Doña Luisa no piensa abandonar su casa a los 84 años |
La policía vigila los bordos construidos al norte de la ruta 92 |
Difícil acceso a las familias aisladas en el monte |
La ciudad santiagueña de Colonia Dora y sus parajes vecinos
están rodeados de grandes terraplenes. La policía los vigila día y noche porque
temen que productores de la zona los rompan para salvar sus campos. Terribles
historias de los inundados.
Colonia Dora todavía no termina de curar las heridas
provocadas por las inundaciones del año pasado, y ya se prepara para recibir
otro embate del río Salado, quizás el peor de todos.
Pero a diferencia de los desbordes de marzo de 2010, esta
vez la ciudad y sus alrededores están mejor preparados, aunque el temor a
repetir la pesadilla sigue a flor de piel en más de 400 familias cuyas casas
permanecieron anegadas por varios meses.
"La gente está nerviosa, y no es para menos", dijo
ayer el intendente Juan Sequeira, que desde que lanzó el alerta por las
torrenciales lluvias en la cuenca, en Salta, coordina los trabajos que se
realizan en las defensas, que además, están fuertemente custodiadas por
policías que patrullan con perros, ante la posibilidad cierta de que los
productores de la zona intenten romper los bordos en el afán de proteger sus
sembradíos.
"Es lamentable, pero es cierto. Tenemos policías de la Montada y de Canes
patrullando los bordos que están cerca de la ruta 92, hacia el norte, donde
están en forma permanente instalados con casillas y carpas, para asegurarse de
que nadie intente romper los bordos. Aquí la gente está convencida de que el
año pasado el agua llegó a sus casas porque alguien rompió las defensas para
salvar sus campos", aseguró Sequeira.
Por otra parte, para reducir el caudal que ingresa por el
brazo principal del río, se hizo lo que se conoce como by pass, para desviar
casi la mitad del agua hacia una zona de viejos bañados que está deshabitada.
De todas formas, en el pueblo todos saben que "todavía falta mucha por
pasar" y eso les quita el sueño cada noche.
Testimonios
En el paraje Dos Pinos vive doña Luisa Leguizamón, viuda e
inválida. "Aquí estoy, anoticiada de la situación del río, preocupada por
lo que se informa. Yo estuve ocho meses evacuada en Colonia Dora, hace cuatro
que nuevamente volví a mi lugar de siempre, construí mi casita nueva con la
ayuda del gobierno y con el aporte de mis hijos, y ahora tengo miedo de volver
a sufrir lo mismo", expresó con la voz entrecortada. "El año pasado
-prosiguió- perdí todo: casa, sembrados,animales... y ahora que comencé de cero
prácticamente, la amenaza del río, otra vez. Pero si se vuelve a inundar, ya
les dije a mis hijos que no pienso salir. Con mis 84 años ya no quiero andar
molestando otra vez. Les pedí que me hagan una defensa a la vuelta de la casa y
que aquí me voy a quedar".
A pocos kilómetros está el paraje El Cruce. Sentado bajo un
frondoso algarrobo, en un improvisado puesto de ventas de sandías, se encuentra
Víctor Herrera, otro sobreviviente de la última crecida del Salado. Estuvo seis
meses evacuado con su familia en un campamento de Vialidad. El agua le llevó
todo el sembradío de sandías y zapallos que eran su único sustento. "El 11
de marzo del año pasado nos corrió el agua, ya hace un año. Regresamos en
noviembre y comenzamos a trabajar la tierra para sembrar, y cosechamos lindo.
Ahora tenemos plantas nuevas que están brotando. Lo único que le pido a Dios es
que no se inunde otra vez porque vamos a perder todo. Somos tres familias en
este lugar y no tenemos nada más", expresó.
En Colonia Dora, todo lo que se encuentra del lado oeste de
la ruta 34 quedó completamente bajo el agua. Barrios como Agua Potable y
Matadero quedaron completamente deshabitados, con un millar de personas
evacuadas en media docena de alojamientos que fueron montados de urgencia por
los equipos de emergencia.
Daniel Soplan vive junto a su esposa, hijos y su padre de 87
años en Matadero. En una noche de marzo del año pasado, el agua los sorprendió
en el interior de su casa. "Ya nos habían advertido que eso podía pasar,
no le dimos importancia, pero en plena noche nos sorprendió el agua ingresando
a la vivienda y salimos con lo puesto a la ruta 34. Estuvimos cinco meses
evacuados en un galpón en el centro de Colonia Dora y ahora que hemos regresado
y empezado a criar animales, la situación se complica de nuevo", se
lamentó el hombre.
Frente a una planta potabilizadora que abastece a la ciudad,
vive Petrona Pacheco. Ella también tuvo que huir del agua. "El año pasado
estaba festejando mis 60 años. Era un 16 de marzo, a eso de las 2:30 de la
madrugada cortaron la luz. No sabíamos que pasaba y vimos a los vecinos pasar
rápidamente para el lado del pueblo hacia la ruta, algunos iban cargando cosas.
Salimos al patio y vimos como venía el agua por el camino. Como pudimos
salirnos, dejamos todo aquí y lo tapó el agua. Estuvimos evacuados en el centro
cultural por varios meses, recibimos el subsidio y reconstruí en parte mi
casa", contó la mujer con resignación y amargura.
"Ahora, le pido a Dios que mi próximo cumpleaños lo
pase aquí, con mi familia, sin sobresaltos y que todos los trabajos que vi en
el diario que se están realizando puedan parar el agua y no tengamos que pasar
como el año anterior", rogó.
Fuente:
El Liberal.com 18/03/2011
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