Los socorristas intentan vaciar un lago formado tras los
deslizamientos de tierra en la provincia de Gansu, al noroeste de China. El
número de muertos aumentó a 1.117 y hay 627 personas desaparecidas. Tras el
pronóstico de una nueva tormenta tropical, las autoridades ordenaron la
evacuación de las zonas más expuestas.
En momentos en que se acerca el tifón Dianmu, que acaba de
causar cinco muertos en Corea del Sur, y se pronostican nuevas lluvias
torrenciales, los soldados chinos tratan de desobstruir el curso del río
Bailong. Montones de rocas impiden el paso del agua que se acumuló y, si se
desmoronaran, provocarían una nueva catástrofe.
Las aludes de lodo sepultaron una franja de 5 kilómetros de largo
y 500 metros
de ancho con un altura que llegó, en algunos lugares, hasta la tercera planta
de los edificios.
Más de 10.000 soldados y socorristas intentan aún encontrar
supervivientes en la ciudad de Zhouqu, la más afectada de la región, donde el
lodo alcanzaba los dos metros de altura en algunas calles.
Sin embargo, tres días después de la catástrofe del sábado,
hay pocas posibilidades de encontrar personas vivas.
El primer ministro Wen Jiabao, que visitó a los
sobrevivientes el lunes, instó a los miles de socorristas movilizados desde
todo el país a hacer lo imposible para encontrar a los que continúan atrapados,
aunque reconoció que la tarea es difícil.
"Debemos comprender la dificultad de la misión de
rescate", señaló, citado por China Nueva. "Hay que intentarlo lo
antes posible y sin escatimar ningún esfuerzo para salvar más vidas",
añadió.
Entre tanto, el presidente Hu Jintao presidió el martes una
reunión de funcionarios del Partido Comunista, que buscaba organizar la
respuesta del gobierno a la crisis.
Según el Ministro chino de la Tierra y los Recursos
Naturales, Xu Shaoshi, la catástrofe puede explicarse por diferentes factores,
incluyendo las lluvias torrenciales, el terremoto de 2008 en Sichuan que habría
desestabilizado las montañas cercanas, la prolongada sequía y la erosión del
suelo.
China enfrenta este año inundaciones de una magnitud sin
precedentes en una década, que ya dejaron 2.100 muertos y obligaron a evacuar a
unas 12 millones de personas.
China: No todo está en manos de Dios
Mientras miles de soldados continúan trabajando para ayudar
a los damnificados del gigantesco mar de barro que sepultó todo lo que se cruzó
a su paso y le costó la vida a por lo menos 1700 personas en Zhougu, China,
muchos se preguntan si lo sucedido fue sólo consecuencia de las torrenciales
lluvias o la mano del hombre tuvo algo que ver.
Los defensores del medioambiente aseguran que este tipo de
tragedias son consecuencia de la deforestación, o de la construcción frenética
de carreteras o de represas hidroeléctricas, muchas veces por iniciativa de las
autoridades locales.
Para Li Yan -responsable de Greenpeace China, encargado de
los temas vinculados con la energía y el cambio climático-, la tragedia de
Zhouqu "refleja los desafíos y los riesgos que el crecimiento trae a las
regiones pobres".
Según Li Yan, las autoridades locales están bajo presión
para eliminar la pobreza y desarrollar la economía, un proceso durante el que
el medioambiente se degrada. Ante este tipo de debates, las autoridades chinas
aseguran que los recientes aludes de barro son una catástrofe natural provocada
por las lluvias torrenciales.
Sin embargo, hasta los propios medios oficiales chinos se
interrogan acerca de las responsabilidades humanas en esta tragedia. "La
construcción de pequeñas represas hidroeléctricas, la explotación minera y la
construcción de rutas afectaron gravemente el ecosistema y aumentaron los
riesgos de corrimiento de tierras", señala el diario National Business
Daily.
Hay más de mil represas hidroeléctricas a lo largo del río
Bailong que bordea Zhouqu, según Zhang Qirong, un responsable de la oficina
forestal local citado por el diario.
Luego de tres décadas de industrialización, China cuenta hoy
con muchas de las ciudades y los ríos más contaminados del mundo. Consciente de
esta degradación, el Gobierno se comprometió a mejorar la eficacia energética y
anunció recientemente un plan de cierre de 2.000 fábricas, entre las más
contaminantes del país.
