseños similares a Atucha II en otros países?
¿Por qué la ARN señala que no autorizaría la puesta en marcha de Atucha II?

Quien esto escribe intenta, infructuosamente desde hace exactamente dos años, realizar un reportaje a quien al ARN designe sobre estos temas.

“Alguien” (pues la misiva es anónima) respondió el 21 de enero de 2010 un cortés mensaje, relatándome la suma de seguridades que debían tranquilizarme y haciendo un paralelismo entre las características técnicas de Atucha I y Chernobyl.  Según este interlocutor anónimo (pero gentil) de la ARN, todo está bien y en buenas manos.

Sin embargo, nada menciona que, tal como puede revisarse en cualquier web, en 1983, una serie de incidentes producidos en Atucha 1, llevó a calificar a la central como de “ruinosidad completa”. El CALIN (Consejo Asesor para el Licenciamiento de Instalaciones Nucleares) en 1986 señaló en su informe que Atucha I se hallaba “en una situación no satisfactoria, que con el tiempo tiende a deteriorarse aún más”. En 1984, otro incidente detuvo la bomba de agua de alimentación del circuito de enfriamiento del reactor. También en 1985 y 1987 se denunciaron desperfectos, y en este último año, el 22 de diciembre, se derramaron 50 toneladas de agua pesada durante los tets de presurización. Debido a esa fuga radiactiva, la central estuvo parada 150 días.  Poco después, en 1992, hubo pérdida de potencia del reactor por recalentamiento del líquido moderador que afectó la refrigeración.

Tampoco responde a mi inquietud acerca del famoso eslógan de que se trata de la energía más barata. Mi consulta es sobre el cálculo del costo del kilovatio de energía instalado, ya que en él debiera incluírse al costo de operación de la central, el costo de prospección, operación de minas, clausura y saneamiento (que la CNEA no ha hecho en al menos 8 emplazamientos, en las últimas décadas, según la propia CNEA), así como transporte, auditorías, mediciones, custodia y clausura al menos por 500 años, como el PRAMU estima en Malargüe. ¿Lo incluyen? ¿qué valor dá? ¿se puede seguir afirmando que es el Kw/h más barato?  ¿O seguimos haciendo la trampita de olvidar esos “detalles menores”?

También consulto acerca de algo que ví en mi visita al PRAMU (Programa de remediación de minería del uranio) en Malargüe. Los técnicos que me asistieron allí, aseguraron la protección radiológica de los empleados, pero... no cuentan siquiera con dosímetros, sino con medidores de radón, que han llegado década y media tarde al sitio, ya que fueron recibidos a finales de 2009. Por añadidura, al preguntar sobre los impactos regionales de la remoción de la meseta de colas, se me asegurò que no existían evidencias de problemáticas sanitarias. Pero al avanzar en la investigación, confirmé que no existe ningún tipo de dato epidemiológico ni registro que se le parezca. Y que las patologías y decesos se producen en su gran mayoría en las ciudades más cercanas adonde las personas van a atenderse a centros de complejidad, por lo cual, no hay historiales clínicos que puedan afirmar los datos de inocuidad de la existencia y operatoria del encapsulamiento.

Así las cosas, con más dudas que certezas, y siendo que CNEA no está respondiendo a requisitorias periodísticas desde el momento en que colapsó el reactor en Japón. ¿Podemos estar tranquilos esperando la inauguración de una central nuclear que ha sido negada a una auditoría externa?

Para los apologetas del átomo, Japón era un ejemplo esgrimido por su seriedad, tecnología y responsabilidad. Pero una vez sucedida la catástrofe, surgieron a la luz noticias de corrupción en la empresa nipona de energía nuclear, controles no hechos, solicitudes internacionales de infomes no respondidos.

El mundo nuclear se sostiene en ocultamientos, minimizaciones y contradicciones. Lo que asusta, indudablemente, es que en sus manos hay elementos que pueden poner a un país al borde del colapso.

El planeta está retrocediendo, cancelando la extensión de vida útil de sus centrales y paralizando las construcciones de nuevas plantas. Europa detuvo muchos programas. EEUU revisa sus usinas. Chile se levanta contra la posibilidad de nuclearizarse.

