miércoles, 19 de febrero de 2020

El paraíso natural que esconde la muerte a causa de la construcción de represas

por Hannah Beech y Adam Dean

El agua es tan clara en el río Mekong en el noreste de Tailandia que la luz del sol la atraviesa hasta llegar al lecho, transformando el cauce en un acuario reluciente y vacío. Es hermoso, pero significa la muerte.

En esta época del año en Tailandia, este tramo del río más productivo del mundo debe ser marrón y estar lleno de sedimento. En cambio, una sequía prolongada y una enorme represa nueva al otro lado de la frontera en Laos, la primera que se ha establecido en el bajo Mekong, se han robado los nutrientes necesarios para conservar la vida.

En otro recodo, el río Mekong casi desaparece por completo, pues se convierte en un chorro de agua estancada rodeado por un paisaje lunar de lomas secas y raíces disecadas. Esta es la temporada en que los peces normalmente desovan aquí, pero no hay agua.

Nuestras redes están casi vacías”, dijo Buorot Chaokhao, que ha pescado durante casi cinco décadas en las aguas del Mekong en Nong Khai, Tailandia, justo al otro lado de la frontera fluvial de Laos. “Quizá nuestro estilo de vida en el río se acabó”.

El bajo Mekong, que se abre paso a lo largo de cinco países, era uno de los pocos ríos libres que quedaban en el mundo. Sin embargo, un auge en el sector de la energía hidroeléctrica, combinado con los patrones del clima extremo adjudicados al cambio climático, está transformando de manera radical el cauce.

En octubre, las turbinas de la primera represa del bajo Mekong, la Xayaburi, comenzaron a funcionar río arriba desde Nong Khai en Laos tras una serie de activaciones de prueba el verano pasado. El efecto de la represa financiada por el gobierno tailandés fue casi inmediato, dijeron los residentes.

El Mekong tenía aguas claras y consumidas, y adoptaba un azul luminiscente e inquietante en días soleados. Las algas brotaban, bloqueando las redes. Ahora una sequía de un mes ha reducido aún más el nivel del agua, por lo que partes del río ya no son un cauce, sino un desierto de plantas muertas y crustáceos deshidratados.

Con cerca de diez represas adicionales planeadas para los tramos bajos de la corriente principal del Mekong y cientos más de sus afluentes, un medio de sustento para 60 millones de personas se está asfixiando. Decenas de millones más se verán afectadas conforme las granjas y pesquerías sufran el impacto, aunque los ricos y poderosos de la región obtengan ganancias con el negocio de la energía hidroeléctrica.

Nuestra pregunta es: ¿Acaso este es el punto de quiebre del Mekong?”, dijo Brian Eyler, director del programa del sureste de Asia del Centro Stimson y autor de “Last Days of the Mighty Mekong”. “El ecosistema del Mekong es adaptable y resistente, pero lo preocupante es que la fuente masiva de recursos del río no pueda mantenerse frente a la construcción de todas esas represas y el clima extremo”.

El Mekong se ha agotado a tal grado que el gobierno tailandés, que siempre se ha mostrado displicente respecto de la protección medioambiental, anunció el 5 de febrero que había rechazado las ambiciones que desde hace mucho había tenido China de demoler rocas en el río para permitir el paso de botes más grandes y aumentar el comercio. Los grupos ambientales advirtieron que manipular más el río podría ser catastrófico.

Desde que China, donde el derretimiento glacial alimenta las cabeceras de cuenca del Mekong, comenzó a construir represas en el río a principios de este siglo, se han avistado menos peces. Para una población río abajo que alguna vez tuvo acceso a una de las pesquerías continentales más abundantes del mundo que satisfacía gran parte de su ingesta de proteína, este cambio ha sido devastador.

Amkha Janlong, de 69 años, recuerda que, no hace mucho, iba a un muelle en Nong Khai y veía que los hombres arrastraban redes de peces más altos y más pesados que ellos. El más grande de todos, el bagre gigante del Mekong, pesa más que un tigre y solía alimentar a aldeas completas.

Pero eso ya es parte del pasado.

En algunos lugares, los pescadores están recurriendo a la pesca con dinamita para conseguir capturas cada vez más escasas.

Los peces se están volviendo más y más pequeños”, comentó Amkha. Cuando era joven eran así de grandes, dijo abriendo sus brazos a todo lo ancho. Ahora eran pequeños, del tamaño de su dedo meñique.

