Una
iniciativa ciudadana obliga al Gobierno bávaro a acometer un
revolución ambiental, acorralado por el empuje político del
ecologismo.
por Ana
Carbajosa
Al
borde de una carretera comarcal, entre el cemento de los coches y el
carril bici, brotan las primeras semillas. Este podría ser un pedazo
de tierra más de la campiña bávara, pero no lo es. Este sembrado
es parte de una red de autopistas para abejas y es el símbolo de la
velocidad con la que mudan los tiempos políticos, también en
Alemania. Es el fruto -literal- de la conciencia ambiental de los
ciudadanos, que en Baviera, con una exitosa iniciativa ciudadana para
salvar a las abejas ha obligado a una clase política que va a la
zaga, a actuar.
Todo
empezó aquí, en una diminuta habitación del barrio trasero de la
estación de tren de Múnich. Aquí, un micro partido sin
representación parlamentaria concibió la consulta popular más
exitosa desde 1967, que el pasado febrero logró recabar el apoyo de
1,7 millones de bávaros, es decir un 18,3% del censo electoral. La
iniciativa ha puesto contra las cuerdas a la gubernamental Unión
Social Cristiana (CSU), el partido bávaro, que perdió su histórica
mayoría absoluta ante el ascenso del partido verde el pasado otoño.
El éxito de la consulta del ÖDP fue tal, que el Gobierno muniqués
se ha comprometido a elaborar una ley atendiendo a las demandas
ecologistas y que está previsto que se apruebe este verano.
Esta
experiencia representa la prueba palpable de que las exigencias
ambientales han llegado para quedarse y de que permean
irremediablemente el lenguaje y los programas políticos de los
partidos más allá de siglas. De que, mientras los neopopulismos
niegan el cambio climático y los chalecos amarillos protestan entre
otras cosas, contra la subida del combustible, en Europa también hay
fuerzas que empujan en paralelo por una sociedad más limpia y
vivible para las generaciones presentes y futuras. Y que al menos en
Alemania, esas voces ecologistas se dejan oír con fuerza, también
en las urnas.
“Esto
no va de Baviera ni de las abejas, esto es un tema global. El cambio
climático y la biodiversidad son temas muy presentes. La gente está
harta de ver que no se mueve nada”, interpreta Thomas Prudlo, uno
de los impulsores de la campaña del ÖDP. Tras el éxito bávaro,
cinco Estados federados alemanes están tratando de poner una
consulta popular semejante. Es el reflejo de un estado de ánimo, que
según las encuestas ha convertido el medio ambiente en el tema que
más importa a los votantes alemanes; un 48% de los encuestados así
lo aseguran -28 puntos porcentuales más que en la anterior
elección-, según el sondeo de Infratest Dimap. Esa preocupación
ocupa el segundo puesto en ocho países europeos, según una reciente
encuesta de YouGov para El País y otros siete periódicos miembros
de la alianza LENA.
La
iniciativa en cuestión exige al Gobierno reformar la política
agrícola, para combatir la disminución de la población de abejas y
de la biodiversidad en general. Exige entre otras medidas incrementar
de un 10 % a un 30 % la superficie de agricultura ecológica, aumentar
la protección de los márgenes de los ríos, así como la formación
ecológica de los agricultores, la reducción de pesticidas y de
contaminación lumínica y el cultivo sostenible de los bosques,
entre otras.
El
último informe de la Plataforma Intergubernamental sobre la
Biodiversidad y los Servicios Ecosistémicos (IPBES) alertó de que
uno de los ocho millones de especies existentes se encuentran
amenazadas de extinción, ya que la velocidad de pérdida de
biodiversidad es centenares de veces mayor que la natural. Las
conclusiones hablaban de un “declive sin precedentes” en la
historia de la humanidad. Las abejas son eficientes polinizadoras, lo
que las convierte junto a otros insectos en la base del ecosistema y
fundamentales en la producción de alimentos. Por eso en Alemania se
han convertido en el símbolo de la biodiversidad, de la misma manera
que el oso polar lo es de la crisis climática.
“El
deterioro ambiental es una tendencia desde hace 20 años, pero
entonces, no habríamos ganado”, piensa Prudlo, que se empezó a
dar cuenta hace un apr de años de que algo estaba pasando el día
que a una charla sobre se presentaron 500 personas a escucharla, en
un tipo de evento al que normalmente acude como mucho una veintena.
“Fue cuando pensamos: este es el momento”, dice este veterano en
consultas populares que en el pasado lanzaron otras como la de la
prohibición de fumar en lugares públicos o el desmantelamiento de
las nucleares. “Es que la gente lo vive. Saben que antes, cuando
conducías 100 kilómetros, el parabrisas se te llenaba de insectos.
Ahora no hay ni uno”, cuenta Prudlo.
