viernes, 2 de diciembre de 2022

La nuclear no ayuda en la lucha contra el cambio climático

La nuclear no puede contribuir de forma significativa a un sistema energético neutro desde el punto de vista climático, según los científicos alemanes.

Por Ben Wealer

Artículo publicado originalmente en Beyond Nuclear International.

A la luz de la aceleración de la crisis climática, la energía nuclear y su lugar en la futura combinación energética vuelven a ser objeto de debate. En la actualidad, su participación en la generación mundial de electricidad es de aproximadamente el 10%. Algunos países, organizaciones internacionales, empresas privadas y científicos conceden a la energía nuclear algún tipo de papel en la búsqueda de la neutralidad climática y en el fin de la era de los combustibles fósiles. También el IPCC incluye la energía nuclear en sus escenarios.

Por otro lado, la experiencia de la generación de energía nuclear comercial adquirida en las últimas siete décadas señala los importantes riesgos técnicos, económicos y sociales que conlleva. Este documento revisa los argumentos en las áreas de “tecnología y riesgos”, “viabilidad económica”, “disponibilidad oportuna” y “compatibilidad con los procesos de transformación socioecológica”.

Tecnología y riesgos: Las catástrofes que implican la liberación de material radiactivo son siempre una posibilidad real, como demuestran los grandes accidentes de Three Mile Island, Chernóbil y Fukushima. Además, desde 1945 se han producido innumerables accidentes en todos los lugares donde se ha desplegado la energía nuclear. No cabe esperar una fiabilidad significativamente mayor de los SMR (“pequeños reactores modulares”) que se encuentran actualmente en fase de planificación. Incluso las técnicas matemáticas modernas, como los análisis probabilísticos de seguridad (APS), no reflejan adecuadamente factores importantes, como las disposiciones de seguridad deficientes o las catástrofes naturales poco frecuentes, por lo que subestiman sistemáticamente los riesgos.

Además, existe el riesgo siempre presente de la proliferación de uranio altamente enriquecido y plutonio de grado armamentístico. La mayoría de las barras de combustible gastadas se almacenan en contenedores de superficie escasamente protegidos o en otras soluciones provisionales, a menudo fuera de las estructuras de contención adecuadas. El almacenamiento seguro de material altamente radiactivo, debido a una vida media de los isótopos individuales de más de un millón de años, debe garantizarse durante eones. Aunque los riesgos para las generaciones futuras no puedan determinarse hoy de forma autorizada, es indudable que se externalizan pesadas cargas hacia el futuro.

La energía nuclear y la eficiencia económica: El uso comercial de la energía nuclear era, en los años 50, el subproducto de los programas militares. Ni entonces, ni desde entonces, la energía nuclear ha sido una fuente de energía competitiva. Incluso el uso continuado de las plantas existentes no es económico, mientras que se prevé que las inversiones en reactores de tercera generación requieran subvenciones por valor de miles de millones de dólares o euros. La experiencia con el desarrollo de los conceptos de SMR sugiere que éstos son propensos a conducir a costos de electricidad aún más altos.

Por último, hay que tener en cuenta los considerables costes, actualmente desconocidos, del desmantelamiento de las centrales nucleares y del almacenamiento seguro de los residuos radiactivos. Los análisis detallados confirman que el cumplimiento de los ambiciosos objetivos climáticos (es decir, un calentamiento global de entre 1,5° y menos de 2° Celsius) es perfectamente posible con las energías renovables que, si se tienen en cuenta los costes del sistema, son también considerablemente más baratas que la energía nuclear. Además, dado que las centrales nucleares no son comercialmente asegurables, los riesgos inherentes a su funcionamiento deben ser asumidos por la sociedad en general. Los actualmente publicitados SMR y los llamados conceptos de la IV Generación (no refrigerados por agua ligera) son tecnológicamente inmaduros y están lejos de ser comercialmente viables.

Disponibilidad temporal: Dado el estancamiento o -con la excepción de China- la ralentización del ritmo de construcción de centrales nucleares, y considerando además el limitado potencial de innovación, así como el plazo de dos décadas para la planificación y construcción, la energía nuclear no es una herramienta viable para mitigar el calentamiento global. Desde 1976, el número de inicios de construcción de centrales nucleares está disminuyendo. Actualmente, sólo se están construyendo 52 centrales nucleares. Muy pocos países están llevando a cabo sus respectivos planes. Los productores tradicionales de energía nuclear, como Westinghouse (EE.UU.) y Framatome (Francia), se encuentran en una situación financiera difícil y no pueden lanzar un número significativo de nuevos proyectos de construcción en la próxima década. Cabe dudar de que Rusia o China tengan capacidad para satisfacer una hipotética demanda creciente de energía nuclear, pero, en cualquier caso, depender de ellos no sería ni seguro ni geopolíticamente deseable.

La energía nuclear en la transformación socio-ecológica: El reto último de la gran transformación, es decir, poner en marcha las reformas socio-ecológicas que llevarán a un sistema energético viable y neutral desde el punto de vista climático que cuente con un amplio apoyo, radica en superar el arrastre (“lock-in”) del viejo sistema dominado por los intereses de los combustibles fósiles. Pero, no nos equivoquemos, la energía nuclear no sirve para apoyar este proceso. De hecho, lo bloquea. La enorme inversión en I+D necesaria para una tecnología sin salida excluye el desarrollo de tecnologías sostenibles, como las de las energías renovables, el almacenamiento de energía y la eficiencia.

Los productores de energía nuclear, dado el entorno competitivo en el que operan, están incentivados para evitar -o minimizar- las inversiones en renovables. Por razones técnicas y económicas obvias, el hidrógeno nuclear -el a menudo proclamado deus ex machina- no puede mejorar la viabilidad de las centrales nucleares. Japón es un ejemplo A de resistencia a la transformación. En Alemania, el fin de la era atómica avanza, y las últimas seis centrales nucleares se han ido desconectando una a una, pero aún son necesarios más pasos, sobre todo la búsqueda de un almacén seguro para los residuos radiactivos.

A modo de conclusión: El presente análisis revisa toda una serie de argumentos basados en la literatura científica más reciente y autorizada. Confirma la evaluación del documento Suministro energético respetuoso con el clima para Alemania - 16 puntos de orientación, publicado el 22 de abril de 2021 por Scientists for Future en el sentido de que la energía nuclear no puede, en el poco tiempo que queda antes del avance de la crisis climática, contribuir de forma significativa a un sistema energético neutro desde el punto de vista de las emisiones. La energía nuclear es demasiado peligrosa, demasiado cara y con un despliegue demasiado lento como para desempeñar un papel significativo en la mitigación de la crisis climática. Además, la energía nuclear es un obstáculo para lograr la transformación socioecológica, sin la cual los objetivos climáticos ambiciosos son difíciles de alcanzar.


Traducción de Raúl Sánchez Saura.

Ben Wealer, Scientists for Future.


Fuente:

Ben Wealer, La nuclear no ayuda en la lucha contra el cambio climático, 21 noviembre 2022, El Salto Diario.

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