El director estrenará "El rocío". Aunque hay documentales sobre la fumigación en zonas rurales, este es el primer film que lo aborda desde la ficción.
por
Oscar Ranzani
El
empleo de agrotóxicos en las fumigaciones sobre lugares rurales,
donde viven personas, es un verdadero drama que lejos está de
resolverse. El gravísimo tema fue abordado en diversos documentales,
con Viaje a los pueblos fumigados, de Fernando “Pino” Solanas
como el más contundente. Pero esta problemática nunca había sido
contada por una ficción. Hasta ahora, porque el cineasta Emiliano
Grieco construyó una historia en su nueva película que no
casualmente se titula El rocío.
El
film -que se estrena mañana jueves- cuenta la historia de Sara, una
mujer que vive con su beba en un barrio humilde de Entre Ríos. La
pequeña comienza a enfermarse y de repente no puede respirar. Un
médico le cuenta a la madre que estos ataques son provocados por las
fumigaciones en los campos cercanos a su casa. Ella pelea por
detenerlos, pero es inútil. La salud de su hija se agrava y deben
viajar de urgencia a Buenos Aires. Sin recursos para hacer el viaje,
Sara recurre a viejos contactos y empieza a traficar cocaína del
campo a la ciudad. Es así como quedará atrapada en una red. Pero
Sara sabe que tiene que arriesgarlo todo si quiere salvar a su hija.
“Vengo
trabajando muchos documentales y empecé estudiando cine documental.
Comencé a investigar sobre la situación de lo que estaba pasando en
Entre Ríos y me comentaron que había un caso en San Jorge, Santa
Fe, de una mujer que tenía un campo al lado de su casa, al que
fumigaban, y una de sus hijas se enfermó”, cuenta Grieco.
“Investigando, vi que había muchos casos parecidos. Había uno en
Concordia de una chica con una naranja. Eran distintos casos, no sólo
de soja. De ahí, empezó a salir la investigación de la película,
las entrevistas y después empecé a escribir una ficción”,
agrega.
-
¿Por qué decidiste hacer una ficción en vez de un documental sobre
este tema de gran actualidad?
-
Me pareció que podía ser más fuerte entrarle desde la ficción al
tema. Había muchos documentales sobre esto y me nacía más hacer
una ficción. Pensé que podía ser más fuerte. Necesitaba escribir
una historia porque también estaba uniendo cosas que pasaban en la
provincia como, por ejemplo, el narcotráfico. Para mí son todas
cosas que están relacionadas.
-
¿Tu película funciona como una ficción de denuncia?
-
Por una parte sí, pero también voy a un lado más humano, porque es
una mujer con su hija y ella busca resolver todo desde su lugar. Pero
hay una denuncia ecológica, si se quiere, porque es algo que está
sucediendo en el ecosistema y en las personas, en general.
-
¿La idea fue no sólo mostrar las consecuencias dañinas de los
agrotóxicos a la salud humana sino también las amenazas que reciben
los denunciantes?
-
Sí. Hay una red en todo eso y un manto de silencio. En las
provincias, sobre todo en los pueblos más chicos, lo que pasa es que
cuando se corre la voz entre la gente que está a favor de este tipo
de prácticas o algunos vecinos que están en otra cosa, se empieza a
señalar a quien denuncia. “Esta es la loca que está denunciando
este caso”, suelen decir o responden al “No te metás”. Son
todas cosas que empiezan a ir por ese lado hasta que después los mal
llamados “locos y locas” les demuestran al barrio: “Esto está
pasando y nos está jodiendo a todos”. En Entre Ríos hay
ingenieros agrónomos y hay mucho dinero dando vuelta. Las
intendencias, los gobernantes están metidos. Los primeros que
empiezan a hablar son los primeros en ser atacados. Ahora se habla
mucho más del tema, está todo más establecido, pero no hay ningún
tipo de cambio y todo está casi igual. Por lo menos, lo que uno ve.
-
¿Por qué elegiste a Entre Ríos como ámbito de la acción?
-
Soy de Entre Ríos, nací ahí y pasé toda mi infancia en campos.
Entonces, las historias me llevan un poco a Entre Ríos. Y lo que más
me interesa es el recorrido del campo a la ciudad. Me interesa mucho
ese tema porque me tocó desarraigarme, pero ¿qué pasa en los
barrios? ¿Por qué hay tan genta en Buenos Aires? ¿Qué pasa que la
gente se tiene que ir de su lugar de origen y ocupar un lugar acá
que por ahí no es propio, o terminar en un barrio súper alejado de
su trabajo? Es cómo se va formando Buenos Aires, según mi visión.
Trabajé en el Hogar Barrio Evita cuando llegué a Buenos Aires y
allí iban indigentes. Yo tenía que atender, nos quedábamos mucho a
la noche y atendía a la gente que venía con diferentes
problemáticas de salud. Era gente muy indigente de Concordia, por
ejemplo. Todo eso me quedó muy marcado porque todos los años pensé
cómo podía volcarlo y ahora está en la película.
-
¿Trataste de evitar los golpes bajos en cuanto a las imágenes de la
enfermedad de la niña?
-
Sí, fue una propuesta de no caer en eso. El tema es bastante fuerte
de por sí. Mostrar una nena que no puede respirar, como sucede al
inicio de la película, ya estaba bien ahí. Y me pareció que ése
era el mejor momento para hacer hincapié en eso y después seguir
con otra cosa.
-
¿Hacer esta película te permitió tomar mayor dimensión de esta
problemática?
-
Sí. Y despertó interés en las personas que la vieron antes del
estreno. Preguntaban. Voy tomando dimensión de otros casos que
pasaron. Está todo muy relacionado con los desmontes y los pueblos
originarios que son desplazados. Sigue siendo así. Me sigue llamando
la atención y sigo investigando el tema. La soja y los agroquímicos
son una parte de un gran todo, que tiene que ver con la
agroindustria, con las semillas manipuladas genéticamente. Es para
el lado que está agarrando todo esto, que también es temeroso.
-
¿Cómo notás el tratamiento del tema en los medios?
-
Noto que hay poco. No tiene la suficiente importancia, aunque ahora
habló Tinelli y están hablando personas que son como mainstream,
entonces la gente para un poco más la oreja. Pero es una
problemática que se tiene que tocar mucho más fuerte. Este gobierno
volvió a subir el nivel de tóxico en las fumigaciones que se había
bajado. Sigue estando en el mismo nivel que antes del cambio. Tiene
que haber algo mucho más fuerte y tienen que haber más penas para
la gente que hace esto para que se termine.
-
¿Crees que el medio ambiente no tiene la misma importancia que otros
temas en la agenda política?
-
No la tiene porque muchas veces por ahí desde las reservas que
tenemos como la minería y, en este caso, la soja, es una gran
entrada de dinero y eso gana en la balanza.
-
¿La gente urbana es sensible o indiferente a esta problemática que
sucede en zonas rurales?
-
Creo que empieza a ser más sensible por conocimiento y por la
alimentación. Según qué tipo de alimentación quieran las
personas, van a tener conciencia de esto. Por ahí, pasa que en una
familia grande no hay dinero y no pueden comprar en un lado u otro,
pero hay gente que es más autosuficiente y puede comprar en algún
lugar que conozca que no venden alimentos contaminados. Y empiezan a
tener un poco más de conciencia.
Fuente:
Oscar Ranzani, Emiliano Grieco: "Aún falta conciencia sobre los agrotóxicos", 23 octubre 2019, Página/12. Consultado 24 octubre 2019.
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