Las intensas lluvias causaron que toneladas de barro rojo y torrentes de agua bajaran con fuerza por las laderas montañosas en las afueras de Río de Janeiro, donde sepultaron las casas de ricos y pobres por igual y mataron al menos a 432 personas. Las muertes se produjeron en tres municipios: Nova Friburgo, Teresópolis y Petrópolis, donde barrios enteros sucumbieron a ríos de agua y lodo. Las autoridades indicaron que la cifra de fallecidos puede aumentar en las próximas horas.
Las lluvias veraniegas y los consecuentes deslaves matan cada año a cientos de personas en Brasil. Esta vez, la lluvia y el barro mezclados con piedras se llevaron todo lo que encontraron por delante. El gobernador de Río, Sergio Cabral, pidió a la armada que preste a los bomberos sus helicópteros para las tareas de rescate. "Lloramos la pérdida de vidas en esta tragedia causada por la lluvia", aseguró Cabral.
Decenas de puentes, carreteras y calles fueron destruidos en esos municipios, donde muchas áreas amanecieron sin luz ni teléfono y donde los rescatistas se abrían camino en busca de sobrevivientes y cuerpos en muchas zonas aisladas. En las ciudades fueron improvisados centros de acogida y morgues, informaron las autoridades locales. La Defensa Civil exhortó a evacuar las zonas de riesgo.
El área serrana de Río, con montañas de más de 2.000 metros , es una zona turística a la que suelen ir los cariocas que huyen del calor del verano. En unas pocas horas se transformó en un paisaje de destrucción y muerte con ríos desbordados, coches y casas arrastradas.
Estado de emergencia
Balneario favorito de los “cariocas” para escapar del calor, y ubicado a unos 100 km de Rio de Janeiro, la región montañosa de Teresópolis se transformó en horas en un paisaje de destrucción y muerte a causa de las lluvias torrenciales.
El alcalde de Teresópolis, Jorge Mario Sedlacek, declaró el estado de emergencia. "Es la mayor catástrofe en la historia de esta población", lamentó Sedlacek en una entrevista con el canal de televisión Globo TV. La lluvia desbordó los arroyos y causó inundaciones en las laderas ya saturadas de agua. Las cabañas construidas de concreto y madera, pero sin cimientos, en las escarpadas y deforestadas colinas, fueron arrastradas por los enormes aludes.
Al menos 175 personas murieron en esta localidad, de acuerdo con un funcionario de Defensa Civil local. Las montañas recibieron 26 centímetros (10 pulgadas ) de lluvia en menos de 24 horas.
Unos 800 rescatistas de la defensa civil y bomberos buscaban sobrevivientes. Se prevé que la cifra de muertos aumente a medida que los bomberos lleguen a las zonas más inaccesibles afectadas por los deslizamientos y las inundaciones. Unas 1.000 personas quedaron sin techo.
En Petrópolis, otra ciudad de la región serrana de Rio de Janeiro, murieron al menos 39 personas, la mayoría en el aledaño distrito de Itaipava, aunque se espera que aumente el número una vez se inicien las operaciones de rescate.
En el poblado vecino de Nova Friburgo murieron al menos 201 personas, de acuerdo con un comunicado del departamento de Defensa Civil del estado de Río. Entre los muertos se cuentan cuatro bomberos que trabajaban en labores de rescate.
Las tareas de rescate
Socorristas con maquinaria pesada, palas e incluso con las manos removían toneladas de barro y escombros en busca de sobrevivientes. No se sabe de manera inmediata cuántas personas han sido rescatadas. Al menos 50 estaban desaparecidas y las autoridades temían que la cifra se incrementara.
"Los equipos de la Defensa Civil están suspendiendo las búsquedas porque no hay iluminación en los locales. El rescate de los cuerpos continuará mañana" jueves, informó antes de caer la noche una representante de la alcaldía.
Los equipos de rescate tuvieron problemas en la noche para continuar con las labores de búsqueda, pero los trabajos ya se reanudaron, con búsquedas en muchas zonas que quedaron aisladas y en medio de escenas de total destrucción, con muchas casas arrasadas por los ríos de lodo y agua que descienden de las montañas.
Los que sobrevivieron
El agua seguía bajando de las montañas incluso después que cesó la lluvia. Con el agua hasta la cintura, los sobrevivientes cargaban lo que podían de sus pertenencias y trataban de llegar a los sitios más elevados. Muchos trataban desesperadamente de encontrar a sus familiares, aunque no había servicio telefónico en la región.
"Hay muchos desaparecidos, y muchos que probablemente nunca serán hallados", advirtió Angela marina de Carvalho Silva, quien teme haber perdido a 15 familiares en la inundación.
"Nunca vi algo así, fue una película de terror: casas y coches fueron llevados por el torrente de agua", contó Angela, una empleada doméstica de 55 años que salvó su casa de milagro, pero vio cómo sucumbían las de sus vecinos.
El primer gran desafío de Dilma
La flamante presidenta Dilma Rousseff promulgó una medida para canalizar 461 millones de dólares a los pueblos de Río y Sao Paulo que sufrieron daños en las recientes lluvias. El dinero servirá para reparar infraestructura y prevenir futuros desastres. La mandataria sobrevoló las zonas más afectadas de Río.
"La desgracia de Teresópolis no tiene dimensión", afirmó tras sobrevolar el lugar el secretario de Medio Ambiente de Río de Janeiro, Carlos Minc, citado por la prensa local.
Además, las intensas lluvias también causaron estragos en el estado de Minas Gerais, donde 16 personas murieron el mes pasado y decenas de poblaciones se encontraban en estado de emergencia. En Sao Paulo, las calles principales están inundadas desde el domingo y 21 personas murieron en derrumbes, aludes e inundaciones.
La tragedia en Río se produce un año después de que deslizamientos de tierra mataron a más de 50 personas en el municipio de Angra dos Reis, otra zona turística. Según el diario Estado de Sao Paulo, 473 personas murieron en Brasil en 2010 debido a las lluvias.
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