Infobae
recorrió Pripyat, la ciudad abandonada más cercana a la central
nuclear, junto a Vasili Kurchebko.
por
Ricardo Marquina Montañana
Vasili
Kurchebko era en 1986 el orgulloso jefe de policía de una ciudad
modelo, Pripyat, orgullo de Unión Soviética.
De
grandes avenidas ajardinadas, edificios modernos, instalaciones
deportivas, un campo de fútbol, hospitales equipados con la última
tecnología…y una criminalidad inapreciable. Pripyat había nacido
en 1970, para albergar a los casi 50.000 habitantes que darían vida
a la central nuclear de Chernobyl.
"Era
una ciudad tranquila, en todo ese tiempo hubo dos asesinatos. Lo más
común eran casos administrativos, borracheras o peleas familiares",
dice Vasili, mientras recorremos los restos de lo que fue su
comisaría, ahora habitaciones vacías llenas de escombros.
Hemos
regresado a Pripyat 30 años después de que aquél 26 de abril de
1986 el reactor Nº 4 de la central nuclear de Chernobyl volase por
los aires, causando la mayor catástrofe nuclear en tiempos de paz de
la historia.
Aquella
noche, Vasili llegó a casa a la una de la madrugada de un sábado
caluroso de abril, comprobó que sus dos hijas dormían plácidamente
y abrió las ventanas de su apartamento.
"Era
un abril especialmente caluroso, íbamos todos ya en camiseta y
pantalones cortos. Abrí las ventanas, desde mi apartamento se veían
las chimeneas de la central. Puse a calentar un té, miré
mecánicamente el reloj, era la una y veinte de la madrugada del
sábado, y en ese momento sonó una fuerte explosión, pensé que un
avión había roto la barrera del sonido".
Aquella
explosión había sucedido a apenas 7 kilómetros, la distancia que
separa Pripyat de la central, y había liberado a la atmósfera 6
toneladas de productos altamente radiactivos, cesio, estroncio,
grafito, plutonio….prácticamente toda la tabla Mendeléyev había
escapado de la central en una ola asesina dispuesta a arruinar
cientos de miles de vidas.
Vasili
mira ahora desde las ventanas rotas de su apartamento en la Avenida
Stroiteley 5/11 hacia la central, donde hoy en día destaca la enorme
mole del nuevo sarcófago que cubrirá los restos del reactor Bº4,
recubierto a la carrera tras el accidente por miles de hombres
soviéticos que dejaron sus vidas o su salud en aquella hazaña
suicida.
Tras
la explosión Vasili habló con el jefe del KGB local y juntos fueron
a la central. "Íbamos en mi volga y al acercarnos a la central
entramos en una densa niebla, nunca había visto una niebla así.
Avanzamos muy despacio y de pronto llegamos frente al reactor.
Aquello era increíble, del reactor salía una luz, un brillo hacia
arriba….y por las paredes caía derretido el asfalto del tejado".
Comenzó
entonces una carrera desesperada para controlar la situación.
"Volvimos a la ciudad", continúa Vasili, " y pusimos
en alerta a todos los inspectores de policía. Llamamos a Kiev y a
Moscú, no podían creer lo que estaba pasando".
Cuando
el sol amaneció aquel 26 de abril, ya habían muerto 20 trabajadores
de la central y 6 bomberos, y el hospital central de Pripyat esta
repleto de bomberos y personal de la central con quemaduras, llagas y
sarpullidos nunca vistos. La radiación los había desahuciado.
"Aquella
tarde, ya a ultima hora, después de hablar con el líder de la URSS
Mijaíl Gorbachov, se tomó la decisión de evacuar la ciudad"
nos dice Vasili, mientras paseamos por las calles vacías de Pripyat.
Sólo se escuchan nuestros pasos en unas avenidas ganadas desde hace
años ya por la maleza.
"Todo
se preparó y al día siguiente, el domingo, la población salió en
una caravana de autobuses hacia las regiones vecinas. Se les dijo a
todos que era temporal, por tres días", recuerda Vasili, pero
lo cierto es que para entonces las autoridades ya sabían que esas
tierras iban a estar contaminadas por los próximos 500 años, y que
la población jamás regresaría a sus hogares.
"Sucedió
entonces que alguien en mi oficina me dice, Vasili, te llama una
chica…¡Era mi hija! Con aquella locura me había olvidado de mis
niñas!"
Aquel
día se evacuó no sólo a los habitantes de Pripyat, si no a todas
las aldeas cercanas, en un radio de 30 km, 116.000 personas, algo
nunca visto en la URSS desde la Segunda Guerra Mundial.
"Cuando
ves en la televisión películas sobre una evacuación", nos
dice Vasili, "eso no es así, es mucho más horrible…recuerdo
una madre con sus dos hijas pequeñas, salían de su bloque de
apartamentos, las llevaba de la mano, las niñas lloraban. 'Vamos,
vamos', les decía, 'volveremos en 3 días, deprisa al autobús….'".
(Versión
actualizada de la nota publicada originalmente el 24 de abril de
2016)
Fuente:
Ricardo Marquina Montañana, Regreso a Chernobyl con el ex jefe de policía: "Del reactor salía una luz y por las paredes caía derretido el asfalto del tejado", 26 junio 2019, Infobae.
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