El gobierno argentino, en cambio, guarda silencio. Un absoluto silencio.  Negándose como desde que la Junta Militar creó el Plan Nuclear Argentino, a abrir debate público sobre la pertinencia de este tipo de energía, a los habitantes que la rechazamos.

Lic. Silvana Buján
silvanabujan@yahoo.com.ar
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(0223) 479-2474 – (0223) 155019937
BIOS Argentina
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FUNAM INFORMA                 
Fundación para la defensa del ambiente
Córdoba (Argentina), Viernes 18 de marzo de 2011

Fukushima está más cerca de lo que creemos

por Raúl A. Montenegro

Japón tiene 55 centrales nucleares, 14 de ellas localizadas en la zona afectada por el  terremoto y el tsunami ocurridos a mediados de marzo. Once enfrentaron problemas y seis sufren situaciones extremadamente graves, en particular Fukushima Daiichi. Para entender porqué Argentina no está exenta de tener un accidente nuclear nivel 7 en la escala INES [1] -el peor posible- y porqué sus ciudadanos no están preparados para enfrentarlo, haremos un breve recorrido por las realidades nucleares de Japón, Alemania y nuestro país. Si los gobiernos de la nación y algunas provincias no aprenden la lección de Fukushima estaremos condenados a repetir sus mismos errores. Solo que después de grandes accidentes nucleares no suele haber una segunda oportunidad. 

Japón
Antes del terremoto del 11 de marzo de 2011, las autoridades nucleares de Japón y los operadores privados (entre ellos TEPCO, responsable de Fukushima I) consideraban que las centrales de Fukushima I, Fukushima II, Onagawa y Tokai podían resistir terremotos y tsunamis de máxima intensidad. Ese día a las 14:46 JST (tiempo estándar de Japón) se produjo en la costa nordeste un terremoto con 8,9 grados de intensidad en la escala de Richter. A las 15:41 llegó el tsunami. En Fukushima I funcionaban los reactores 1, 2 y 3 (no así las unidades 4, 5 y 6, fuera de servicio). En Fukushima II los reactores de potencia 1, 2 y 3, en Onagawa otros tres reactores y en Tokai la unidad II, cuya unidad I ya fue desmantelada. Todos ellos, pero muy especialmente los reactores de Fukushima I, colapsaron. Comenzó entonces la creciente fuga de materiales radiactivos al ambiente, que continúa en este momento. También se iniciaron evacuaciones masivas en las comunidades más cercanas. Por primera vez en la historia nuclear de la humanidad se accidentaron varios reactores al mismo tiempo. Originalmente la situación de Fukushima se asimiló a un evento nuclear nivel 4 en la escala del INES (que va de 0 a 7), pero a medida que se agravaba la cadena de sucesos se alcanzaron los grados 5 y 6 y muy posiblemente el temido nivel 7. El mismo nivel de Chernobyl.

Las centrales nucleares del nordeste japonés no resistieron la fuerza del terremoto y del tsunami. Pese a las reiteradas garantías de seguridad que históricamente declamaron la autoridad nuclear de Japón y los operadores privados, las estructuras, funcionamiento y dispositivos de emergencia de los reactores colapsaron. Se potenciaron entonces entre sí numerosas crisis: destrucción masiva, mortandad, miles de heridos, redes viales deterioradas, interrupción en el suministro de combustible, electricidad y alimentos, problemas de transporte, comunicaciones defectuosas y réplicas intermitentes del terremoto, que todavía continúan. La preparación de la sociedad civil para enfrentar terremotos, tsunamis y accidentes tecnológicos explica porqué no hubo centenares de miles de muertos en una de las regiones más densamente pobladas del planeta. La sociedad respondió pero no sucedió lo mismo con las autoridades nucleares del gobierno, quienes -en las últimas décadas- no lograron advertir que concentrar muchos reactores nucleares sobre superficies pequeñas y cercanas a grandes centros poblados era un despropósito, sobre todo en un país que soportó históricamente fuertes terremotos y tsunamis. Lo curioso es que siendo el único país de la Tierra donde la insensatez de un enemigo hizo estallar dos bombas nucleares sobre población inocente, Japón desarrollara la misma tecnología que generó las bombas "Little Boy", a base de Uranio 235, y "Fat Man", con Plutonio 239.    

