viernes, 18 de octubre de 2024

La financiación de las obras nucleares: cuestión espinosa | 1.° parte


Sostener una industria no rentable, a la que se le agrega la incertidumbre de los plazos de construcción de nuevas instalaciones, resulta una cuestión algo más que compleja. Las dudas en la determinación del plazo de recupero hace muy vidriosa la cuestión financiera. Las interrupciones de construcción que hacen superar sistemáticamente los plazos previstos son especialmente costosas.

Por Juan Vernieri

Un caso paradigmático es el de Francia, el país del mundo que más uso hace de esta fuente de energía, el segundo que más reactores tiene y el segundo que más energía nuclear produce en términos absolutos.

La empresa multinacional de servicios eléctricos, Électricité de France S.A. (EDF), propiedad en su totalidad del Estado, posee una deuda financiera neta que aumentó a finales de 2021 hasta un total de 43.000 millones de euros.

Solo en 2022, la deuda neta aumentó en 21.500 millones de euros hasta alcanzar los 64.500 millones a finales de ese año. La falta de rentabilidad más la carga financiera por los atrasos del reactor Flamanville-3 y por paralizaciones programadas y no programadas por la corrosión que afectó las instalaciones, fueron las principales causas.

Las renovables cada vez tienen costos de inversión más bajos y por ende producen electricidad a más bajos precios, lo que tiene un impacto significativo en la gestión del parque nuclear francés.

EDF afirma en su informe financiero semestral de 2024 que “la disminución de los precios de venta tuvo un impacto estimado de 8.100 millones de euros en los primeros seis meses del año”.

En diciembre de 2007, EDF inició la construcción de Flamanville-3, cuya puesta en marcha estaba prevista para 2012. El proyecto ha estado plagado de problemas de diseño y control de calidad, incluidas dificultades básicas con el hormigón y las soldaduras, similares a las del proyecto Olkiluoto en Finlandia, cuya construcción comenzó dos años y medio antes y se conectó a la red recién en marzo de 2022. Estos problemas nunca cesaron.

En diciembre de 2019, EDF indicó que se necesitaban más de 4.200 millones de euros para varias partidas de costos, incluidos 3.000 millones de euros de costos financieros.

La industria nuclear francesa sigue sometida a un alto nivel de estrés: un parque nuclear envejecido con el rendimiento más bajo en décadas, desafíos de personal y competencias, necesidades de inversión sin precedentes en tiempos de una deuda neta monumental, problemas interminables en la única obra en construcción activa en Flamanville y excesivos atrasos en construcciones que elevan los costos financieros a las nubes.

A pesar de esta avalancha de problemas, el Gobierno francés ha anunciado el lanzamiento de un programa de construcción de nuevas centrales nucleares, apoyado por la mayoría de la Asamblea Nacional, iniciativa a la que la comunidad científica francesa está lejos de ofrecer un apoyo unánime y que aún, a más de dos años y medio, no tiene principio de ejecución.

A fines de octubre de 2023, cerca de 1.200 científicos habían firmado el “Llamamiento de los científicos contra un nuevo programa nuclear”.

Este sucinto desarrollo del tema financiero francés, pone en evidencia que la energía nuclear solo pueden llevarla adelante los estados, que no lo hacen para producir electricidad ni combatir al cambio climático, sino por razones militares, por la supuesta seguridad que les brinda.

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