viernes, 6 de agosto de 2010

Era el tiempo del ambiente

El hombre, ayudado por la tecnología, puede ingeniárselas para producir más carne y más granos. La única forma que tiene la naturaleza es mediante la conservación de los bosques.

por Lucas Viano

Por el daño hecho sobre el bosque nativo de Córdoba en las últimas décadas para extender la frontera agropecuaria, lo deseable hubiera sido que la ley aprobada protegiera más nuestros ecosistemas naturales. Los años que pasaron fueron el tiempo de la explotación ganadera y agrícola. Ahora era el tiempo del ambiente.

Quizá no había que pensar en una ley que buscara el equilibrio justo entre producción y conservación, como declamaron todos los legisladores, sino en una que hiciera hincapié en proteger y recuperar nuestros montes y, con ellos, todos los servicios ambientales que nos prestan y que ya se avizoran degradados. Un dato que debería dolernos a todos: sólo queda el cinco por ciento de las hectáreas que había en el origen.

El despertar ambientalista de la sociedad todavía no fue plasmado en leyes. Y este despertar no es una moda ni un discurso escrito en verde, sino una necesidad futura y presente para que podamos sobrevivir. La norma sancionada ayer era la oportunidad. Se decidió buscar el “equilibrio” torciendo la balanza hacia la producción agropecuaria. ¿Cuántas leyes hay que favorecen la producción agropecuaria? ¿Cuántas que protegen el ambiente?

El hombre puede ingeniárselas para producir más granos y carne sin dañar el ambiente (muchas tecnologías ya están disponibles).

Sin embargo, la naturaleza no conoce otra forma para mejorar la calidad y cantidad de nuestros suelos y agua que con la conservación de los bosques. Suelos y agua que necesitamos para vivir.

Fuente:
La Voz del Interior, 05/08/2010, "Era el tiempo del ambiente".

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