Alemania
La canciller alemana Angela Merkel reaccionó con rapidez ante la tragedia humana, ambiental y tecnológica de Japón. El 15 de marzo de 2011 aplazó por tres meses la extensión de la vida útil de 17 reactores nucleares, y un día después paralizó "temporalmente" las 7 centrales más antiguas de Alemania. Tomó esta decisión aunque el país no tenga riesgo de grandes terremotos ni tsunamis [2]. Decisiones similares están siendo adoptadas en distintos países. Hasta el 17 de marzo de 2011, 10 de los 31 países que poseen reactores nucleares de potencia anunciaron la paralización de nuevos proyectos y dispusieron una profunda revisión de su seguridad. 

Argentina
Contrariamente a lo sucedido en Alemania, donde se adoptó una rápida medida preventiva, el Gerente de Relaciones Institucionales de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), Gabriel Barceló, descartó que lo ocurrido en Japón pueda suceder en Argentina pues nuestro país "usa una diferente tecnología y además no estamos en zona sísmica" [3]. Esta aseveración es incorrecta. Las tecnologías son diferentes pero los materiales radiactivos que se manejan son igualmente peligrosos y los sismos -por otra parte- no son la única causa de accidente nuclear. Cualquier reactor puede sufrir un accidente nivel 7. 

Ese máximo accidente "posible" puede ser el resultado de varios factores, aislados o que actúan en forma simultánea.

Primero, actividad sísmica. La central de Embalse en Córdoba está localizada sobre la falla de Santa Rosa, en una región donde ya se han registrado movimientos sísmicos importantes: magnitud 5,5 e intensidad VII en 1947 y magnitud 6,0 e intensidad VIII en 1934. La "falla del frente occidental de la Sierra Chica" se extiende desde Carlos Paz hasta Berrotarán y Elena. Su potencial para generar sismos es desconocido. En la región también se encuentra la falla de Las Lagunas, cercana a Sampacho -localidad destruida por un sismo en 1934- que llega hasta Río Cuarto [4].

Segundo, fallas humanas. El 30 de junio de 1983 la central nuclear de Embalse sufrió un grave incidente que no llegó a descargar material radiactivo al ambiente. Pero delató “fallas en el diseño, errores en los documentos y procedimientos, y desaciertos en la organización interna”. Este crudo diagnóstico está contenido en un documento del IRS, oficina de las Naciones Unidas con sede en Austria que centraliza los informes sobre incidentes. La CNEA, además de mantenerlo en secreto, tardó tres años en comunicar lo sucedido al IRS. Recién se conoció cuando la revista Der Spiegel, que tuvo acceso a 250 informes secretos, lo publicó en Alemania en 1987.

Tercero, fallas técnicas. Los reactores Candu tienen fallas inherentes a su diseño que explican por ejemplo las numerosas descargas de agua pesada radiactiva descargadas al lago de Embalse. Por ejemplo, febrero-marzo de 1986, agosto de 1987, septiembre de 1987, diciembre de 1987, diciembre de 1995 y octubre de 2003 [5]. Los Candú son particularmente sensibles a ciertos tipos de accidentes [6].

Cuarto, impacto de avión comercial de gran porte por accidente o acto terrorista contra el reactor o contra el depósito de combustible nuclear agotado.

Es importante señalar que Embalse tiene dos sitios extremadamente peligrosos, uno muy protegido por "barreras de ingeniería", el corazón del reactor, y otro menos protegido estructuralmente, el depósito de combustible nuclear agotado. Allí están depositadas las barras de descarte, altamente radiactivas, que se produjeron durante sus 28 años de operación (1983-2011). Al final de su vida útil estaría acumulando más de 120.000 barras que mantienen su peligrosidad durante 1.000 a 1.500 siglos. La situación en Atucha I es similar. Si un Boeing 767 impactara contra esos depósitos, el combustible nuclear se fragmentaría y los residuos radiactivos, transportados en altura por la corriente convectiva del incendio, podrían diseminarse. El viento generaría sucesivas "plumas de contaminación" o nubes. Chernobyl y Fukushima han mostrado que esta contaminación puede afectar zonas muy extensas, incluso a gran distancia de los reactores accidentados [5].

