viernes, 9 de agosto de 2019

La exportación ganadera: el silencioso asesino de los yaguaretés del Gran Chaco

El famoso bife argentino llega a la mesa de los consumidores del mundo. Pero está ahí a costa de la destrucción de los bosques del Gran Chaco y de la extinción de su rey: el yaguareté.

Los bosques son esenciales: concentran más de la mitad de la biodiversidad terrestre del planeta, juegan un papel fundamental en la regulación climática, el mantenimiento de caudales de agua y la conservación de los suelos.

Pero a la degradación del bosque que produce la tala indiscriminada se le suma un fenómeno aún peor: el desmonte de bosques con topadoras para ampliar la frontera agropecuaria en el Gran Chaco.

Y sabemos, gracias a informes de científicos y especialistas que en la región chaqueña quedan aproximadamente 20 yaguaretés. Es MUY poco. Por ello, es una prioridad mundial conservarlos.

De la Pampa a la región chaqueña

Desde principios del siglo XX en la región chaqueña (Salta y Santiago del Estero, Chaco y Formosa) se desarrollaba la ganadería de “bajo monte”. Familias campesinas e indígenas que vivían en los bosques del norte de Argentina basaban su sustento en la producción vacuna y también caprina. Pero a mediados de la década de 1990, se produce un fuerte incremento en la superficie cultivada para soja transgénica y también gana terreno la ganadería intensiva.

Históricamente la ganadería se producía en los suelos de la región pampeana (Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe). Pero como el precio de la tierra es más bajo en el norte del país la ganadería encuentra una oportunidad y se empieza a “correr” hacia provincias del norte con bosques nativos (para tener una idea el precio de una hectárea con bosque en el norte oscila entre los 300 y 500 dólares, mientras que en la zona pampeana su valor ronda entre los 10 mil y 15 mil dólares).

Es decir, en vez de adaptarse a las limitaciones de ese ecosistema, la ganadería intensiva destruye los bosques para convertirlos en pasturas donde se pueda alimentar al ganado y así poder seguir produciendo de manera más barata. Se instalan las vacas en los suelos rasos y se plantan pasturas para el engorde. La carne (el “producto final”) será exportado y terminará en la góndola de un supermercado.

Así comienza un modelo competitivo de ganadería claramente no integrado al bosque chaqueño ni realizado a baja escala. Todo lo contrario. Se incorporan pasturas megatérmicas de alta productividad y resistentes a la sequía.

Y la región comienza a sufrir la deforestación (de amplias extensiones), principalmente en las provincias de Salta, Santiago del Estero, Chaco y Formosa.

Carne de calidad para exportar

El avance de la frontera agropecuaria en la región chaqueña, tiene como principal destino la exportación y no el consumo local.

De hecho, en 2015, una de las primeras medidas del nuevo gobierno argentino de Mauricio Macri fue eliminar los impuestos a la exportación de carne vacuna (pagaban 15 % del precio de venta). Esta decisión, sumada a una importante devaluación de la moneda argentina, provocó que las exportaciones aumenten considerablemente. Y se espera que en los próximos años sigan creciendo. Entre 2017 y 2018 las exportaciones de carne vacuna argentina se incrementaron en un 77 %.

Los principales destinos fueron China (56 %), Rusia (11,5 %), Chile (9,2 %), Alemania 6,8 %, Israel (5,3 %), Holanda (3,6 %), Brasil (2,2 %) e Italia (1,7 %).

¿Las razones? La obtención de las ganancias por la Cuota Hilton: un contingente arancelario para la importación de carne vacuna deshuesada de alta calidad que la Unión Europea otorga a los países exportadores. Casi el 50 % se concede a la Argentina. Y la carne de alta calidad exige que las vacas hayan sido alimentadas en pasturas.

El fenómeno de la exportación no parece detenerse. De implementarse el acuerdo MERCOSUR - Unión Europea, crecerá la demanda de carne vacuna argentina, será más rentable el negocio exportador de los grandes frigoríficos y aumentará la presión sobre los bosques. Y los ambiciosos planes de aumento del stock bovino de las provincias del norte de Argentina (10 millones más de vacas) ponen en riesgo a 10 millones de hectáreas de bosques chaqueños.

