La minera Vale se
enfrenta a indemnizaciones millonarias tras la rotura de la presa de
Brumadinho.
por Carla Jiménez
La minera
brasileña Vale está en el centro de un huracán desde que una presa
se rompiera en la pequeña ciudad de Brumadinho, sureste de Brasil, el pasado 25 de enero. Ya son 110 muertos y el número de víctimas va creciendo a medida que los bomberos rescatan cuerpos del mar de
barro y residuos que barrió toda la región, soterrando un
restaurante de la compañía que estaba junto a la presa, cuando
buena parte de los empleados de esa unidad almorzaban. Hay aún 259
desaparecidos una semana después del colapso, aunque 192 lograron
salvarse. Fueron 13 millones de metros cúbicos de lodo que avanzaron
a 80 kilómetros por hora en algunos puntos, destruyendo casas, y
llegando al río.
Es el segundo
accidente en que Vale, que cuenta con 100.000 empleados, se ve
involucrada. En 2015, la rotura de otra presa de la compañía, en la
ciudad de Mariana, próxima a Brumadinho, mató a 19 personas y
contaminó ríos, devastando la flora y fauna de la zona. Ahora, cuando ya parecía pasar página, sobreviene otro escándalo en Brumadinho, una ciudad del Estado de Minas Gerais, donde Vale fue
fundada en 1942 como empresa pública (fue privatizada en los años
noventa). De un día para el otro la empresa -ha sido bautizada
como “Vale [Valle] de la muerte”- pasó a tener su nombre
asociado con el dolor y el sufrimiento de las familias de sus
empleados.
Además, la
tragedia tuvo también su reflejo en Bolsa. El pasado lunes, sus
acciones se desplomaron un 24 %, evaporándose unos 70.000 millones de
reales (unos 16.436 millones de euros) de capitalización. Fue la
reacción de los inversores mientras las imágenes del accidente aún
estaban conmocionando al mundo y ante el riesgo de que la cifra de
fallecidos suba drásticamente.
La empresa, que
facturó 34.000 millones de dólares (29.565 millones de euros) en
2017, también perdía la confianza de las agencias de calificación
crediticia tras el accidente. Fitch fue la primera en rebajar su
nota, y S&P puede secundarla. Esta última, en una nota,
anunciaba que la calificación de riesgo de la compañía minera está
en revisión y tiene un sesgo a la baja (negativo) pudiendo llegar a
degradarla en “varios grados dependiendo de la repercusión
generada por el accidente”.
En Estados
Unidos, los inversores que tienen ADRs (acciones para empresas
extranjeras) de Vale han empezado a movilizarse, al entender que
presentó informaciones engañosas a la comisión de valores (SEC)
asegurando que realizaba inspecciones periódicas de sus presas.
“Ahora empieza un aluvión de alegaciones jurídicas sobre la
actuación de la compañía”, dice Alex Agustini, economista jefe
de la agencia Austin Ratings.
Acciones
judiciales
Uno de los
primeros movimientos lo dieron el Gobierno y la Fiscalía de Minas
Gerais, que lograron que la Justicia bloquee casi 2.600 millones de
euros para las futuras indemnizaciones y reparaciones que Vale tendrá
que pagar. La empresa anunció que se defenderá “con vigor” en
este caso, señalando que va a entablar una batalla judicial. Por
otra parte, cinco ingenieros (tres de Vale y dos contratados por
ella) han ingresado en prisión porque estaban directamente
involucrados en la autorización para trabajar en la presa que se
rompió.
La minera también
fue multada con unos 60 millones de euros por el organismo
gubernamental del medio ambiente en Brasil. Este periplo en la
Justicia le va a pasar factura. Desde las multas que se le pueden
imponer si hay responsabilidad penal, hasta las acciones judiciales
en Trabajo (a diferencia de Mariana, la mayoría de las víctimas del
último accidente eran sus empleados). El de Brumadinho ya es
considerado el peor accidente de trabajo colectivo por la Justicia
brasileña, lo que generará numerosas demandas laborales.
Desde el punto de
vista puramente del negocio, las agencias de rating seguirán muy de
cerca las investigaciones para determinar cuál puede ser el impacto
total en su cuenta de resultados. “Otro aspecto que nos preocupa es
cómo los riesgos sociales y ambientales pueden afectar a la imagen
de la dirección actual de la compañía”, explica Flavia Bedran,
analista de S&P. Otro punto de presión viene desde la Bolsa:
“Hay muchos fondos de inversión internacionales que tienen
restricciones para invertir en empresas expuestas a corrupción o
accidentes como este”, recuerda Bedran.
El presidente de
Vale, Fabio Schvartsman, ha reaccionado tomando decisiones
encaminadas a calmar la presión social. En primer lugar, suspende el
pago de dividendos este año. Además, anunció que la empresa
eliminará las presas como las de Brumadinho y Mariana, hechas con
material más barato, y por lo tanto menos seguras, que incluso están
prohibidas en otros países, como Chile. Eso reducirá su producción
en un 10 %. “No podemos convivir más con este tipo de presas. Para
ello será necesario paralizar parte de las operaciones de minería”,
reconoció el presidente. El plan para eliminar y modernizar las
instalaciones de Vale supone una inversión de casi 1.200 millones de
euros. Las medidas han sido bien acogidas por el mercado y las
acciones de Vale han rebotado, aunque todavía se encuentran muy por
debajo del nivel previo a la tragedia.
El infierno de
Vale llega precisamente cuando la empresa parecía haber dejado en el
pasado la pesadilla de Mariana, al menos entre sus inversores. Las
acciones de la empresa habían subido un 521% desde el primer
accidente en 2015, hasta el viernes del segundo accidente. André
Perfeito, de la sociedad de valores Necton, señala que el reto de la
minera a partir de ahora dependerá de la posición que tome el nuevo
Gobierno. “Lo que puede convertirse en un problema es la cuestión
institucional en torno al accidente”, sugiere.
Vale, que tiene
entre sus accionistas a fondos de pensiones de empresas públicas
brasileñas, es uno de los principales productores mundiales de
hierro y níquel, materias primas muy demandadas, sobre todo por
China, lo que supone un apoyo para su negocio. Sin embargo, a corto
plazo, será la presión de la Justicia y del Gobierno lo que marcará
el futuro financiero del grupo. Al ser reincidente, puede recibir un
castigo ejemplar en un momento en que es vista como ejemplo de
negligencia que costó centenas de vidas.
Fuente:
Carla Jiménez, Brasil: la tragedia vuelve al ‘valle de la muerte’, 02/02/19, El País. Consultado 05/02/19.
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