Embalse y Atucha I liberan rutinariamente materiales radiactivos
Las centrales nucleares de Argentina solo son controladas por la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN) cuyos miembros siempre mantuvieron estrechas relaciones con CNEA y NASA (Nucleoeléctrica Argentina S.A.), que opera los dos reactores. Los gobiernos de las provincias de Córdoba y Buenos Aires -por otra parte- no controlan adecuadamente los reactores nucleares de  Embalse y Atucha I, ni preparan a las poblaciones locales para el "peor accidente posible" (nivel 7 del INES). Además de la liberación accidental de materiales radiactivos -usualmente no informadas a la población- ambos reactores descargan rutinariamente una larga lista de radioisótopos al ambiente.

Embalse por ejemplo libera al lago, entre otros, Tritio 3, Zirconio 95, Cesio 137 y 134, Estroncio 90, Cromo 51, Niobio 95, Cerio 141 y 144, Gadolinio 153, Iodo 131, Rutenio 106 y 103, Cobalto 60, Antimonio 125, Bario 140, Manganeso 54, Plata 110 M, Zinc 65 y Curio 51. El aire -en tanto- recibe Tritio 3, Xenón 133, Xenón 135, Kriptón 85, 85 M y 88, Niobio 95, Zirconio 95, Cerio 144, Rutenio 103. Cerio 141, Antimonio 124 y 125, Cobalto 60, Hierro 59, Plata 110 M y Iodo 131. Todos son de riesgo y dado que algunos tienen vidas medias largas como el Tritio 3 (12,3 años), el Cesio 137 (30,1 años), el Estroncio 90 (28,7 años) y el Cobalto 60 (5,2 años) es muy posible que se hayan acumulado en las cadenas alimentarias del lago y del suelo. El Cesio 137, químicamente similar al potasio, ingresa por ejemplo en tejido muscular y el Estroncio 90 -similar al calcio- en tejido óseo. Dado que el gobierno de la provincia de Córdoba no controla a NASA -la operadora de la central- se ignora lo que está sucediendo. En Atucha I -donde las principales descargas se vuelcan al río Paraná- la situación es parecida.

A nivel de radiación ionizante no hay niveles inofensivos
La radiación ionizante emitida por los materiales radiactivos es dañina para las células, tejidos y organismos vivos. Incluso la exposición a la radiación natural de fondo, relativamente baja, implica riesgos. Cualquier aumento de ese fondo aumenta la posibilidad de efectos negativos. Cada ciudadano debe saber que biológicamente ningún umbral de radiactividad es seguro. Maurice Errera de la Universidad de Bruselas lo expresa muy claramente: “todo aumento de radiación, por pequeño que sea, es susceptible de incrementar la incidencia de enfermedades hereditarias o del cáncer”. El descubrimiento del efecto Petkau cambió la historia del impacto sanitario. Hoy sabemos que las pequeñas dosis de radiación también pueden afectar a las células vivas y su material genético (ADN), y generar cáncer. La radiación actúa de dos formas, directamente cuando las partículas Alfa y Beta y los rayos Gamma alcanzan las células vivas. Indirectamente cuando los átomos "impactados" por esa radiación pierden sus electrones, y éstos actúan como si fueran balas dañinas sobre otras células y sus respectivos materiales genéticos. Los efectos de la radiación, sin embargo, suelen aparecer bastante tiempo después de la exposición. La radiación ionizante, que no tiene olor, ni se ve, ni se toca, enferma y mata en silencio [5].     

Córdoba, con más Tritio radiactivo que Buenos Aires
En Córdoba, el lago de Embalse recibe los mayores impactos de la central nuclear de Embalse. Además de las varias decenas de materiales radiactivos que descarga rutinariamente la central, su circuito terciario sobrecalienta las aguas del lago en más de 3 grados centígrados. Uno de los radioisótopos críticos que vuelca es el Tritio 3, cuya vida media es de 12,43 años. Los habitantes de Embalse, por ejemplo, consumen agua potable con 220 becquerelios por litro de Tritio 3. Para la CNEA este valor está “por debajo” de sus límites.  Pero para la Directiva 98/93 de la Comunidad Europea, aprobada el 3 de noviembre de 1998, el límite aceptable para agua potable es 100 becquerelios por litro. ¿Porqué un habitante de Embalse debe consumir agua con 500 veces más Tritio 3 que un habitante de Buenos Aires o Roma, sabiendo lo que hoy sabemos sobre el efecto de las pequeñas dosis? CNEA y otras oficinas federales minimizan esta realidad pero sin dar cifras [7].

