sábado, 20 de julio de 2024

Irresponsabilidad nuclear | 3.° parte

El próximo martes se cumplen dos nefastos aniversarios. En notas anteriores decíamos que se supone que en el desarrollo nuclear se mantienen muy rigurosas medidas de seguridad y que siempre son cumplidas, sin embargo, en numerosas ocasiones no es así. Es increíble la inconsciencia y la irresponsabilidad generalizada, inclusive institucional. Hay veces que a sabiendas se ocultan los perjuicios de la radiación.

Por Juan Vernieri

A las 5:30 de la mañana del 16 de julio de 1945, J. Robert Oppenheimer dirigió un grupo secreto de científicos para detonar la primera bomba atómica del mundo en el desierto de Chihuahua, en el centro-sur de Nuevo México. Al artefacto se lo llamó Trinity. Aún hoy, a 79 años de aquel estallido, la humanidad sigue sin conocer los efectos precisos en el medioambiente y la salud.

Los responsables de construir y probar la bomba, por desconocimiento no estaban preparados para la magnitud de la lluvia radiactiva que la detonación provocaría y tampoco para las repercusiones de la detonación.

El viento en dirección sudoeste noreste dirigió la lluvia radiactiva hacia Washington y Nueva York. Suponemos que no se estaba equipado para detectar el alcance de la lluvia radiactiva, no se informó al respecto.

Si bien no había precisión, se sabía que la radiación sería muy perjudicial para la salud de todos los seres vivos alcanzados, vegetales, animales y los seres humanos, sin embargo, haciendo gala de una inconcebible irresponsabilidad, los pobladores cercanos al centro de la detonación no fueron evacuados.

Exactamente 34 años después, y casi exactamente al mismo tiempo, una presa de tierra que contenía desechos de uranio se derrumbó, liberando 1.100 toneladas de desechos radiactivos sólidos y más de 350 metros cúbicos de relaves al Río Puerco, en el noroeste de Nuevo México.

El derrame de Church Rock liberaría tres veces más radiación al medio ambiente que el accidente nuclear de Three Mile Island, la mayor parte en tierras de la Nación Navajo.

Fue, según lo consideró la Agencia de Protección Ambiental, el mayor derrame radiactivo en la historia de Estados Unidos.

Los 6 metros del dique no alcanzaron para contener las colas, derrumbándose alrededor 5:30 de la mañana del 16 de julio de 1979.

El irresponsable gobernador de Nuevo México en ese momento se negó a declarar la emergencia federal. Una vez más, nadie fue evacuado.

Los dos acontecimientos están indeleblemente vinculados, no solo por el día y la hora que comparten, sino también por una especie de arrogancia exclusiva de la era nuclear.

Las vidas y tierras de los nuevomexicanos fueron, y en muchos sentidos siguen siendo, deliberadamente ignoradas. Miles de personas vivían en un radio de 80 kilómetros del sitio de Trinity.

Unas 1.700 casas fueron afectadas por el derrame de releves de uranio (Fuente: Alicia Inez Guzmán Reportero investigador)


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