La
iniciativa en seguida prendió. La tupida red tejida en la sociedad
civil bávara durante décadas se activo con un fin común.
Parroquias, asociaciones de defensa de las tradiciones, de
senderistas, productores de mostaza, panaderos, cantantes... todos
querían apuntarse. “La idea era ocupar el centro de la sociedad,
de ser un verdadero movimiento ciudadano, no queríamos que no nos
encajonaran en la izquierda”. Contaban además con una clara
ventaja. La CSU lleva años apoyando una industrialización del campo
excesiva para muchos votantes tanto a la derecha como a la izquierda.
Llegó
el día de la verdad; cuando los bávaros debían ir a firmar al
Ayuntamiento para apoyar la iniciativa. Cientos de personas hicieron
cola en la Mariannenplatz de Múnich bajo la lluvia y el hielo
durante horas.
Acorralado
por el éxito de la consulta, la CSU optó por dar un paso al frente.
Sabían que si la rechazaban y optaban por convocar un referéndum,
una de las salidas que contempla la ley, se les hubiera echado encima
la campaña de las europeas, a la que no podían llegar en calidad de
poli malo destructor del medio ambiente. y ellos con poli malo.
Contaban además un precedente claro. Los resultados de las elecciones regionales del pasado octubre, donde los Verdes subieron
como la espuma, ejercieron de aviso a navegantes de que lo de la
conciencia ambiental iba en serio. El año que viene se celebran
además elecciones municipales a ningún alcalde le convenía tener
esta patata caliente sobre la mesa. Estando así las cosas, el primer
ministro bávaro, Markus Söder, anunció en abril que su Gobierno
adoptará “punto por punto” la iniciativa popular para salvar a
las abejas y sobre todo a sí mismo.
El
siguiente paso fue montar una mesa redonda con todos los implicados
para ir limando diferencias y establecer compensaciones para los
agricultores. Porque la misión para salvar a las abejas no ha
gustado a todos y ha provocado reacciones furibundas entre las
asociaciones agrícolas.
Autopistas
para insectos
En
esa mesa redonda participa el diputado Eric Beißwenger, responsable
de temas ambientales de la CSU. Explica que las negociaciones han ido
muy bien. “Estamos muy unidos en el objetivo de preservar nuestra
patria y mejorarla si es posible”. Dice también que en la última
campaña electoral quedó claro que “los temas ambientales fueron
una prioridad” y defiende que su partido en Baviera hace por el
medio ambiente más que los Verdes en otros Estados. “Pero claro,
también tiene que ver con que Baviera se lo puede permitir”,
reconoce en alusión a la riqueza del Estado.
Mientras,
en la sede del ministerio de Transporte, dos técnicos se afanan en
explicar sobre un plano la magnitud de las autopistas para abejas que
están construyendo por toda Baviera. Los colores del mapa indican
las zonas en las que el mes pasado empezaron a plantar distintas
variedades de flores. Es un proyecto piloto del que forma parte la
lengua de tierra de Grafrath, al oeste de Múnich. “Desde 2016
empezamos a trabajar en la biodiversidad, pero a partir de la
consulta, este tema se ha vuelto más importante”, reconoce Heinz
Dirnhofer, uno de los expertos que trabaja en las autopistas de
abejas. “La idea es que haya una conectividad entre zonas floridas
para todos los insectos, incluidas las abejas, las mariposas y ”,
añade. Estas flores en potencia no están incluidas si quiera en el
paquete legislativo en marcha, pero para el ministerio de Transporte
es importante contar con una prueba tangible de que dan respuesta al
clamor popular. Son conscientes de que seguir como hasta ahora, ya no
es una opción.
Eclosión
de la conciencia social
En
una bonita casa a las afueras de Munich, tiene su sede la coalición
para la protección de los pájaros (LBV). Allí, Matthias Luy
explica que desde 1980 monitorean la población de aves con más de
mil estaciones en toda Alemania. Los datos que recogen y que nutren
las estadísticas oficiales, muestran que la población de aves que
habitan las zonas agrícolas han caído en picado en las últimas
décadas, comprados con los que viven en la ciudad y sobre todo en
los bosques. Los datos que manejan de insectos indican que en
Alemania se han reducido un 74 % en los últimos 27 años.
En
el caso de las abejas, explica Luy, encuentran más flores en las
ciudades que en las zonas agrícolas, que suman el 47 % de la
superficie de Baviera y donde además se topan con los agroquímicos.
“Sin los insectos, que son los polinizadores, no podemos vivir. Son
la base del ecosistema y por eso, tenemos un gran problema”, dice
Luy, quien sostiene que “ha habido una eclosión en la conciencia
de la sociedad”.
Fuente:
Ana Carbajosa, La revolución de las abejas empieza en Múnich, 20 mayo 2019, El País. Consultado 22 mayo 2019.
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