En Argentina la población no está preparada para enfrentar accidentes nucleares
En Embalse y Atucha I, las tres instituciones nucleares de Argentina, ARN, CNEA y NASA, organizan simulacros de accidente nuclear "menor" solamente en un radio de 10 kilómetros alrededor de cada reactor nuclear. Su plan de evacuación de personas se limita, en cada caso, a 3 kilómetros alrededor de las plantas. Fukushima y Chernobyl muestran hasta qué punto estas distancias son insignificantes. Tokio, que se ha estado preparando para reducir la exposición a residuos radiactivos transportados por aire, está ubicada a 224 kilómetros de Fukushima. En Chernobyl la contaminación radiactiva alcanzó lugares situados a 700 kilómetros de distancia e incluso más lejos.    

De allí que en Argentina millones de personas queden marginadas de los sistemas de prevención. Nunca se elaboraron planes ciudadanos con consignas para que cualquier poblador de las ciudades de Río Cuarto o Villa María en Córdoba, o de Rosario en Santa Fe, o de la ciudad de Buenos Aires sepan cómo actuar ante el peor accidente posible. Ni siquiera se han acordado tareas conjuntas con Uruguay para que sus ciudadanos también estén preparados. CNEA se limita a decir que la probabilidad de accidente nuclear es baja y que la tragedia de Fukushima no podría ocurrir en nuestro país.

Al excluir la mayor parte de la población de las consignas de seguridad, las autoridades nucleares de Argentina cometen un error social trágico. Para evitar eventuales críticas y temores prefieren no preparar a la población que vive más allá del radio de los 10 kilómetros alrededor de Embalse y Atucha I.

Pero ellos no son los únicos responsables. Los gobiernos de la provincias potencialmente afectadas por un accidente nuclear nivel 7 en la escala del INES -ya sea en Embalse o Atucha I- también siguen mirando para otro lado. El caso de Córdoba es particularmente grave. La Fundación para la defensa del ambiente (FUNAM) le entregó al gobernador Juan Schiaretti, en noviembre de 2010, un Plan Ciudadano con consignas para que los pobladores sepan cómo actuar ante un accidente nuclear. A la fecha (marzo de 2011) el gobernador nunca respondió. De allí que FUNAM esté analizando la posibilidad de accionar judicialmente contra el gobernador y haya decidido, unilateralmente, distribuir públicamente el Plan Ciudadano.

Las limitaciones de las pastillas de Iodo
Durante los accidentes nucleares suelen liberarse cantidades importantes del radioisótopo Iodo 131, que tiene una vida media de 8,1 días [8]. Al igual que todos los materiales radiactivos es una sustancia cancerígena. Por eso se distribuyen pastillas de Iodo estable (no radiactivo) entre la población. Al saturarse la glándula tiroides y estar la persona expuesta al Iodo 131 radiactivo, la glándula no lo fija y el radioisótopo se elimina, mayoritariamente, por orina y materia fecal. Lo que no explican con claridad las autoridades nucleares es que las pastillas de Iodo solo sirven para detener las formas radiactivas del Iodo. No ayuda a eliminar el Cesio 137 ni el Estroncio 90 ni ninguno de los otros materiales radiactivos descargados durante un accidente nuclear. Tampoco "absorbe" la radiación. Debido a esta confusión muchas personas creen que tomando pastillas de Iodo quedan protegidas de todos los materiales radiactivos y de la radiación, lo que no es cierto.    

Argentina ya tuvo su accidente grado 4 en la escala del INES
Argentina figura en los listados de accidentes nucleares importantes debido al grave accidente que ocurrió en el reactor de investigación RA-2 en el Centro Atómico Constituyentes, en Buenos Aires (CAT). El 23 de septiembre de 1983 estaba realizándose allí un experimento que requería cambiar la configuración del "corazón" del reactor. Se produjo entonces una "excursión crítica" (reacción fuera de control) que expuso al operador a 2.000 rad de radiación Gamma y 1.700 rad de neutrones, lo que produjo su muerte dos días después. Otras 17 personas ubicadas fuera de la habitación del reactor recibieron dosis que variaron entre 35 rad (0,35 Gy) y menos de 1 rad (0,01 Gy). Este accidente fue calificado como nivel 4 en la escala del INES [5].  

