miércoles, 19 de febrero de 2020

Las algas del San Roque no se van: como cada fin de verano, saltan a la vista

Las cianobacterias vuelven a hacerse notar en el embalse, con particular impacto en las costas sobre la turística Villa Carlos Paz. Prueban al menos para mitigar su presencia con plantas acuáticas y bombas aireadoras.

por Fernando Agüero

Las algas nunca se fueron del dique San Roque y son su principal problema desde hace varias décadas. Un enemigo que a veces se hace notar más y otras menos, pero que está.

Las algas verdeazuladas (los especialistas las llaman cianobacterias), volvieron a aparecer en los últimos días con intensidad en varios sectores del embalse, provocando una imagen que pega a la vista. Nada extraño ya para cada fin de verano.

Un verde intenso cubrió buena parte de la desembocadura del río San Antonio y se ve desde el nuevo Puente del Centenario, justo en el centro de Villa Carlos Paz, la principal ciudad ubicada sobre el embalse.

Desde el municipio, en coordinación con Ambiente de la Provincia, hace semanas trabajan en la difícil tarea de oxigenar el agua en algunos puntos críticos. Las algas consumen nitrógeno y fósforo y le quitan el oxígeno al embalse. Este verano se colocaron dos bombas que extraen el agua, la oxigenan y luego la vuelven a verter en el lecho del lago. Es un aporte menor, pero que suma, según se admite. Y sólo se aplica en la zona urbana de Villa Carlos Paz, donde el lago puesto en verde no es la mejor postal para los muchos turistas presentes en plena temporada.

Nitrógeno y fósforo, los elementos que alimentan las algas y facilitan su proliferación, pueden tener varios orígenes pero el principal –según coinciden todas las investigaciones– es el impacto de los líquidos cloacales sin tratamiento que aporta la propia ciudad de Carlos Paz y gran parte de la cuenca hídrica regional.

Otra manera de mitigar el avance de las algas que se ensaya desde hace un par de años -aunque no ligado a sus causas- es un criterio de “biorremediación”, mediante la siembra de una planta acuática, denominada “azolla”, que también suma verde al agua pero no compromete su calidad ni contamina.

Mónica Martínez, directora de Ambiente del municipio, apuntó que esas plantas “compiten” con las cianobacterias por los mismos nutrientes y les reduce las chances de expandirse. Lo que no sucedió este año, al menos hasta el momento, es lo que se denomina el “bloom” de algas, que se produce cuando en gran cantidad mueren, se tornan de color violáceo y despiden un olor nauseabundo.

En 2017 se dio un fenómeno de ese tipo, de complicado abordaje.

Planteos

El biólogo Eduardo Benavídez fue funcionario municipal hasta el año pasado en el área ambiental. Según sostiene, los procesos de eutrofización (deterioro ambiental) se da en todos los embalses pero se acentúa con la contaminación por materia orgánica donde no hay servicios de cloacas.

Las algas se multiplican en época estival y, en nuestro caso, son cianobacterias que generan de toxinas que son peligrosas para la salud y para el uso recreativo de las aguas”, señaló.

De hecho, hace unos años se colocaron carteles en algunas costas que indican la recomendación de no bañarse en el lago si se observa presencia de algas. Mucho menos, beber su agua.

Emilio Iosa, también exfuncionario de un área creada en la anterior gestión municipal para el saneamiento del lago, cuestionó que las políticas en ese rubro son “meramente discursivas” y no se avanza en acciones efectivas.

Fuente:
Fernando Agüero, Las algas del San Roque no se van: como cada fin de verano, saltan a la vista, 19 febrero 2020, La Voz del Interior. Consultado 19 febrero 2020.

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