La degradación, deforestación y fragmentación de esos bosques dejará prácticamente sin posibilidades de supervivencia a los últimos 20 yaguaretés que quedan en la región chaqueña.

Después de una investigación de más de un año revelamos a algunos de los responsables detrás de este brutal negocio que está llevando a la desaparición de los bosques chaqueños: grandes frigoríficos de Argentina (Carnes Pampeanas de CRESUD y Bermejo) que exportan carne vacuna a grandes supermercados y mayoristas de Europa e Israel (Albert Heijn, METRO, Lidl, Shufersal, Zandbergen,Global Fleisch, Intervlees).

Así la ganadería elimina los bosques

La Secretaría de Ambiente considera como pérdida de bosque nativo a “aquellas áreas en donde se producen técnicas de desarbustado o desbajerado en un grado de intensidad elevado tal que permite su detección a partir de imágenes satelitales de mediana resolución espacial”, y establece que dichas técnicas se pueden considerar desmontes diferidos en el tiempo porque hacen que los bosques pierdan su calidad y funcionamiento como ecosistema, y se pierden, los servicios ambientales que brindan.

En la región del Parque Chaqueño, la mayoría de los sistemas generalmente asociados a la ganadería intensiva, resultan ser desmontes en etapas.

El sistema silvopastoril, primero realiza el “rolado” del campo, un tratamiento mecánico que reduce los arbustos, mejora de las condiciones para el crecimiento de las pasturas (generalmente exóticas), más visible y accesible para el ganado. Cuando el rolado es muy intenso y aplicado con maquinarias grandes, pesadas y poco maniobrables (y seguido por fuegos para reducir el volumen de restos leñosos) el impacto en el ecosistema es muy grande, por lo que no puede considerarse como una “práctica sustentable”.

Luego de la aplicación del rolo intensivo o la topadora son muy pocos los árboles que quedan en pie. El “desmonte selectivo”, “desarbustado” o “desbajerado”, impide la recuperación de los bosques. Y desde el 2015 el gobierno argentino está promoviendo para la región chaqueña el Manejo de Bosques con Ganadería Integrada (MBGI), un modelo similar al silvopastoril.

¿Cuales son las consecuencias?

La Secretaría de Ambiente de Argentina estima que entre 1990 y 2014 se perdieron en el país 7.226.000 hectáreas de bosques (una superficie similar a la de Holanda y Bélgica).

Y datos oficiales señalan que, durante 2014, en el Chaco argentino la deforestación producida por ganadería fue de más de 100.000 hectáreas, más del doble que la provocada por agricultura. La comparación de imágenes satelitales sobre uso de suelo de MapBiomas revela que esta tendencia se mantuvo durante los últimos cuatro años.

Este modelo de ganadería intensiva en zonas boscosas fue responsable del 40 % de la deforestación que se produjo durante 2016 en las provincias de Chaco y Santiago del Estero. Mientras que para 2017 representaron casi un 65 % del total de las áreas que fueron identificadas como pérdida de bosque nativo en la provincia de Santiago del Estero que posiblemente serían destinadas a uso silvopastoril.

Si la ganadería intensiva para exportación en la región sigue creciendo a este ritmo dejará casi sin posibilidades de supervivencia a los últimos 20 yaguaretés que quedan en el Gran Chaco.

Por eso Greenpeace reclama a estas empresas que adopten una Política de Deforestación Cero y que, en caso de ya tenerla, la implementen seriamente. Esto implica asegurar que tanto su sistema de producción como sus proveedores no provoquen deforestación y respeten los derechos de los pueblos originarios.


Fuente:
La exportación ganadera: el silencioso asesino de los yaguaretés del Gran Chaco, 7 agosto 2019, Greenpeace Argentina. Consultado 9 agosto 2019.

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