En Argentina debe revisarse el programa nuclear y someterse a revisión independiente los sistemas de seguridad de sus reactores de potencia y experimentales.

Propuestas
En nuestro país están definiéndose obras que ponen en peligro sanitario y ambiental vastas regiones geográficas y ciudades muy pobladas. Esto se debe a la gran movilidad de los contaminantes atmosféricos en caso de accidente con descarga masiva de radioisótopos. En Japón las sustancias radiactivas eliminadas desde Fukushima están llegando a Tokio, la ciudad más poblada del planeta (con 35,8 millones de habitantes), que se encuentra a 224 kilómetros de distancia.

En Argentina el gobierno nacional alienta la consolidación de un "parque" de reactores en Lima en la provincia de Buenos Aires que integra, en la actualidad, Atucha I (en operación), Atucha II (en construcción) y el CAREM 25 (en construcción). Es intención del gobierno nacional agregar además la proyectada Atucha III. El ya antiguo reactor de Atucha I se encuentra a 120 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires y próximo a ciudades del Uruguay. Si ocurriera un accidente nivel 7 afectaría potencialmente a la Argentina, Uruguay y posiblemente parte del sur de Brasil. Las "plumas" de contaminación radiactiva podrían alcanzar Uruguay por aire y por agua (río Paraná, río de la Plata). Entre las localidades uruguayas con ubicación crítica se encuentran Fray Bentos, Mercedes, Dolores, Carmelo y Colonia.  

En la provincia de Córdoba los gobiernos nacional y provincial tomaron la decisión de extender la vida útil de la central nuclear de Embalse por 25 años violando, abiertamente, la ley provincial de Ambiente 7.343, el decreto provincial 2.131 sobre Evaluación de Impacto Ambiental y la ley Nacional de Ambiente 25.675, que prevé la realización de Audiencias Públicas. Esta decisión -pese a la oposición pública y los reclamos de FUNAM, iniciados en 2005- ignoró por completo a los ciudadanos de la provincia.

De sumarse la vida útil ya cumplida, el tiempo que aún queda de operación (2011-2012) y la extensión (25 años) se sobrepasa el medio siglo de funcionamiento. Esto aumentaría los riesgos de accidente del reactor, pese a la renovación de partes, pues funcionaría con muchos elementos antiguos e impactados. Crecería además el efecto negativo de sus descargas radiactivas al ambiente (rutinarias, accidentales), en particular sobre el lago de  Embalse y el río Ctalamochita, pues se incrementaría la acumulación de radioisótopos de larga vida media. En caso de accidente nivel 7 debe recordarse que Embalse dista apenas 35 kilómetros de Río Tercero, 86 kilómetros de Alta Gracia, 110 kilómetros de Río Cuarto y 120 kilómetros de Córdoba, la segunda ciudad más poblada de Argentina.

Al noreste del país, la nación y el gobierno de Formosa pretenden instalar junto al río Paraguay un reactor CAREM de 150 MW. Se desconocen los estudios de impacto ambiental y no ha habido consultas públicas. Este reactor es experimental pues nunca antes se construyó en forma completa un CAREM 150. Solo hubo pruebas de la unidad crítica que violaron en su momento la legislación de la provincia de Río Negro (1997) y se está construyendo un prototipo, el CAREM 25, en Lima (Buenos Aires). En caso de accidente nivel 7 en la escala del INES podrían verse afectados el noreste de Argentina y Paraguay. Resulta llamativo que los gobiernos de la Argentina y Formosa sigan adelante con este proyecto experimental sin haber consultado previamente al gobierno de Paraguay y sin que se conozca la posición de los paraguayos. Una eventual pluma de contaminación que se extendiera por el río Paraguay podría afectar además las provincias de Chaco y Corrientes, e incluso otros lugares ubicados aguas abajo (después de la confluencia Paraguay-Paraná).

En plena democracia el gobierno de la Nación y algunos gobiernos provinciales vuelven a repetir la mecánica autoritaria de los gobiernos militares, principales impulsores del programa nuclear.

Argentina debe replantear su costoso programa nuclear en base a debates amplios e informados y consultas públicas, en particular porque la nación impulsa -unilateralmente- la consolidación del primer parque de reactores nucleares de América Latina en Lima (Buenos Aires) cuando Fukushima mostró, dramáticamente, lo peligroso que resulta concentrar en una misma localidad varios reactores nucleares ubicados -además- a distancia crítica de grandes centros poblados.