Los pescadores de Nong Khai solían dedicarse a la agricultura para complementar sus ingresos, pero las fluctuaciones del Mekong también han afectado este sector. Conforme baja el nivel del agua de la ribera, Buorot se ha visto obligado a usar bombas para regar sus campos a la orilla del río.

Después, en diciembre, una descarga repentina de la represa Xayaburi ahogó sus lechugas, dijo. “Hay muy poca agua o demasiada agua”, dijo, sacudiendo la cabeza. “No sabemos qué está ocurriendo”.

Casi cuatro meses después de que comenzaron a funcionar las turbinas de la represa, la gente que vive río abajo no sabe nada sobre sus operaciones, aunque la apertura y el cierre de sus puertas afecta a millones de personas. El gobierno laosiano ha dicho que publicar el calendario de la presa no es su deber y ha insinuado que la Comisión del río Mekong quizá es la más apta para proporcionar esa información.

No obstante, la comisión -cuyos miembros son los gobiernos de Laos, Tailandia, Vietnam y Camboya- solo puede divulgar noticias si alguien le proporciona esa información. A un grupo de defensa de derechos en Nong Khai le dijeron que el departamento de irrigación tailandés es el organismo responsable de notificar a los aldeanos sobre el flujo de la represa, pero los funcionarios de gobierno lo negaron.

La autoridad tailandesa en materia de electricidad, que está comprando la energía de Xayaburi, y el operador de la represa, que cuenta con el respaldo de la inversión tailandesa, se han señalado el uno al otro. Ninguna entidad respondió preguntas sobre las operaciones de la represa.

El Mekong se ha secado y hasta el día de hoy no se ha proporcionado información alguna”, dijo Chainarong Setthachua, conferencista de la Universidad de Maha Sarakham en el noreste de Tailandia, quien ha estado estudiando el río Mekong durante 25 años.

Eyler, el autor, dijo que el silencio quizá es intencional. “Es probable que esa falta de comunicación se haya procurado a propósito”, comentó.

Puesto que han disminuido los nutrientes del Mekong y sus flujos de agua son impredecibles, los granjeros han aumentado su uso de fertilizantes químicos y pesticidas, que son costosos y nocivos cuando se usan en exceso, señalaron grupos agrícolas.

Buorot dijo que solía reservar los químicos para el tabaco que vende, pero ahora debe usarlos incluso para los vegetales que come su familia.

Me preocupa nuestra salud, pero es la única manera en que se puede cultivar”, comentó.

El año pasado, una compañía minera tailandesa se acercó a funcionarios en Ban Nam Phrai, la aldea de Buorot, para pedir permiso de cavar en el lecho del río. La arena del Mekong, que se usa para reclamar tierras y como ingrediente para la elaboración de concreto y asfalto, ha ayudado a construir metrópolis asiáticas desde Singapur hasta la Ciudad Ho Chi Minh, lo cual ha erosionado aún más el ecosistema del río.

Los aldeanos de Ban Nam Phrai se negaron, al menos por ahora, pero la arena es el único producto abundante que le queda al río.

La electricidad que produce Xayaburi no se necesita en esa zona. La red eléctrica de Tailandia ya cuenta con mucha alimentación, pues tiene un excedente del 30 por ciento en ciertas épocas del año, de acuerdo con investigadores tailandeses. Sin embargo, las represas, ya sean construidas por compañías tailandesas, vietnamitas o, sobre todo, empresas chinas, en su mayor parte benefician a las élites y a los residentes urbanos. Los pescadores y los agricultores son quienes sufren.

Debido a los efectos agravados de las represas, el cambio climático y la extracción de arena, 300.000 personas se han ido al año de la región delta del río Mekong en el suroeste de Vietnam a lo largo de los últimos años, comentó Eyler, debido a que ya no pueden contar con el río como medio de sustento. Partes del delta, donde vive el veinte por ciento de la población vietnamita, están colapsando hacia el mar.

Un bote maniobra a través de una sección poco profunda del río Mekong donde hay partes que se ven verdes y azules por las algas, en vez del color marrón turbio habitual en esta época del año, cerca de Sangkhom, Tailandia, el 24 de enero de 2020.

Copyright: 2019 New York Times News Service

Fuente:
Hannah Beech, Adam Dean, El paraíso natural que esconde la muerte a causa de la construcción de represas, 17 febrero 2020, Infobae. Consultado 19 febrero 2020.

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