Los deslizamientos de tierras de Gansu se suman a otras
calamidades medioambientales recientes, como la explosión de un tanque de la
terminal petrolera de Dalian (noreste) el mes pasado, que provocó una grave
contaminación en el mar Amarillo.
Quienes apoyan este modelo de crecimiento sostienen que a un
ritmo del 10 % anual, es difícil que esta nación busque reducir las
emisiones de gases de efecto invernadero
Mientras en China continúan buscando un milagro y los
rescatistas revisan en todos los rincones posibles por una señal de vida, el
debate sobre lo que nos deparará el futuro a nivel medioambiental toma cada vez
más fuerza en el país. Pero China no es la única nación afectada por un
desastre natural.
Inundaciones, incendios, hielo que se derrite, calores
sofocantes, desde el smog de Moscú hasta Pakistán -tapada de agua- y el Ártico,
el hemisferio norte está derritiéndose y los científicos dicen que esto es una
confirmación de que el mentado cambio climático ya empezó.
Cataclismos de julio y agosto relacionados con el clima
encajan dentro de las tendencias pronosticadas por los científicos, según la Organización
Meteorológica Mundial (OMM), con sede en Ginebra, aunque los
mismos expertos se abstienen de vincular episodios individuales con el
calentamiento global.
Los especialistas hablan de la necesidad imperiosa de
pronosticar mejor eventos extremos, como la ola de calor acompañada de
incendios en Rusia y los aguaceros sin precedentes en Pakistán. Todo esto será
analizado este mes y el próximo en conferencias auspiciadas por las Naciones
Unidas y los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña.
"No hay tiempo que perder", expresó el climatólogo
británico Peter Stott. Para este especialista, quienes diseñan herramientas para pronosticar el clima
quieren desarrollar supercomputadoras capaces de vincular mejor causa y efecto
en un mundo que se calienta, en el que las corrientes de aire y otros fenómenos
climatológicos sufren cambios que generan grandes trastornos.
Los científicos de la
ONU vienen diciendo desde hace tiempo que un aumento en las
temperaturas globales causará olas de calor más frecuentes e intensas, y
lluvias más fuertes. En su informe más reciente, del 2007, fueron más allá y
dijeron que "ya se están observando esas tendencias", que se
manifiestan en un incremento en las olas de calor desde 1950, por ejemplo.
De todos modos, los climatólogos prefieren no
responsabilizar al calentamiento global por las sequías e inundaciones, dado
que hay muchos otros factores que pueden afectar el clima un día determinado.
Stott y Gavin Schmidt, del Instituto Goddard de Estudios
Espaciales de Nueva York -organismo de la NASA- afirman que es mejor hablar de la ley de
las probabilidades: el calentamiento, por ejemplo, hace que se dupliquen las
posibilidades de una ola de calor. "Eso es exactamente lo que está
pasando", manifestó el segundo de ellos. "Hay muchos más calores
extremos que fríos extremos".
La evidencia abunda: Rusia vive el peor verano de su
historia, acompañado de sequías e incendios forestales enormes; en Pakistán se
han registrado las peores lluvias monzónicas de que se tengan noticias, con las
consiguientes inundaciones, que dejaron grandes extensiones de tierra bajo el agua
y afectaron de un modo u otro a 20 millones de personas.
Los cambios en las capas de hielo "se están produciendo
a un paso más acelerado que el anticipado", dijo Isabella Velicogna,
científica de la NASA.
En el océano Artico, el derretimiento de hielos alcanzó
niveles de proporciones sin precedentes. Información satelital reveló que la
capa de hielo en el océano registrada el mes pasado, es la más baja jamás
observada.
El derretimiento de hielo en tierra firme genera
aproximadamente el 60 % de la aceleración en el aumento de los niveles del agua
en todo el mundo. El resto lo causa la expansión termal de las aguas. La OMM asegura que el nivel de
las aguas sube 3,4
milímetros por década, un promedio que es dos veces el
del siglo XX.
Las temperaturas de enero a junio, por otra parte, fueron
las más altas en 150 años, desde que se llevan registros. Los meteorólogos
dicen que en 17 países se han registrado las temperaturas más altas de su
historia en el 2010.
Los científicos atribuyen el calentamiento al anhídrido
carbónico y otros gases que emiten fábricas, vehículos, hornos y otras fuentes.
La batalla que se libra ahora es para reducir esas emisiones.
Fuentes:
Observador Global.com, 11/08/2010, "Aludes en China: Más de mil muertos".
Observador Global.com, 14/08/2010, "China: No todo está en manos de Dios".
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