Urge suspender la extensión de la vida útil de la central nuclear de Embalse e investigar administrativa y judicialmente porqué se decidió dicha extensión sin respetar las leyes y sin audiencia pública. También debe suspenderse la construcción del reactor CAREM de Formosa, un proyecto que ignoró a los ciudadanos del nordeste de Argentina y al Paraguay. 

Asimismo debe someterse a revisión externa la seguridad de todas las instalaciones nucleares, no solamente reactores (centros atómicos, planta de enriquecimiento de uranio, minas de uranio sin remediar, Dioxitek etc.), y encarar estudios ambientales y epidemiológicos independientes para conocer los impactos negativos que ya provocaron las actividades nucleares sobre los ecosistemas y la salud. Para ello será necesario convocar a universidades, centros de investigación y organizaciones de la sociedad civil. En este contexto debe analizarse la viabilidad y seguridad de Atucha II y del CAREM 25. Finalmente, las actividades nucleares de Argentina no pueden seguir siendo fiscalizadas por un organismo como la Autoridad Regulatoria Nuclear, que ha mostrado vínculos profesionales, técnicos y políticos con la propia CNEA y NASA.

Nuestro país necesita Planes Ciudadanos para que las distintas comunidades puedan reaccionar adecuadamente ante accidentes nucleares. Es preciso revisar además los actuales simulacros para que incluyan el peor accidente posible (nivel 7 en la escala del INES).

Argentina debe desarrollar una Política Energética de Estado en base a la participación de los gobiernos, de los partidos políticos y de distintos actores no gubernamentales para generar un programa de largo plazo que no aísle la cuestión energética del ambiente, de la propia sociedad y del escenario mundial. En este enfoque las conductas de ahorro, las tecnologías sustentables y las fuentes blandas deben tener prioridad. No puede ser que las decisiones e inversiones en materia energética sean decididas en Argentina desde un ministerio nacional, grandes intereses corporativos y una total ausencia de consulta. Lo que debe quedar claro es que Argentina no debe fabricar la trampa en que ya cayó Francia, donde más del 80 % de la energía eléctrica que se consume es de origen nuclear. Además de numerosas alternativas energéticas y fuentes blandas (eólicas, solares, fotovoltaicas, de biomasa residual, etc.) existe la estrategia del ahorro energético, insuficientemente desarrollada en nuestro país. Todas estas alternativas son más baratas y menos peligrosas que la nuclear, y no dejan residuos radiactivos que por su larga vida media comprometen la salud y el ambiente de futuras generaciones. No es razonable que reactores nucleares con vidas útiles de apenas 30 años generen grandes volúmenes de residuos que siguen siendo radiactivos durante 1.000 a 1.500 siglos.

Depender de una tecnología absurdamente cara y peligrosa en lugar de consolidar matrices energéticas variadas y más sustentables es suicida. Japón -víctima de ese suicidio- le acaba de asestar un golpe durísimo al mito nuclear, mito que nació del militarismo, la sospecha y la corrupción.

Si los ciudadanos e instituciones no logramos romper la tradición de hermetismo, secreto y autoritarismo con que se edificó el fastuoso programa nuclear de Argentina -que apenas provee del 5 al 6 % de la energía eléctrica- entonces deberemos prepararnos para resistir sus impredecibles efectos colaterales. No olvidemos que un solo accidente nuclear grave puede hacer colapsar durante décadas y siglos una región entera. Fukushima está más cerca de lo que creemos.

