El
avance del hombre sobre tierras que antes eran territorio exclusivo
de los animales salvajes no da tregua y pone en peligro especies de
vital importancia para el medio ambiente. Eso fue lo que ocurrió con
Estanislao, un puma cachorro que en mayo de 2017 sufrió un accidente
con secuelas irreversibles.
Por
falta de hábitat natural, dos cachorros de puma buscaron refugio en
los sembrados de un campo en la zona de General Cabrera, en la
provincia de Córdoba. Esa mañana, una cosechadora pasó por encima
de los animales hasta que el hombre que la conducía advirtió el
problema y detuvo la marcha de la máquina. Julio Leurino (44),
ingeniero encargado de ese campo, y su mujer María Florencia Bertola
(39), fueron testigo de lo sucedido y, preocupados, hicieron guardia
un par de días, hasta que constataron que la madre se llevó a uno
de los dos cachorros. Pero no volvió por el otro.
"Tenía
las dos patitas traseras como trituradas, a una de sus manitas le
faltaba un pedazo, y se le veía un tajo grande debajo de su
mandíbula; su estado era terrible. Mientras, las aves rapaces
revoloteaban y amenazaban al cachorro lastimado. Ahí empezó un
proceso nuevo para nosotros", contó Bertola al diario La Voz.
En ese momento comenzaron los primeros auxilios y la familia cuidó
al pequeño puma.
Estanislao,
como lo bautizaron, era un bebé. "No tenía dientes, no
caminaba, lloraba todo el día". Estaba en brazos todo el día,
se alimentaba con un gotero y dormía en la habitación del
matrimonio, en una caja con bolsa de agua caliente, aunque después
comenzó a hacerlo en la cama grande. Desde el primer momento, la
familia tuvo en claro que la permanencia allí era temporaria. Lo
curarían y devolverían al mejor lugar adonde pudiera estar. Y
efectivamente, llevó mucho tiempo que se parara y caminara.
Decidieron mantenerlo en secreto, para evitar que la gente se
interesara en visitarlo como si fuera una mascota. "Estamos
acostumbrados a verlos en el campo, es fantástico verlos sueltos.
Pero sabíamos que Estanislao no iba a poder tener esa vida",
apuntó Florencia. Entonces organizaron su traslado a Pumakawa, una
reserva natural y lugar de recuperación de fauna silvestre en Villa
Rumipal, Córdoba.
Volver
a empezar
Estanislao
llegó de emergencia a Pumakawa con un cuadro que la familia creyó
era epilepsia. Sin embargo, cuando Kai Pacha, la responsable de la
reserva y experta en pumas lo vio, advirtió que eran cólicos. Tenía
movimientos descordinados, caminaba hacia atrás sin detenerse aunque
hubiera una pared u otro obstáculo. Entonces sospecharon de un
problema neurológico.
Luego
de estabilizarlo y pasar con éxito los primeros días, hicieron los
controles y con el diagnóstico oftalmológico supieron que el
sistema nervioso central del pumita estaba dañado por el accidente
con la cosechadora. Estanislao estaba ciego por completo y su cuadro
era irreversible.
"Un
puma ciego no sobrevive en libertad", asegura Kai Pacha. "No
conocíamos antecedentes para aprender cómo ayudarlo. Lo primero que
hicimos fue cambiar su dieta y recuperarlo de sus cuadros de cólicos,
a lo que respondió muy bien. Pero eso no era todo. Aunque Estanislao
ya tenía dos meses cuando llegó a la reserva, no lograba regular su
temperatura por cuenta propia. Debíamos procurarle el calor y esto
creó una relación maternal y física muy estrecha con las dos
personas que lo atendíamos y pasábamos con él día y noche para
observar su comportamiento".
La
relación que las cuidadoras mantenían con el cachorro permitió
entender sus necesidades, establecer una rutina de horarios y lugares
para sus requerimientos. Y lograron algo fundamental: que fuera
ganando confianza. Primero no exploraba. Luego, poco a poco, repetía
recorridos que hacía siguiendo los sonidos de los pasos humanos.
Desarrolló el olfato, el tacto de manera sorprendente, tanto que si
llueve o hay viento él se desorienta hasta asustarse mucho, perder
su camino y requerir asistencia.
"En
este caso, lejos de promover el mascotismo, nosotros somos pares de
los animales en Pumakawa. De hecho, vivimos en la reserva y estamos
apasionadamente dedicados a su cuidado. Nosotros rescatamos otros
animales también, nos llamamos manada y Estanislao es parte de ella.
Requiere cuidados, acicalamiento, contacto. Es un mamífero y sin
aproximación física de su lazarillo, que me toca por gracia y
regalo inmenso de la vida, se muere como una planta sin agua",
dice emocionada Kai.
Olfato,
tacto y oído
Estanislao
vive alejado de las áreas donde transitan humanos: esta exposición
lo estresa mucho. Vive en un gran recinto junto a la casa de Kai
dentro de la reserva. Allí, los chimangos terminan de comer los
restos de su plato mientras el puma, ajeno a ese "robo" se
acicala satisfecho. Los cuises pasan debajo de sus patas y él sigue
su camino; los sapos lo sorprenden y ponen en alerta...como cada
ruido inesperado. También ingresan a su predio los pavos reales, con
los que tiene una larga historia desde que llegó ya que lo atacaban,
porque claro, los demás animales ven a un depredador y no saben que
ese depredador es completamente ciego. Hoy, con tamaño de un felino
adulto, Estanislao corre a los pavos reales que en esta época de
nidada están muy a la defensiva y hay pelea unos minutos por día,
aunque ninguno sale lastimado.
Kai
Pacha es optimista. Asegura que Estanislao, el puma ciego, llegó a
la reserva para que los humanos "veamos" el monte y la
realidad de la fauna, en su gran lucha de adaptación para
sobrevivir. "Nuestra mirada se agudizó conociéndolo tanto, que
por él aprendimos más de su especie. Es como un alma vieja, que
eligió las mayores limitaciones: ceguera en un depredador para
enseñarnos a diario, a vivir el presente, cuando lo vemos al sol
(sus orejas atentas y en movimiento son más elocuentes que cualquier
palabra), a enfrentar las adversidades y verlas, a animarnos a ir más
allá en el amor que en este caso al filo de que alguno mal
interprete la relación que compartimos con mascotismo podamos correr
la cortina y saber que hay un mundo de conexión por explorar de mil
maneras y con todos los seres". (Se puede colaborar con la tarea
de la reserva a través de este link).
Fuentes:
Jimena Barrionuevo, En Córdoba. El puma ciego que dejó una lección de vida, 27 noviembre 2019, La Nación.
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