Con fugas, minas terrestres, armas y fuerzas rusas dentro y en los alrededores, la planta nuclear más grande de Europa está atrapada en una zona de guerra y al borde del desastre.
Por Juan Vernieri
El verano pasado, los trabajadores de la planta lo calificaron como una catástrofe “esperando a ocurrir”, informando que el estado de degradación en el sitio no estaba muy lejos de Chernobil.
También se teme que sea un importante objetivo terrorista.
El verano pasado, el presidente Volodímir Zelenski emitió repetidas advertencias de que Rusia estaba planeando un ataque terrorista contra la planta nuclear de Zaporiyia, controlada por Rusia.
Su agencia de inteligencia afirmó que Rusia estaba planeando provocar una explosión menor —que no destruiría toda la planta— y hacer parecer que las fuerzas ucranianas eran las responsables.
En julio, el personal de la planta realizó escalofriantes simulacros de desastre nuclear en el vasto complejo y sus alrededores.
Los expertos nucleares han dicho que una gran explosión en la planta afectaría a mil millones de personas en 40 países.
El mes pasado, el jefe del OIEA, Rafael Grossi, advirtió sobre los peligros apremiantes.
Cuando se le preguntó en una escala del uno al diez —"diez es lo más peligroso y uno lo más seguro”— cómo clasificaría a Zaporiyia, dijo: “Creo que hay días en los que estás cerca de diez, y hay días en los que nada parece suceder —y el problema es este”. "La incertidumbre total porque esto es una guerra”.
Peligros actuales
Los informes actuales realizados en Zaporiyia dicen que tres reactores nucleares tienen varias fugas peligrosas que Rusia no planea arreglar.
Cuando el OIEA informó sobre las filtraciones en enero, se les prohibió el acceso a los sitios durante casi dos semanas.
La planta también sufre de una conexión eléctrica poco fiable, cuyo mantenimiento es esencial en caso de que sea necesario “apagar” un reactor nuclear.
También se necesita energía para hacer circular agua de refrigeración en los reactores; sin ella, una fusión nuclear puede comenzar en 27 horas.
Desde la toma hostil del poder por parte de Rusia, la central eléctrica ha perdido toda la energía externa hasta el momento ocho veces.
En marzo de 2023, un bombardeo ruso en la margen derecha del río Dniéper dañó la infraestructura energética de la planta. Los técnicos no pudieron reparar los daños mientras continuaban los combates.
Tres meses después, Rusia todavía prohibía al personal del OIEA realizar las reparaciones.
Desde entonces, la planta ha perdido o se ha cortado el suministro eléctrico de forma intermitente, lo que cierra circuitos de refrigeración vitales, dejándola en condiciones peligrosas.
También hay una importante crisis de personal en Zaporiyia. Antes de la guerra, la planta contaba con 11.500 trabajadores. Ahora apenas cuenta con 4.500.
Los empleados ucranianos y sus familias han sido interrogados, secuestrados y torturados. Algunos han desaparecido.
(Fuente: Iona Cleave / The Sun)
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