Referencias

  1. INES, Escala Internacional de Eventos Nucleares. El grado 6 fue asignado por la Autoridad de Seguridad Nuclear de Francia (El País, Madrid, 15 de marzo de 2011).
  2. En Europa las instituciones nucleares tienen una posición muy crítica sobre los accidentes ocurridos en Japón. El Comisario europeo de Energía, Günther Öttinger calificó como "fuera de control" la situación en Fukushima (El País, Madrid, 16 de marzo de 2011).
  3. "CNEA: en Argentina no podría pasar lo que sucede en Japón". Noticia de la Agencia TELAM, 14 de marzo de 2011. La aseveración de G. Barceló es técnicamente incorrecta pues Argentina tiene zonas sísmicas.
  4. Estas fallas están siendo estudiadas por la Universidad Nacional de Río Cuarto. El geólogo Guillermo Sagripanti –a cargo de los estudios- expresó que la zona de Río Cuarto "es sísmicamente activa". Ver La Voz del Interior (Córdoba), 15 de marzo de 2011 y diario Puntal (Río Cuarto) 16 de marzo de 2011.
  5. Montenegro, R.A. 2007. "The nuclear programme of Argentina and the creation of nuclear-free zones for reducing risks of nuclear facilities". In: "Updating International Nuclear Law", Eds. H. Stockinger, J. Van Dyke, M. Geistlinger, S. K. Fussek y P. Marchart, Ed. NW Verlag, BMW Berliner Wissenschaftsverlag & Intersentia, Wien-Graz, pp. 259-284.
  6. El reactor nuclear Candú de Embalse tiene problemas que le son propios: 1) Mayor probabilidad de pérdida de agua pesada desde el circuito primario dada la complejidad de su tubería. 2) El reaprovisionamiento de combustible mientras continúa funcionando el reactor introduce factores adicionales de riesgo. 3) Las sucesivas fallas y roturas de los tubos de presión está relacionada con la misma aleación de Zirconio-Niobio utilizada en las tuberías de Chernobyl. 4) La combinación de uranio natural-agua pesada tiene serias implicancias en materia de seguridad. El coeficiente de reactividad es positivo, de allí que cualquier accidente que ocasione la pérdida de refrigerante pueda acarrear escape de energía. 5) El uso de agua pesada genera grandes cantidades de Tritio 3 radiactivo, y el uso generoso de Zirconio en el núcleo tiene como consecuencia un elevado potencial de reacción Zirconio-vapor de agua. 6) No está diseñado para soportar los peores accidentes que involucran extensas reacciones de Zirconio-vapor de agua, explosiones de hidrógeno y vapor de agua, y ruptura de las modalidades comunes de los ciclos de enfriamiento primarios y secundarios dentro de la contención.
  7. Según datos de la Autoridad Regulatoria Nuclear (1998) los valores de Tritio 3 en aguas del Embalse de Río Tercero, en Córdoba, son 32 a 520 veces más altos que los medidos en el río Paraná en inmediaciones de Atucha I. Las cifras de Tritio 3 en el agua potable que consumen los pobladores de Embalse, en tanto, son 34 a 367 veces más altas que las registradas en agua subterránea (potable) de pozos situados 5 kilómetros al sur de Atucha I (provincia de Buenos Aires). Ver [5].
  8. Cada material radiactivo tiene una vida media observada. Cuando se dice que el Iodo 131 tiene una vida media de 8,1 días implica lo siguiente: si tengo 100 gramos de Iodo 131 a los 8,1 días quedará la mitad, es decir 50 gramos; a los 16,2 días la mitad de la mitad, 25 gramos, y así sucesivamente.

Dr. Prof. Raúl A. Montenegro, Biólogo

Profesor titular de Biología Evolutiva en la Universidad Nacional de Córdoba. Presidente de la Fundación para la defensa del ambiente (FUNAM) y Premio Nóbel Alternativo 2004 (RLA, Estocolmo, Suecia).

Para mayor información contactar a:  

Prof. Dr. Raúl A. Montenegro, Biólogo
Teléfono fijo: 03543-422236
Teléfono celular: 0351-155 125 637
E-mail: raulmontenegro@flash.com.ar

Encargada de prensa:
Nayla Azzinnari
Teléfono celular: 011-155 460 9860
E-mail: nay_azz@hotmail.com

FUNAM
Fundación para la defensa del ambiente
Environment Defense Foundation
Casilla de Correo 83
Correo Central, (5000) Córdoba, Argentina.

FUNAM es una ONG fundada en 1982.
Tiene status consultivo en ECOSOC (Naciones Unidas, Nueva York).
FUNAM es Premio Global 500 de Naciones Unidas (1987).

FUNAM is an NGO created in 1982.
FUNAM has consultative status at ECOSOC (United Nations, New York).
Global 500 Award from United Nations (1987).

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Fuente:
Antonio Elio Brailovsky, "Las centrales atómicas japonesas son las más seguras del mundo", 11/04/2011, Defensoría Ecológica.

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